Antena del INTA en Maspalomas
El INTA licita la construcción en Gran Canaria de una antena de comunicaciones para satélites de observación de la Tierra
El Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial acaba de adjudicar un contrato de 4,2 millones a Prodetel para levantar una antena de más de 8 metros.
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La monitorización de los satélites en órbita y el mantenimiento de la comunicación son solo algunas de las tareas que el INTA tiene asignadas en España.
Con el propósito de seguir prestando este servicio y ampliar su capacidad, el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial acaba de adjudicar a la empresa Prodetel la construcción de una antena tribanda para la estación de Maspalomas (Gran Canaria) por 4,2 millones de euros.
El objeto del contrato es la adquisición de una estación terrena tribanda para las bandas S, X y Ka —las más utilizadas para la transferencia de datos—, y su instalación dentro del Centro Espacial de Canarias (CEC).
Esta nueva tecnología se centrará en el seguimiento de misiones espaciales LEO (Low Earth Orbit o de Órbita Baja Terrestre) en su ámbito de la observación de la Tierra.
Asimismo, según apuntan desde el INTA, la banda S deberá ser capaz de realizar labores de comunicaciones para tracking, telemetría y telecomando de los satélites.
Gracias a esta función, los operadores podrán hacer un seguimiento de los satélites, obtener información en tiempo real sobre su salud y, además, serán capaces de enviar comandos para gestionar algunos sistemas críticos como la propulsión o los instrumentos instalados a bordo.
Al ser misiones de observación, el INTA también incluye la "descarga de datos de misiones" empleando las bandas X y Ka. "Además, deberá disponer de un sistema de seguimiento automático en las tres bandas".
El sistema de seguimiento automático (autotrack, en inglés) permite a la antena de la estación mantenerse apuntando hacia el satélite en movimiento de manera autónoma y precisa, sin intervención manual de un operador.
Según se recoge en la documentación, la antena "prestará servicio a las actuales y futuras misiones LEO" a las que da soporte el INTA.
Antena para la comunicación con satélites de la ESA Guayana Francesa
La parabólica deberá tener un diámetro mínimo de 8,5 metros y un máximo de 11,5 metros. Uno de los requisitos que plantea el Instituto es que la antena no tenga keyhole para misiones a una órbita de 400 kilómetros o más.
El keyhole es una zona de sombra donde la antena pierde temporalmente la señal por su geometría o construcción, por lo que el sistema que empleará el INTA proporcionará una cobertura completa.
El reflector deberá ser de aluminio de alta resistencia, fibra de vidrio reforzada o compuesto de carbono. Y tanto el soporte como la estructura deberán ser de acero resistente a la corrosión.
Otro punto esencial que trata la documentación está relacionado con el sistema de apuntamiento de la antena para el seguimiento de los satélites, uno de los más importantes para cualquier antena móvil.
"El rango de movimiento en azimut y elevación permitirá realizar pases completos sin alcanzar los límites de carrera en ninguno de los ejes", apuntan.
Y sin que aparezca el antes descrito efecto keyhole ni el backlash, este último está relacionado con la necesidad de que la antena ejecute el movimiento comandado sin retraso.
Además del mecánico, la antena del INTA también incorporará otros sistemas encargados de la radiofrecuencia, el control de la antena y la monitorización y control, además de algunos auxiliares para hacer comprobaciones.
La estación de la antena deberá estar conectada a la sala de equipos que tiene ahí el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial mediante un cable de fibra óptica. Y el diseño en conjunto tendrá como objetivo conseguir una disponibilidad superior al 99,5%.
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Entre otras cosas, la antena ayuda a uno de los cometidos más importantes del INTA: dar soporte al seguimiento a algunas de las misiones de la Agencia Espacial Española (AEE), la ESA y la NASA.
Dentro de la primera, España se encuentra inmersa en el desarrollo de la Constelación Atlántica, adjudicada a mediados de abril a la compañía catalana Open Cosmos.
Junto a Portugal, ambos países ibéricos tienen la intención de colocar 16 satélites de observación de la Tierra y con aplicaciones duales —civiles y militares— en la órbita baja, la misma de la que se encargará la antena canaria del INTA.
Los satélites "proporcionarán datos gratuitos e imágenes de alta resolución a usuarios institucionales, mejorando así la vigilancia medioambiental, la gestión de emergencias y la seguridad", según indicó la AEE.
Se trata de un "proyecto crucial" para la autonomía tecnológica de la industria e instituciones españolas y también se erige como "un ejemplo de colaboración internacional".
Operaciones LEOP
Además de todo este seguimiento a las misiones en órbita baja, el INTA también cuenta con un papel clave en los primeros compases de las misiones espaciales de los organismos con los que trabaja, como puede ser la Agencia Espacial Europea.
Se trata la fase LEOP (Launch and Early Operation Phase o Fase de Lanzamiento y Operación Temprana), la parte de la misión que va desde el lanzamiento hasta que el satélite está en su órbita definitiva.
Son momentos críticos porque, durante el lanzamiento, se puede haber dañado algo en el satélite. Una vez establecida la comunicación, los ingenieros realizan una serie de "comprobaciones sobre el estado de los equipos y se van encendiendo poco a poco las unidades necesarias".
El INTA, gracias a su infraestructura terrestre en Maspalomas y Villafranca, es capaz de canalizar estas comunicaciones clave para el devenir de la misión espacial.
Ambas estaciones terrenas finalizaron el proceso de pruebas y simulación en diciembre del pasado 2024 con el fin de proporcionar este servicio. La primera misión en la que participaron fue en el lanzamiento de la sonda Proba-3, que despegó desde la India.