El Geran-2, modelo de drone empleado por Rusia. Archivo
Así son los Geran-2, los drones rusos derribados por Polonia al invadir su espacio aéreo: impactan objetivos a 2.500 km
Varsovia acusa al Kremlin de realizar un "acto de agresión sin precedentes" con estas aeronaves no tripuladas diseñadas originalmente por Irán.
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El Gobierno polaco ha denunciado una grave violación de su espacio aéreo durante esta madrugada, atribuyendo a drones rusos, los Geran-2, un "acto de agresión sin precedentes". Según Varsovia, varios vehículos no tripulados ingresaron en su territorio, lo que obligó a las defensas aéreas a intervenir y neutralizar los aparatos.
Los Geran-2 son una variante rusa del modelo iraní Shahed-136, conocidos por su uso como "drones kamikaze" y empleados de forma recurrente por el ejército de Vladimir Putin en la guerra de Ucrania.
Aunque no es la primera ocasión en que estos aparatos impactan en países vecinos de Ucrania, sí representa un punto de inflexión para Varsovia, que hasta ahora no había tenido que recurrir a derribos directos. Este episodio incrementa las tensiones regionales y pone de relieve los riesgos de que la guerra en Ucrania se extienda más allá de sus fronteras.
El primer ministro polaco, Donald Tusk, ha sido aún más contundente al calificar lo ocurrido como una "probable provocación a gran escala", expresión con la que elevó el tono de la acusación contra Moscú y advirtió sobre las posibles implicaciones de este tipo de incidentes en suelo de la OTAN.
Se trata de un incidente peligroso, puesto que Polonia, a diferencia de Ucrania, forma parte de la Alianza Atlántica y, por tanto, está bajo el paraguas de la defensa colectiva, es decir, sujeto al artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte que lo sustenta.
“Las Partes acuerdan que un ataque armado contra una o más de ellas, que tenga lugar en Europa o en América del Norte, será considerado como un ataque dirigido contra todas ellas, y en consecuencia, acuerdan que si tal ataque se produce, cada una de ellas [...] ayudará a la Parte o Partes atacadas, adoptando seguidamente, de forma individual y de acuerdo con las otras Partes, las medidas que juzgue necesarias, incluso el empleo de la fuerza armada”.
Los Geran-2 han sido fabricados por la compañía iraní Shahed Aviation Industries Research Center, y están diseñados para o bien acabar con objetivos de forma individual o ser disparados en forma de oleadas desde plataformas de lanzamiento. Su producción a gran escala se realiza en fábricas como la de Yelabuga, Tatarstán.
Filas de drones tipo Shahed de color negro mate recorren los pasillos de una planta de producción en Yelabuga, Rusia Zvezda TV
Disponen de un factor de forma en ala delta, integrando un fuselaje centralizado que se une a las alas y a los timones estabilizadores que tiene en sus puntas. El motor se sitúa en la parte trasera del propio dron, encargado de impulsar una hélice de dos palas que sirve para su propulsión.
No son especialmente voluminosos, ya que miden 3,5 metros de largo y tienen una envergadura de 2,5 metros.
Entre las características de estos drones destaca su peso, que ronda los 200 kilos, y la presencia de una ojiva explosiva en el morro. En esa misma parte frontal también se ubican los sensores ópticos que guían su trayectoria de vuelo.
El despegue de los Geran-2 se realiza con una inclinación hacia arriba y, en sus primeros metros de recorrido, reciben un impulso adicional gracias a un sistema de asistencia conocido como RATO, que les ayuda a ganar velocidad rápidamente.
Una de sus ventajas es la gran versatilidad en el lanzamiento: pueden ser transportados y disparados desde casi cualquier tipo de vehículo, incluso comerciales, lo que los convierte en una herramienta difícil de rastrear y detener.
Aunque están diseñados para atacar objetivos en tierra, también pueden utilizarse en grandes grupos para saturar las defensas aéreas y forzar a los sistemas rivales a gastar recursos en interceptarlos.
“Piloto automático”
Los drones Geran-2 no tienen cámaras ni sistemas ópticos que les permitan ser controlados en tiempo real. En lugar de ello, dependen de sistemas de navegación por satélite como el GPS o el GNSS, que les permiten volar hacia unas coordenadas previamente fijadas. El inconveniente es que estas señales pueden ser bloqueadas o interferidas, lo que haría perder al dron su rumbo.
Para evitarlo, incorporan un sistema de guía inercial, una especie de “piloto automático” basado en sensores internos que mide la aceleración y el giro. Aunque menos preciso que el GPS, este sistema garantiza que el Shahed-136 pueda seguir volando hacia su destino hasta recuperar la señal satelital.
En algunos casos, estos drones pueden equiparse con sensores adicionales, como buscadores infrarrojos (para detectar el calor de un objetivo) o sistemas antirradar (para ubicar radares enemigos y atacar las defensas aéreas).
Sin embargo, su capacidad de ataque se limita normalmente a objetivos fijos previamente planificados, lo que los diferencia de otros drones kamikazes capaces de identificar e impactar sobre objetivos móviles o elegidos en el último momento.