El youtuber Ian Balina ha sido víctima de un robo de criptomonedas en directo, con un valor de aproximadamente dos millones de dólares.

Las criptomonedas y el gran valor que han alcanzado han dado lugar a un nuevo tipo de criminales; ladrones que usan nuevas tácticas para conseguir dinero difícil de rastrear. Aunque hay veces en las que también usan técnicas “tradicionales”, como el simple robo a punta de pistola.

Un robo de criptomonedas en directo

Presumir de la cantidad de dinero virtual que tienes supone ganar papeletas para ser una víctima de estos hackers. Ian Balina, famoso en Youtube por sus conocimientos de criptomonedas, lo ha descubierto por las malas. Hace unas horas inició un streaming en directo, en el que repasaba las nuevas ICOs (venta inicial de criptomonedas).

Mientras emitía, su cartera estaba siendo objetivo de un ataque; los propios comentaristas del stream intentaron avisar a Balina, que no se dio cuenta entre la cantidad de comentarios que en ese momento estaban saliendo. Después de un aparente corte de luz, Balina volvió con un nuevo stream; y fue entonces cuando se dio cuenta de que Google le había cerrado la sesión en Sheets, la webapp que usa para crear hojas de cálculo.

Después de un momento, Balina confirmó que había sido hackeado. El vector de ataque fue su vieja cuenta de correo, que había configurado para que sirviese para recuperar su cuenta actual en caso de que fuese necesario. Una vez que los atacantes consiguieron su cuenta vieja, sólo tuvieron que pedir a Google la “recuperación” de la cuenta actual.

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Una vez con la cuenta de Google, los atacantes pudieron acceder a las claves privadas que Balina guardaba en una cuenta de Evernote. Una vez que las criptomonedas cambian de manos, los atacantes usan sitios de intercambio para limpiar el rastro. En total, se calcula que ha perdido unos dos millones de dólares en varias criptomonedas, en varias monedas diferentes como Nucleus Vision, Pareto y Loom.

En definitiva, incluso si eres un “experto” en criptomonedas aún puedes cometer fallos imperdonables, como admite el propio Balina.