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El cerebro trascendente: religión y enfermedades mentales

7 mayo, 2013 17:24

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Va de entrada que se trata de un estudio controvertido: creer en un ser superior podría mejorar de forma significativa el resultado de los tratamientos a corto plazo de las enfermedades psiquiátricas, según un estudio reciente realizado por investigadores del Hospital McLean, en Boston (Estados Unidos). En resumen, los expertos suponen que los “creyentes” no son tan escépticos como los “incrédulos” hacia el tratamiento psiquiátrico y, como consecuencia, confían en que proveerá un efecto beneficioso. Según ellos, este hallazgo resalta las implicaciones clínicas de la vida espiritual, especialmente en un país como Estados Unidos, donde más del 90% de los habitantes siguen alguna religión.

En el estudio, publicado en la revista Journal of Affective Disorders, los investigadores examinaron, durante 1 año, a 159 individuos del Behavioral Health Partial Hospital program del hospital, en un esfuerzo para investigar la relación entre el nivel de creencia en Dios, las expectativas respecto al tratamiento y los resultados del mismo. A partir de los resultados, los expertos sugieren que las personas con un nivel moderado a alto de creencia en un poder superior presentan el doble de probabilidades de reaccionar bien al tratamiento psiquiátrico a corto plazo que los que no tienen tanta fe, con independencia del tipo de religión. La fe se no sólo pareció mejorar el bienestar psicológico, sino que también disminuyó los niveles de depresión y los intentos de autolesionarse (los niveles de depresión, bienestar y de posibilidad de autolesión se evaluaron al inicio y al final del programa de tratamiento).

De los pacientes incluidos en la muestra, más del 30% afirmó no tener ninguna afiliación religiosa específica y, aun así, mostraron los mismos beneficios (moderadamente o muy altos) en el tratamiento si estas mismas personas creían en un poder superior.

Sesgos, polémica y dudas

Uno podría decir que el estudio tiene muchos sesgos: tan sólo 159 individuos, falta de evidencia empírica y una muestra de personas muy localizada. Además, habría también que tener en cuenta la posibilidad de que existan muchas personas que indiquen no creer en un ser superior pero que en realidad sí lo hacen, y viceversa. No obstante, es bien cierto que la psiquiatría moderna concede que la vida “espiritual” puede ser un aliado terapéutico (con sus excepciones), y que la religión siempre ha sido un exponente importante para la evaluación y atención de pacientes con trastornos mentales. También es cierto que algunos estudios han relacionado los efectos positivos de la espiritualidad con mejoras sobre la depresión, pero no con mejoras respecto al dolor físico o con la gravedad percibida de la enfermedad (sobre todo en enfermedades como el cáncer).

Más allá de los resultados del estudio, lo cierto es que psiquiatría y religión han ido muchas veces dadas de la mano. Vivimos en un mundo con diversos tipos de fe y culturas. Ateos o creyentes, los psiquiatras deberían tener en cuenta, a la hora de tratar a sus pacientes, que las creencias religiosas de estos podrían condicionar sus síntomas y, a la vez, su conformidad o no con los tratamientos que se quieran llevar a cabo. Tal es la importancia de estos dos universos que en 2010 un grupo de expertos publicaron una obra con el título Religion and Psychiatry: Beyond Boundaries (“Religión y psiquiatría: más allá de las fronteras”), con el objetivo de explorar la conexión entre psiquiatría y religión a diversos niveles, desde el básico de la práctica clínica cotidiana hasta el nivel más conceptual.

Como el tema merece, también este libro (avalado por la Organización mundial de Psiquiatría y elaborado por más de 50 psiquiatras) ha recibido críticas por caer en sesgos y “apasionamientos personales”. La crítica se la lleva el libro, no de nuevo la importancia del binomio psiquiatría/religión, ya que existen cifras que indican que los psiquiatras actuales, aunque pertenecen al subgrupo de médicos con los mayores porcentajes de ateísmo (17%) y a pesar de ello son los médicos que menos reparos tienen en abordar la vida religiosa/espiritual de sus pacientes.

Fe como índice importante de felicidad

Muchas veces se ha constatado la importancia del bienestar psicológico, la felicidad, como elemento muy importante en el éxito de muchos tratamientos. En este sentido, la religión puede jugar un papel esencial, al haber sido incluida entre los muchos mecanismos que influyen en los niveles de felicidad de la población general.

Desde una perspectiva psicológica, la literatura científica proporciona tres explicaciones posibles de la conexión positiva entre religión y felicidad. La primera se refiere al apoyo social. Las personas son más felices cuando se encuentran en un contexto que las sostiene, y la religión ofrece esto. Y esto explica por qué la influencia beneficiosa de la religión sobre la felicidad es más fuerte entre las personas que tienen mayor necesidad de apoyo, como los ancianos, los enfermos y las personas solas. Además, la religión les permite a las personas sentirse más cercanas a Dios, visto como una fuente de apoyo. Desde la psicología social, la explicación sería por el sentido de pertenencia, una necesidad del ser humano.

Con todo, lo menos importante aquí parece ser la existencia real o no real de un ser supremo, sino la necesitar de buscar explicaciones vitales a través de la fe y de la espiritualidad (que no dogma, que tiene su sentido más habitual en el de doctrina sostenida por una religión u otra organización de autoridad y que no admite réplica), que aporten un consuelo a la inevitable fatalidad inherente al ser humano: la muerte. No podemos olvidar que precisamente la fe y la espiritualidad nacieron antes que las religiones organizadas.

Fuente | Medical News Today

Imagen | Mundo contemporáneo