Misil de crucero Tomahawk
Por qué los misiles Tomahawk son el as bajo la manga de Trump para obligar a Putin a negociar la paz en Ucrania
Washington ha negado que vaya a entregar a Ucrania armas de largo alcance para atacar Moscú, pero tiene un plan B en caso de que Rusia no ceda.
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Donald Trump asegura estar "del lado de la humanidad". Esta fue la fórmula escogida por el presidente de Estados Unidos para descartar la posibilidad de que su país suministre armas de largo alcance a Ucrania con el fin de bombardear importantes ciudades rusas, como Moscú o San Petersburgo.
El nuevo lote de ayuda militar a Kiev, al que se ha comprometido este lunes el mandatario, incluye misiles de defensa aérea Patriot, que serán sufragados por los países europeos, según aseguró el propio Trump. Además, el mismo abarcará otros "misiles y municiones", de lo que se intuye que el material no será meramente defensivo.
El armamento, según la prensa estadounidense, que estudiaban en Washington entregar a Kiev era el AGM-158 JASSM, un poderoso misil con una ojiva de 450 kilogramos y capaz de impactar sobre objetivos a una distancia de hasta 1.000 kilómetros.
Un día después, el presidente estadounidense ha descartado esa posibilidad: “No estamos buscando hacer eso”. Al mismo tiempo, ha asegurado que Zelenski "no debería apuntar a Moscú".
Desde la Casa Blanca apuestan todavía por la vía de las negociaciones con Putin, aunque Trump ha lanzado esta semana un ultimátum -de 50 días y en forma de tasas arancelarias del 100%- a su homólogo ruso para firmar la paz con Ucrania.
"Al final de los 50 días, si no tenemos un acuerdo, sería una lástima. Se impondrán aranceles y también se aplicarán otras sanciones", declaró el martes a la prensa.
Sin embargo, medios como el Washington Post, han señalado que la administración Trump se guarda un as bajo la manga en caso de que el Kremlin no dé el brazo a torcer: los misiles Tomahawk, un viejo anhelo de Kiev para atacar objetivos estratégicos en territorio ruso.
Veloces y eficaces
Estados Unidos sí estaría dispuesto a ofrecer esta arma de largo alcance a Ucrania, que el propio Zelenski ya solicitó en 2024, como un método de presión más contra Putin en caso de que no hubiese avances a lo largo de los próximos 50 días.
Los Tomahawk, dependiendo de sus versiones, tiene incluso un alcance mucho mayor que los JASSM, pudiendo impactar a una distancia de entre 1.500 y 2.500 kilómetros. Actualmente, ninguno de los misiles del arsenal ucraniano llegan más allá de los 400 kilómetros, por lo que Kiev confía en sus drones de largo alcance para bombardear objetivos entre los 1.200 y 1.800 km.
No obstante, estas aeronaves presentan limitaciones tanto en la carga explosiva que pueden transportar como en el tiempo que tardan en impactar contra el enemigo. En cambio, los Tomahawk tienen un poder de fuego de hasta 450 kg de explosivos y pueden volar a 900 km/h.
La variante de este armamento capaz de ser lanzado desde tierra, por ejemplo, atraviesa los cielos a una velocidad que ronda los 800 km/h y a una baja altitud, lo que dificulta su detección por radar. Su rumbo puede establecerse previo al lanzamiento o ir modificándose en pleno vuelo al recibir órdenes a través de comunicaciones satelitales, lo que permite incluso cambiar de objetivo.
Lanzamiento de un misil Tomahawk desde el USS Ross. REUTERS
Los Tomahawk son ideales para destruir blancos relativamente pequeños, como equipos de defensa aérea y radares, dada la gran precisión que le confiere su sistema guía, que combina tecnología GPS y navegación inercial.
Sin embargo, son tres los objetivos prioritarios de Ucrania para convertirse en víctimas de estos misiles: aeródromos militares, depósitos de armas y centros de producción. La aviación rusa cuenta con pequeñas bases repartidas en la frontera, desde las que despegan numerosas aeronaves que infligen mucho daño a las tropas ucranianas, por lo que para Kiev es vital eliminarlas.
De igual manera, la destrucción de arsenales y las fábricas donde la engrasada maquinaria bélica rusa produce las armas que emplea en el frente de batalla obligaría al Kremlin a disminuir la intensidad y frecuencia de sus ataques.
El antecedente de Irán
El Tomahawk tuvo su debut en la Guerra del Golfo, en 1991, pero su desarrollo comenzó mucho antes, a principios de los años 70, por parte de la empresa General Dynamics. Actualmente, el fabricante principal de estos misiles es la firma estadounidense Raytheon.
Pese a ser un arma relativamente vieja, continúa siendo uno de los principales pilares del poderío militar de Estados Unidos y Putin solo tendría que mirar hacia Teherán para ver cuáles pueden ser las consecuencias de recibir un ataque con estos misiles.
El Tomahawk tuvo un papel destacado en la denominada Operación Martillo de Medianoche, en la que las fuerzas estadounidenses destruyeron las instalaciones nucleares de Irán y que puso fin a la escalada de tensiones entre Israel y el régimen de los Ayatolas.
En concreto, de acuerdo a los detalles de la misión brindados desde el Estado Mayor Conjunto de EEUU, un submarino de la Navy, ubicado a unos 640 kilómetros de distancia, lanzó "más de dos docenas de misiles Tomahawk" contra algunas posiciones clave iraníes, como aperitivo a la incursión aérea que protagonizarían los bombarderos B-2 Spirit.