No nos engañemos, a todos nos gusta procrastrinar, o lo que es lo mismo: Dejar para mañana lo que si podrías haber hecho hoy.  Pero ese no era el caso de Fred Stutzman, un estudiante graduado en la Universidad de Carolina del Norte que estaba acabando su tesis allá por 2009 en su cafetería favorita. Fred era trabajador y concentrado, pero ocurrió algo con lo que no contaba, y es que su cafetería llevó a cabo un malvado plan… Instaló Internet Wi-Fi.

Y claro, nuestro amigo Fred no fue inmune al poder de la Red, y se encontró con constantes distracciones por parte del flujo inagotable de entretenimiento y redes sociales, entre otras cosas. Intentó “dejarlo“, pero la cosa no era fácil, pues siempre buscaba “tomarse un descanso” y conectar, por lo que tuvo que encontrar alguna solución a su problema. Y de hecho lo consiguió, gracias a un programa que fabricó el mismo tras formarse como programador en la carrera de Ciencias de la Información.

Freedom, la aplicación que evitará tu procastrinación

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El objetivo del software de Stutzman es simple: Se le dice a la aplicación cuanto tiempo quieres estar centrado, y esta evita que el ordenador pueda conectarse a Internet durante ese tiempo. Si se intenta entrar en la web antes de la hora pactada, la aplicación apaga el ordenador y reinicia el sistema. No valen las trampas con este programa.

Actualmente lo han descargado más de 500.000 usuarios, ya que el tema se ha hecho bastante viral gracias a los medios, y parece que hay mucha gente procrastinando por el mundo.

El secreto de su éxito es simple, ya que continuamente estamos tomando decisiones que socavan nuestra voluntad, aunque sean decisiones pequeñas como pensar en consultar nuestro correo electrónico. Podemos aguantar nuestra voluntad algún tiempo, pero en cierto momento se desvanecerá. Es lo que se conoce como la fatiga de decisión.

En el caso de Freedom, su eficacia no solo reside en evitar que usemos Internet, sino que reduce la fatiga de decisión. Elimina nuestras opciones, por lo que hacer lo correcto es el camino fácil. Simplemente limita nuestro comportamiento, sin más. ¿Y qué quiero decir con esto? Pues ni más ni menos que las restricciones pueden ser beneficiosas para que nos encaminemos a la realización de buenos hábitos, reduciendo nuestra cantidad de decisiones en el proceso.

A veces las restricciones son buenas para nosotros

procrastinar

Normalmente tendemos a buscar la libertad de decisión, tener varias opciones para elegir. Sin embargo, cuando debemos actuar, tener un exceso de caminos a tomar puede ser peor que justo lo contrario. Es decir, hay veces donde poder elegir es malo, como en el caso de la procrastinación. Es la paradoja de la elección.

Si en estos casos nos ponemos restricciones nos va bien para llegar a conseguir hacer lo que nos proponemos. Esto es especialmente cierto cuando queremos objetivos a largo plazo, como acabar una carrera universitaria, hacer ejercicio físico a diario, u objetivos a largo plazo de este estilo.

Si, suena ilógico, pero como podéis comprobar vosotros mismos hay ocasiones donde la posibilidad de elegir acaba bloqueándonos completamente, por lo que nos va bien reducir las opciones, por nuestro propio bien y el de nuestros objetivos a seguir.

Vía | Entrepreneur.