Un documental del Ministerio de Defensa ruso mostraba la producción dentro de la fábrica de Alabuga.

Un documental del Ministerio de Defensa ruso mostraba la producción dentro de la fábrica de Alabuga. TV Zvezda

Observatorio de la Defensa

La amenaza híbrida rusa: enjambres de drones y guerra electrónica ponen contra las cuerdas las defensas aliadas

Capaces de desestabilizar no solo el frente de batalla, sino también las infraestructuras críticas, las comunicaciones y la seguridad civil de Europa.

Más información: Defensa ofrece a la OTAN tres cazas, un avión de transporte y un radar para frenar a Rusia en la operación 'Centinela Oriental'

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La guerra en Ucrania no solo ha cambiado el panorama militar en el este de Europa, sino que también ha despertado temores en el resto del continente. Los drones y las tácticas de guerra electrónica empleadas por Moscú son vistos ya como amenazas híbridas, capaces de desestabilizar no solo el frente de batalla, sino también las infraestructuras críticas, las comunicaciones y la seguridad civil de los países europeos.

La reciente incursión de 19 drones Geran-2 rusos en Polonia, el pasado 10 de septiembre, hizo saltar las alarmas y reveló grietas en la detección y las defensas europeas frente a la amenaza del Kremlin. Esto ha llevado a la Unión Europea y a la OTAN a replantearse su estrategia de defensa.

Así, tras la citada invasión del espacio aéreo de Polonia la OTAN reaccionó anunciando la activación de la operación Centinela Oriental, un despliegue de medios militares orientado a reforzar la defensa aérea de la región, básicamente con cazas F-18, Eurofighters y armas antidrones.

Aunque, según explica a EL ESPAÑOL Miguel Tejeiro, director de Innovación de TRC, "el despliegue de cazas en las zonas de la OTAN cercanas puede ser útil para frenar el paso de ciertos drones, o al menos disuadir las intenciones; sin embargo, la producción masiva de este tipo de drones y las distintas fórmulas que emplea Rusia en sus ataques —a veces concentrados, otras veces dispersos— dificultan la distribución de contramedidas, ya sean cazas, baterías antiaéreas o misiles tierra-aire".

Ante esta escalada de la tensión, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von de Leyen, también anunció el diseño de un "muro de drones" para blindar los cielos europeos de las aeronaves no tripuladas que el Kremlin ha convertido en parte fundamental de su estrategia militar.

Una iniciativa que busca erigir en el flanco oriental de Europa una barrera compuesta por drones de reconocimiento, tecnología antiaeronaves no tripuladas, sensores, vigilancia satelital e inteligencia artificial.

Durante las últimas semanas no han parado de repetirse incidentes con drones o sabotajes de señal GPS en países en primera línea del flanco oriental de la Alianza, que podrían entrar en el concepto de guerra o amenaza híbrida, que incluye "tácticas no tradicionales en el campo de batalla" para desestabilizar a un adversario, entre ellas también ciberataques o desinformación", como asegura a EL ESPAÑOL, Francisco J. Girao, director de Defensa, Seguridad y Aeroespacial de ATREVIA.

Para este experto, "se trata del manual clásico de Rusia, vigente mucho antes de 2014, si pensamos en Georgia o Chechenia, como ejemplos iniciales de su incursión en otros territorios".

Drones en Polonia y Rumanía

Tras la citada invasión del espacio aéreo polaco por drones rusos, en lo que Varsovia calificó como la mayor amenaza a su soberanía desde el inicio de la invasión de Ucrania en 2022, se puso en evidencia la fragilidad defensiva del país.

Pocos días después, el 15 de septiembre, las autoridades polacas confirmaron un nuevo episodio: un dron sobrevoló edificios gubernamentales en Varsovia, incluido el histórico palacio presidencial de Belweder. La rápida intervención del Servicio de Protección Estatal permitió neutralizar el aparato y detener a dos ciudadanos bielorrusos en relación con el incidente.

No era la primera vez que un dron impactaba en suelo polaco. En la noche del 19 al 20 de agosto, un aparato descrito como “un dron militar ruso grande” explotó en un campo de maíz en Osiny, a 75 kilómetros de la frontera con Ucrania, causando daños materiales.

Sin embargo, Polonia no es el único país bajo esta amenaza rusa. El 13 de septiembre, dos cazas rumanos despegaron de inmediato tras detectar un dron ruso en la región de Tulcea, a apenas 20 kilómetros de Ucrania. El Gobierno de Bucarest denunció el hecho como un acto de agresión.

