Berlín

No corren buenos tiempos para el Partido Nacionaldemocrático de Alemania (NPD), la que ha sido una de las principales formaciones de la extrema derecha germana hasta la irrupción de Alternativa para Alemania (AfD) en el paisaje político.

El Tribunal Constitucional alemán, con sede en Karlsruhe, tiene que pronunciarse próximamente sobre si el NPD es o no ilegal a petición del Bundesrat, la Cámara Alta de Alemania. El Bundesrat pidió en 2013 la ilegalización del NPD al considerar a este partido una amenaza para el sistema democrático germano. Por otro lado, si bien la crisis de los refugiados ha despertado la intolerancia de los sectores más reaccionarios de la población germana, estos prefieren a AfD a la hora de votar.

De ello dieron buena cuenta las últimas elecciones regionales celebradas en Baden-Wurtemberg (suroeste), Renania-Palatinado (oeste) y Sajonia-Anhalt (centro-este). En ellas el NPD firmó “los peores resultados que uno se pueda imaginar”, reconoce en esta entrevista con EL ESPAÑOL Frank Schwerdt, el vicepresidente de este pequeño partido. Su formación estuvo muy lejos de conseguir representación parlamentaria en dichos comicios.

La presencia en la escena política germana del NPD, partido que se suele describir como “neonazi” o de “inspiración neonazi”, es marginal hoy día. Con todo, cuenta con cinco diputados regionales en el Land de Mecklemburgo-Pomerania Occidental (noreste) y unos 370 ediles en toda Alemania. En las últimas elecciones generales se quedó muy lejos de superar el 5% de los votos necesario para lograr la representación en el Bundestag. Aun así, acumuló medio millón de votos (un 1,3%).

El NPD, que sólo tiene 5.500 afiliados, tiene escasos medios financieros y de sus arcas se dice que están vacías. Esto parece probar lo mal que se ha podido limpiar la entrada de la Carl-Arthur-Bühring-Haus, la sede del NPD. En la puerta principal de este recinto, situado en el centro histórico de Köpernick, al sureste de Berlín, apenas se ha borrado una pintada antifascista en la que aún se puede leer “FCK-NZS” (una suerte de abreviación inglesa de las palabras “putos nazis” [sic]).

El encuentro de este periódico con Frank Schwerdt tiene lugar en una pequeña sala de reuniones del centro de operaciones berlinés del NPD. Pese a los problemas con la justicia y a las dificultades políticas y financieras, el vicepresidente del NPD dice ser “optimista” cuando se le pregunta sobre la supervivencia del partido. Pero la última palabra la tiene el Tribunal Constitucional.

Hace una semana hubo en Berlín una manifestación en contra de la política de refugiados del Gobierno alemán con unas 3.000 personas. Fue convocada por la escena de la extrema derecha alemana. ¿Estuvo usted allí ?

Yo no fui. Me encontraba en la ciudad de Erfurt (este) resolviendo unos asuntos privados. Pero es seguro que nuestro partido participó en la manifestación.

Se dice que su partido está siendo muy activo frente a la política de refugiados. ¿En qué sentido?

Nuestro partido está siendo, efectivamente, muy activo. Es la función de los partidos políticos, ser activos. Hay mucha gente que está en contra de la evolución que está tomando la crisis de los refugiados. Los partidos están ahí para articular también esa forma de pensar, a través de manifestaciones, por ejemplo.

¿Qué piensan usted y su partido de la política de asilo del Gobierno alemán?

Estamos totalmente en contra de esta inmigración y de la política de asilo que deja entrar a la gente en el país sin muchas pruebas. El asilo es un derecho individual. Nosotros estamos a favor del asilo para la gente perseguida en su país. Pero el asilo es un derecho individual. No se puede venir sin más.

Las agresiones contra los refugiados están al alza en Alemania. Este fenómeno se suele asociar a la escena de la ultraderecha. ¿Qué piensa usted de esta violencia?

Nosotros no estamos en contra de los refugiados. Hacemos manifestaciones contra los políticos alemanes que no están afrontando la situación. Ese es nuestro objetivo.

Los refugiados son cuerpos extraños para Alemania porque cada país tiene su propia cultura, su desarrollo y su lengua. Nosotros pensamos que esto tiene que permanecer así

Según los términos de su partido, la gente que viene ahora a Alemania son “cuerpos extraños” para el país. ¿Hasta qué punto esto es así?

Son cuerpos extraños porque cada país tiene su propia cultura, su desarrollo y su lengua. Nosotros pensamos que esto tiene que permanecer así. La gente que viene de países árabes, viene con otra religión. La religión es importante porque empapa la cultura del país. Aquí es el cristianismo la religión que empapa la cultura. La gente de Iraq, Siria e Irán, tienen también conflictos entre ellos. Dentro del Islam también hay conflictos, entre chiíes y suníes. Están trayendo estos conflictos consigo. Y estos conflictos no debemos de tenerlos nosotros.

En el movimiento xenófobo de los Patriotas Europeos contra la Islamización de Europa (Pegida), los refugiados y los inmigrantes se presentan como una amenaza para la identidad alemana. Su partido lleva la palabra “nacional”. ¿Qué papel juega para usted la identidad nacional en política?

En nuestro país tenemos una larga tradición de problemas económicos o sociales que tenemos que solucionar. Estos problemas sólo se pueden resolver en el marco nacional.

Udo Pastörs, que fue presidente del NPD, dijo en su día que su partido es un partido “social-nacional”. ¿Cómo lo definiría usted?

