En la actualidad estamos acostumbrados a que una búsqueda en Google nos responda todos nuestros problemas, pero hasta no hace mucho no teníamos ese lujo… ¿seguro? Existen algo llamado “bibliotecas”, donde podemos encontrar el conocimiento que deseamos solo si estamos dispuestos a buscarlo.

La vida antes de Google

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Incluso en algunas bibliotecas ni siquiera es necesario eso. La Biblioteca Pública de Nueva York ha liberado imágenes relacionadas con un servicio telefónico que permitía (y sigue permitiendo) a los ciudadanos hacer preguntas por teléfono con la esperanza de que los bibliotecarios se las respondan.

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En el archivo histórico publicado encontramos algunas preguntas muy curiosas, y otras que tendrían cabida en cualquier buscador moderno, como “el nombre del caballo de Napoleón”, “el nombre de un fabricante de pelucas en Miami”, o “cuántos neuróticos hay en EEUU”.

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En cambio otras preguntas entran dentro del sentido común, o podrían solucionarse leyendo las instrucciones (como un usuario que no sabía cómo poner el papel pintado para pared), pero de todas formas los bibliotecarios eran un oído que escuchaba las cuestiones de los neoyorkinos. Y lo curioso es que siguen siéndolo; la biblioteca asegura que reciben mas de 100 preguntas cada día, no solo para encontrar datos concretos sino para cuestiones de etiqueta, opinión, o compras.

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A veces viene bien recordar de dónde venimos, qué teníamos que hacer antes para obtener información que hoy está a milisegundos de una búsqueda. También es un recordatorio de que aún hay mucha gente que sigue usando métodos contrastados para conseguir la misma información, aunque sea de una manera mas “analógica”.