Berlín

Anna Ohnweiler no es una abuela cualquiera. Tiene nietos, sí, como muchas otras mujeres de su edad. Pero esta alemana de 87 años encarna un novedoso acicate social para la lucha contra el auge de la extrema derecha en Alemania. Se trata de Omas gegen rechts, o “Abuelas contra la derecha”, una iniciativa lanzada por la propia Ohnweiler, una abuela de tres nietos.

Ella y su grupo plantan cara al radicalismo de la ultraderecha sin importarle los riesgos. Son “antifascistas” de la tercera edad. Por eso, a las “Abuelas contra la derecha” se las vio alzar sus pancartas en las contramanifestaciones convocadas para mostrar el rechazo ciudadano al cortejo de neonazis que, el pasado fin de semana, desfilaba por el noreste de Berlín para recordar a Rudolf Hess, otro secretario político de Hitler.

Hess se suicidó el 17 de agosto de 1987 en Berlín, cuando tenía 93 años. Lo hizo en su celda en una prisión del distrito berlinés de Spandau. Había sido condenado a cadena perpetua en los Juicios de Núremberg. Desde su fallecimiento, el 17 de agosto se ha convertido en un día de conmemoración neonazi en Berlín, en el que también participan contramanifestantes para expresar su rechazo al grupo. De hecho, este año hubo casi diez veces más manifestantes en contra que neonazis desfilando en las calles de Berlín. Entre los antifascistas estaban las “Abuelas contra la derecha”.

Las "Abuelas contra la derecha" luchan para que la historia no se repita.

“Aquella manifestación era una manifestación de neonazis, nuestro grupo en Berlín salió a la calle en contra de esa manifestación”, dice Ohnweiler a EL ESPAÑOL. “Sé que son peligrosos. A lo mejor no lo son tanto para mi generación, sino para las generaciones futuras. Me refiero a que haya radicales de extrema derecha llegando al Gobierno”. 

Con AfD en el punto de mira

No piensa exclusivamente Ohnweiler en los 700 neonazis que pasearon el pasado fin de semana por las calles de Berlín. Ella tiene, sobre todo, la mente puesta en la formación de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD).

La pujanza de AfD ha alterado el panorama político alemán. De no haber conseguido 94 diputados en las elecciones generales celebradas hace casi un año, no sería esa formación de ultraderecha el principal partido de la oposición en el Bundestag. Si no fuera un partido de creciente influencia, tampoco estaría en camino de entrar por la puerta grande del parlamento regional de Baviera.

Dos mil neonazis han vuelto a tomar las calles de la ciudad de Kemnitz

El rico Land del sur germano celebrará elecciones en octubre y los sondeos más optimistas atribuyen a AfD hasta un 15,2% de la intención de voto. Está muy por debajo de los valores concedidos a la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), a la que se otorga un 38%. A la CSU, a la que está hermanada la Unión Cristiano Demócrata (CDU) que lidera Angela Merkel, AfD parece haber arrebatado suficientes electores como para poner en peligro su tradicional mayoría absoluta. 

Producto de la, para muchos, alarmante evolución ascendente de AfD en Alemania es el despertar de colectivos como el que lidera Ohnweiler. “Nuestra motivación para estar en la calle, aquello por lo que protestamos, es esa evolución de la radicalización de ultraderecha en Alemania. Esto se observa principalmente en la entrada en el Bundestag de AfD”, comenta la fundadora de las “Abuelas contra la derecha”.

Radicalización de AfD

Anna Ohnweiler se muestra preocupada por cómo ha cambiado ese partido y por el modo en que ese cambio le ha hecho ganar votantes desde 2013, momento en que AfD aparecía a la derecha de la derecha del espectro político. “Primero aparecieron como un partido euroescéptico en los días de la crisis del euro, pero luego se han ido radicalizando, dando entrada a gente del Partido Nacionaldemocrático de Alemania (NPD), o acercándose a los Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (PEGIDA)”, apunta Ohnweiler.

A las Abuelas contra la derecha nos van a encontrar allí donde estén los neonazis, Pegida y AfD”, promete Ohnweiler. “En Alemania ya tenemos la experiencia del nacionalsocialismo en el poder y, simplemente, eso no puede volver a ocurrir, no podemos dejar jugar al nacionalismo ni al racismo un papel en política”, asegura esta mujer, nacida tras la Segunda Guerra Mundial. Sus padres y sus abuelos vivieron los días del conflicto contra Europa del III Reich.

Manifestación contra los neonazis en Alemania.

Sur organización es relativamente reciente. Surgió a principios de 2018. Sigue el modelo de las “Abuelas contra la derecha” de Austria, una organización de veteranas ciudadanas comprometidas y movilizadas en la pequeña república alpina ante el auge del Partido de la Libertad de Austria (FPÖ). Este partido de ultraderecha consiguió en las pasadas elecciones generales austriacas un 26% de los votos, un resultado en virtud del cual el FPÖ se convirtió en el socio de gobierno del Partido Popular Austriaco (ÖVP) del primer ministro Sebastian Kurz.

Tenemos tiempo y energía”

“No queremos que algo así ocurra en Alemania”, dice Ohnweiler. “Nosotras, las abuelas, no queremos algo así para nuestros nietos. Hemos terminado con nuestra carrera laboral, tenemos tiempo y energía”, asegura.

Ella es una activista que no descansa. La propia Ohnweiler está detrás de la creación de los grupos de abuelas militantes en grandes ciudades como Berlín, Colonia, Fráncfort, Bremen, Hamburgo y Múnich. El núcleo duro lo forman 638 personas comprometidas en la lucha “contra el fascismo, el racismo, el antisemitismo o la violencia contra las mujeres”, de acuerdo con Ohnweiler.

“Nuestros grupos suelen salir a la calle tan rápido, tan espontáneamente, que uno nunca sabe dónde hay manifestaciones nuestras contra la derecha. Los grupos siempre están activos donde es necesario”, explica, antes de dar cuenta del carácter abierto de su colectivo. Porque estas señoras militantes tienen sus puertas abiertas “a abuelos y a gente joven”, dicen sus responsables. 

La internacional de las abuelas europeas, en marcha

De hecho, en sus movilizaciones suele haber un público bastante heterogéneo, cuenta Ohnweiler. “Somos antifascistas, sí, pero tenemos muchas motivaciones para estar movilizadas, también nos dedicamos mucho a la ayuda a los refugiados. Muchas personas vienen por una motivación principalmente religiosa”, advierte la líder de estas abuelas militantes.

Anna Ohnweiler, fundadora del movimiento.

“Queremos montar un movimiento a nivel europeo, hay muchas abuelas y abuelos dispuestos, y jóvenes también”, plantea esta alemana de origen rumano afincada no lejos de Stuttgart (suroeste germano).

Todo ello, por su puesto, Ohnweiler lo hace sin renunciar a sus nietos. “Tengo mis días que paso como 'abuela abuela', pero tengo mucha energía y la quiero utilizar”, dice Ohnweiler en la víspera de irse de excursión todo el día con sus nietos, aún de vacaciones.