Tsunami de Japón de 2011 EFE
El día que EEUU vio en los tsunamis un arma de guerra: se creyó tan importante como el proyecto de la bomba nuclear
Durante la Segunda Guerra Mundial, EEUU y Nueva Zelanda trabajaron en un arma capaz de generar olas gigantes frente a las costas enemigas.
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A lo largo de la historia, los tsunamis han demostrado ser sumamente destructivos, como los ocurridos en Indonesia, en 2004, o Japón, en 2011, por mencionar algunos de los más recientes. Estas olas gigantes, habitualmente consecuencia de un terremoto en el lecho marino, arrasan con todo lo que encuentran a su paso al tocar la costa, como si de un ataque directo de la propia madre naturaleza se tratase.
Precisamente, fue la capacidad nociva de este fenómeno lo que llevó a Estados Unidos a diseñar, junto con las Fuerzas Armadas de Nueva Zelanda, una bomba capaz de replicar un tsunami que causase daños masivos a ciudades y defensas costeras del enemigo.
Se cree que la idea surgió, en plena Segunda Guerra Mundial, cuando un oficial de la US Navy observó pequeñas olas generadas por explosiones utilizadas para limpiar arrecifes de coral. Pronto, el desarrollo fue denominado proyecto Seal.
Las primeras pruebas fueron llevadas a cabo por la Universidad de Auckland, entre 1944 y 1945, frente a la costa de Nueva Zelanda y Nueva Caledonia.
En un principio, ante el interés de los jefes militares británicos y estadounidenses para emplearlo contra las fuerzas del eje, se dio a este programa la misma importancia que a la bomba nuclear.
Sin embargo, el arma nunca llegó a probarse a escala real, aunque se llevaron a cabo 3.700 explosiones de tamaño reducido a lo largo de seis meses. Los datos que arrojaron estos experimentos no fueron del todo alentadores.
En este sentido, las pruebas arrojaron que con una única explosión no podría producirse un tsunami, aunque se concluyó que una línea de dos millones de explosivos a una distancia de ocho kilómetros de la costa sí podría crear una ola destructiva. El proyecto, una vez finalizada la guerra, quedó así en el olvido.
Dos décadas más tarde, en 1968, la Oficina de Investigación Naval de Estados Unidos retomó la hipótesis de utilizar olas gigantes como arma de guerra, pero demostró teórica y experimentalmente que la mayor parte de la energía de estas se disipaba al impactar en la plataforma continental, mucho antes de llegar a la costa.
Sin embargo, en 1999, cuando el Gobierno neozelandés desclasificó los documentos con los detalles del Proyecto Seal, la Universidad de Waikato sugirió que el arma podría llegar a ser viable.
El Arma del Apocalipsis
En la actualidad, el único país que se jacta de poder generar tsunamis es Rusia. En la última década, el Kremlin ha desarrollado el Poseidón, un torpedo nuclear construido bajo el máximo secreto y que pronto fue bautizado como el Arma del Apocalipsis dado las características y capacidad destructiva que se cree que tiene.
A falta de datos oficiales, las estimaciones señalan que el Poseidón cuenta con 24 metros de eslora por dos de diámetro. De ser así, se alzaría con el primer puesto de los torpedos más largos jamás fabricados. Aproximadamente, el doble que un misil balístico lanzado desde un submarino y 30 veces mayor que un torpedo pesado de tamaño estándar.
Prueba de lanzamiento de un torpedo Poseidón
Los ingenieros rusos diseñaron este armamento específicamente para integrarse dentro del submarino K-329 Belgorod, que entró en servicio en 2022. Este sumergible sirve de plataforma para el control de drones subacuáticos y todo tipo de armamento de largo alcance, entre los que destacan hasta seis Poseidón.
El proyectil es uno de los más avanzados de su clase y puede recorrer más de 10.000 kilómetros con su carga radiactiva, que los medios rusos han cuantificado en 100 megatones. No obstante, informaciones más recientes apuntan a dos megatones.
Propulsado gracias a un reactor nuclear de reducidas dimensiones, algunos analistas apuntan a que el Poseidón podría alcanzar una velocidad máxima de 100 kilómetros por hora, mientras que otros casi duplican la cifra y la sitúan en 185 km/h.
Todo ello con una capacidad de inmersión que llevarán sus 100 toneladas hasta 1.000 metros de profundidad, que dificultan su detección por parte de los sistemas acústicos y sensores.
Sistema de propulsión pixelado del torpedo Poseidón
Los planes originales de Rusia consistían en desarrollar un arma de segundo golpe o arma de contraataque que respondiera un primer lanzamiento nuclear por parte de un país enemigo.
Sin embargo, los estamentos militares del país también lo califican como un arma táctica capaz de actuar contra barcos de guerra. En particular, contra embarcaciones valiosas como pueden ser portaviones.