Prueba de resistencia de Space Armor Omicrono
El blindaje que solucionará el problema de la basura espacial: protege los satélites contra impactos a 45.000 km/h
Este nuevo escudo promete una protección más ligera pero también eficiente, sin interferir en las comunicaciones de las antenas de satélites y naves.
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La órbita terrestre se está convirtiendo en un campo de minas. Miles de desechos producidos por el ser humano orbitan alrededor de la Tierra sin control. Su número sigue creciendo mientras se plantean soluciones de limpieza y se demanda una industria espacial más respetuosa.
Existen proyectos que buscan servir como camiones de la basura espaciales y algunas normas europeas ya exigen establecer a las plataformas en órbitas específicas que permitan la reentrada una vez finalizada la vida útil y el empleo de materiales que se quemen en la atmósfera.
Pero, mientras estas medidas se consiguen, los nuevos elementos que se envían allí fuera requieren de medidas para hacer frente a los escombros que ya hay flotando. La empresa Atomic-6 ha diseñado un nuevo escudo más ligero y eficaz, sin interferir en las misiones.
Atomic-6 ha desarrollado nuevas losetas, denominado Space Armor, para blindar en el espacio los nuevos satélites y sondas que tienen que lidiar con este peligro. Su innovación las confiere mayor ligereza, pero también eficacia y el hito de proteger las antenas sin bloquear las comunicaciones.
Desde hace décadas, la industria espacial protege sus naves y satélites con escudos conocidos como Whipples. El nuevo Space Armor, creado por esta compañía promete mejorar las cualidades de este blindaje contra amenazas hipersónicas.
Recreación de satélite en el espacio Omicrono
Su diseño ha superado con éxito las pruebas en el laboratorio, ahora se prepara para realizar demostraciones en órbita y comenzar la producción para la Fuerza Espacial y Aérea de EEUU, quienes han financiado el desarrollo, entre otras organizaciones.
Mejorando lo conocido
Los equipos que se mandan fuera de la atmósfera llevan siempre un escudo protector, principalmente para repeler meteoritos de pequeño tamaño. Un objeto de solo 5 mm puede ser un gran riesgo para la integridad de los instrumentos de estas naves. Tanto la densidad como la velocidad de cada objeto son clave. La NASA los califica como impactos de hipervelocidad, pues pueden viajar a una media de 45.000 km/h.
Para protegerse de estas balas espaciales se creó un modelo de protección estándar. El escudo Whipple fue creado en la década de 1940 por el astrónomo Fred Whipple. Desde entonces, la industria no ha mejorado en gran medida este mecanismo de protección, el principal motivo es que siguen siendo eficaces.
Recreación de impactos en el espacio Omicrono
Solo se han añadido ciertas modificaciones para mejorar su efectividad. Estos escudos multicapa protegen los instrumentos de los satélites de fragmentos de un área menor a 10 cm, abundantes en el espacio.
En ellos, la primera capa rompe el fragmento que amenaza la integridad del equipo. La segunda o las capas intermedias disipan la energía del golpe, frenan los restos de ese objeto que se ha descompuesto en el primer golpe. La tercera protege a los componentes internos y termina de absorber el golpe.
Escudo espacial Space Armor
Sin embargo, la situación está cambiando, no el espacio y los riesgos naturales, sino la peligrosidad creada por el ser humano en la órbita terrestre. Además de las tensiones geopolíticas y las nuevas armas espaciales, el incremento de la basura espacial está convirtiendo el espacio más cercano en un campo de minas.
La Estación Espacial Internacional, que cuenta con esta barrera ante micrometeoritos, en los últimos años se ha tenido que desviar con más frecuencia para evitar colisiones con los escombros de basura espacial.
Un escudo radiotransparente
Atomic-6 afirma haber mejorado el escudo Whipple al crear Space Armor. Desarrollado durante 18 meses, consiste en placas de un polímero patentado por sus ingenieros. La empresa guarda con celo la proporción de las fibras y resinas con las que se fabrica este escudo, así como el método de fabricación.
Las placas miden 30 cm x 30 cm y 2,5 cm de grosor, aunque es posible fabricarlas a medida siendo el tamaño máximo un metro cuadrado. Según la empresa, Space Armor puede soportar impactos de más de 7 km/s, generando muchos menos fragmentos.
Prueba de resistencia de Space Armor Omicrono
Cuentan, además, con varias versiones, como una armadura más ligera y delgada que puede resistir el 90% de los posibles desechos espaciales de hasta 3 mm de diámetro, Space Armor Lite. También una versión reforzada que hace frente a desechos de hasta 12,5 mm de diámetro y han llamado Space Armor Max.
Una cualidad más de esta nueva protección, frente a los tradicionales diseños, es su cualidad radiotransparente, es decir, que permite pasar las señales de radio. El escudo Whipple, sin embargo, actúa como una jaula de Faraday que bloquea las señales de radio, dificultando la tarea de comunicación de los equipos.
Prueba en el laboratorio de Space Armor Omicrono
La nueva armadura de polímero, con esta cualidad, permite proteger antenas de radar y comunicación, así como las naves espaciales en las que viajan personas, sin sacrificar parte de las funciones críticas de la misión.
"Esto es muy importante. Hemos creado los primeros radomos (recubrimiento de una antena) capaces de detener la basura espacial", declaró Trevor Smith, director ejecutivo de Atomic-6.
La empresa llevó a cabo pruebas de impacto a hipervelocidad en el Instituto de Investigación de la Universidad de Dayton y en la Universidad Texas A&M, disparando proyectiles de aluminio de 3 mm a velocidades superiores a 7 kilómetros por segundo, aproximadamente la velocidad orbital.