La alerta no era nueva: tres días antes, la fuerza aérea rumana ya había activado dos F-16 ante la aproximación de drones rusos en la zona de Vâlcov, frente a la ribera ucraniana del Danubio. Estos episodios confirman que Rusia intensifica su actividad en el aire muy cerca —y en ocasiones dentro— del territorio aliado.

Y este mismo jueves, la misión de vigilancia aérea de la OTAN en Lituania intervino ante la presencia de cinco cazas rusos que volaban cerca del espacio aéreo aliado, en un episodio que llega en medio de la oleada de incursiones rusas con drones y aeronaves en el espacio aéreo de Polonia, Estonia y Rumania o los incidentes con drones en varios aeropuertos de Dinamarca.

Aunque más lejos del frente, el Reino Unido también se vio obligado a reforzar su vigilancia. El 16 de septiembre, la policía detuvo a dos hombres acusados de volar un dron en una zona de espacio aéreo restringido en Windsor, coincidiendo con la visita de Estado del presidente estadounidense, Donald Trump.

La sucesión de episodios en Polonia, Rumanía y Reino Unido subraya hasta qué punto los drones se han convertido en un arma de presión política y militar.

Interferencias en el GPS

Pero los drones no son la única amenaza.Las interferencias de señal GPS han dejado de ser un problema limitado a zonas de conflicto para convertirse en una gran amenaza europea. Desde Kaliningrado hasta Ucrania, los sistemas rusos terrestres son ahora lo suficientemente potentes como para interferir incluso con satélites en órbita baja, poniendo en riesgo la aviación, el transporte marítimo, las redes eléctricas y la seguridad.

Estas interferencias no solo suponen un riesgo para vuelos militares y políticos de alto nivel, sino también para la aviación civil, con potenciales consecuencias en la seguridad aérea del continente.

El consejero delegado de Integrasys, Álvaro Sánchez, ha explicado a EL ESPAÑOL la importancia de multiplicar las alternativas de posicionamiento en contextos de conflicto bélico.

Según señala, “dentro de un escenario de guerra, las medidas de protección de posicionamiento que se pueden aplicar es poder navegar tanto con GPS (americano), como Galileo (europeo), GLONASS (ruso) y Beidou (chino)”.

El directivo subraya que la clave está en la redundancia de sistemas, lo que permite garantizar mayor fiabilidad en situaciones críticas: “cuando combinas alternativas puedes ser más resiliente, o funciona una o la otra”.

Además, apunta que ya existen desarrollos adicionales que aportan alternativas al uso de las grandes constelaciones globales. Entre ellas, menciona la de Iridium, “que provee un sistema de GPS alternativo”, así como el proyecto español LEO-PNT, actualmente en desarrollo. “Y van a aparecer más en el futuro”, concluye.

"Este tipo de disrupciones lo que buscan es intentar interrumpir la cotidianidad de los servicios y las infraestructuras de Europa y de Occidente", incide el analista Francisco J. Girao.

En las últimas semanas varios altos cargos comunitarios y nacionales han denunciado interferencias en los GPS de los aviones en los que viajaban. El último ha sido el protagonizado por el avión militar en el que viajaba la ministra de Defensa española, Margarita Robles, con destino a Lituania, que experimentó un intento de perturbación en su sistema GPS cuando sobrevolaba las inmediaciones de Kaliningrado, el enclave ruso situado entre Polonia y Lituania.

Aunque el intento de bloqueo fue detectado, la incidencia no afectó a la seguridad del vuelo ni a su itinerario.

Un incidente similar afectó, el pasado 31 de agosto a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien también sufrió interferencias en los sistemas de navegación durante su viaje oficial a Bulgaria. La Comisión confirmó al día siguiente que el avión en que viajaba se vio afectado por estas anomalías, atribuidas a señales de origen ruso. Pese a ello, la aeronave aterrizó sin complicaciones.

Tan solo un día después, el inspector general de la Bundeswehr y máximo responsable militar de Alemania, Carsten Breuer, había denunciado públicamente haber tenido problemas de GPS en dos ocasiones distintas: una sobrevolando el mar Báltico y otra durante un trayecto hacia Lituania, en el marco de maniobras de la OTAN.

La incidencia más grave obligó incluso a desviar un vuelo comercial de Ryanair que cubría la ruta entre Alicante y Bydgoszcz.

Este tipo de interferencias y spoofing son complejos. Para evitarlas, el CEO de Integrasys, dice que hay que "eliminarlas con procesamiento de señal y con antenas de múltiples elementos que se llaman CRPAs o RPAs y que permiten minimizar las interferencias, escoger el elemento dentro de la antena que recibe menor interferencia y mayor señal fija".