jack dorsey twitter 1

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Omicrono

Twitter banea a su propio CEO

Jack Dorsey, el CEO de Twitter ha sido baneado de su propia web, y no ha podido usarla durante varias horas. Al menos ha servido para un guiño curioso.

23 noviembre, 2016 08:49

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El CEO de Twitter ha sido baneado de su propio servicio, demostrando que hasta el que manda sufre los fallos del servicio.

El baneo de cuentas en Twitter ha vuelto a ser el tema de conversación preferido sobre la red social; fue sólo hace unos días que la compañía presentó sus nuevas medidas contra “trolls” y el acoso en la red, justo después de una las elecciones estadounidenses más polémicas de la Historia.

El CEO de Twitter ha sido baneado y el cachondeo ha sido mayúsculo

Así que suena a cachondeo que justo cuando se implementan estas medidas, la cuenta del CEO acabe suspendida. Es lo que le ha pasado hace pocas horas a Jack Dorsey, que se ha encontrado sin poder usar su propio producto.

El bloqueo duró algo más de dos horas, durante las cuales Dorsey se convirtió en objeto de burla de todo el mundo; ya había quien culpaba a Rusia y todo.

¿Acaso Jack Dorsey es uno de esos “trolls” que ha recibido su justo final? No tan rápido. Resulta que todo ha sido un fallo “interno”, y @jack vuelve a estar activo en Twitter. No hay detalles sobre cuál fue exactamente ese “error interno”, y si ha afectado a más usuarios menos famosos.

Jack Dorsey vuelve con un guiño al pasado

Al menos el incidente ha servido para que @jack rememore otros tiempos. El tuit en el que anuncia que ha vuelto es un guiño al primer tuit que él mismo escribió en Twitter.

“Sólo configurando mi twttr… otra vez”

Por aquel entonces el servicio se llamaba “twttr”, para recalcar que era importante controlar el número de caracteres; hoy en día eso no es tan importante (fotos y enlaces ya no cuentan, por ejemplo), pero sigue siendo la seña de identidad del servicio.

Estaría bien saber si otros usuarios se han visto afectados, o si cuando ocurren los errores estos se solucionan tan rápido como con @jack. Por el momento nos quedamos con una anécdota graciosa.