Somos un partido nacionalista que quiere un reajuste social en Alemania. Es de sobra conocido que en nuestro país la diferencia entre ricos y pobres se está haciendo cada vez mayor, casi como en Estados Unidos. Nos estamos alejando del concepto de economía social de libre mercado y nosotros queremos un reajuste. No es que estemos en contra de los ricos. Pero no puede ser que los ricos siempre se hagan más ricos y que el resto no tengan oportunidades.

Nos reprochan estar en la tradición histórica del nacionalsocialismo y de intimidar a los ciudadanos con otras orientaciones políticas

Al NPD es habitual verlo con problemas judiciales. Hay miembros condenados por delitos como la “incitación al odio”. Pero ahora el propio partido se ve enfrentado al Tribunal Constitucional a petición del Bundesrat. ¿Puede explicar de qué se acusa al NPD?

Nos reprochan estar en la tradición histórica del nacionalsocialismo, el que levantó el III Reich. Esto significa que nos reprochan que queremos echar abajo el sistema político del país. También nos acusan de intimidar a los ciudadanos con otras orientaciones políticas en zonas – conocidas como “zonas nacionales liberadas“ o “zonas de miedo“  [ndlr.] – en las que estamos o hemos estado presentes, como en Mecklemburgo-Pomerania Occidental o en Sajonia.

A principios de mes hubo tres días de audiencias dedicados al NPD en el Tribunal Constitucional de Karlsruhe. ¿Qué impresión le dejaron?

Sobre el primer punto, se escuchó decir a un juez que el tema de estar en la tradición del nacionalsocialismo no jugaba ningún papel en su valoración. Sobre el otro punto, sobre las “zonas de miedo”, es verdad que estamos presentes en Mecklemburgo-Pomerania Occidental, porque los otros partidos no lo están. Pero esto no es motivo para que deban prohibir al partido.

Muchos de nuestros electores y de nuestros electores potenciales han votado ahora por AfD. Este partido nos hace daño

¿Ésa es la línea de su defensa?

La de nuestro abogado. Para ser prohibidos, según la jurisprudencia, que concierne los casos de dos partidos, el del Partido Socialista del Reich y el del Partido Comunista Alemán, nuestro abogado puso de relieve que las razones por las que se prohibieron esos partidos no pueden aplicarse al NPD.

¿Teme usted por la vida de su partido?

Al principio del proceso, hace tres años, pensamos que la cosa se presentaba mal para nosotros. Pero tras las audiencias de este mes volvemos a ser optimistas.

Parece que son tiempos difíciles para el NPD. ¿Recuerda cuáles fueron momentos mejores?

Buenos tiempos eran los de 1979, cuando estábamos presentes en siete Länder. Luego el partido cayó en la irrelevancia. Aparecieron también Los Republicanos y este partido tuvo el mismo efecto que está teniendo ahora AfD en el electorado. Muchos de nuestros electores y de nuestros electores potenciales han votado ahora por AfD. Este partido nos hace daño claramente. En 2004 tampoco nos iba mal, también contábamos en Sajonia con un 10% de los votos. Y luego entramos en Mecklemburgo-Pomerania Occidental y superamos la barrera del 5% para la representación en los parlamentos regionales de Turingia y Sajonia-Anhalt.

El NPD ofreció su apoyo a AfD en las últimas elecciones regionales. ¿Qué relación guardan ambos partidos?

No hay relación oficial con AfD. Pero sí que hay contactos a nivel de regional y municipal. Sin embargo, los líderes nacionales de AfD declinaron la última oferta de apoyo del NPD.  

Yo no veo ninguna modernización en la CDU. Yo estuve en la CDU y lo que vi sobre todo fueron intrigas de poder.

El triunfo de AfD en las elecciones regionales choca con los resultados del NPD.

Nosotros obtuvimos unos resultados muy malos. Los peores resultados que uno se pueda imaginar. La gente se ha dicho que con AfD hay más opciones de conseguir algo que con nosotros. Pero nosotros dudamos de que en cinco años AfD siga tan fuerte como ahora. Me puedo imaginar que el partido se divida en lo sucesivo. Porque dentro del partido hay gente que viene de los partidos mainstream, ya sea del Partido Liberal (FDP) o de la Unión Cristiano Demócrata (CDU).

¿Cree usted que AfD es un fenómeno temporal?

Pienso que el gran éxito del partido es temporal. El partido ha crecido muy rápidamente desde que se formó en 2013 y esto entraña problemas. Además, se puede repetir la historia de Los Republicanos, que fueron muy fuertes, teniendo diputados regionales en varios Länder, en Baviera, en Berlín, en Baden-Wurtenberg y hasta en el Parlamento Europeo, donde se aliaron con el Frente Nacional, entonces de Jean-Marie Le Pen. Pero después el partido se desmoronó. Esto es algo habitual de partidos que crecen muy rápidamente y que no tienen estructura para asumir el crecimiento.

Usted lleva décadas haciendo política. Pero antes de fundar el NPD fue miembro de la CDU, el partido de la canciller Angela Merkel.

Desde los 16 años estoy en política. Estuve 18 años en la CDU, pensando que los objetivos sociales se podrían conseguir en grandes partidos.

Muchos señalan que la CDU se ha modernizado con la canciller al frente. ¿Qué piensa usted?

Yo no veo ninguna modernización en la CDU. Yo estuve en la CDU y lo que vi sobre todo fueron intrigas de poder. Lo interesante era que la CDU era un partido a través del cual se pueden ganar elecciones, conseguir ser diputado o ministro.

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