El verano es el momento perfecto para observarla.

El verano es el momento perfecto para observarla. Istock

Salud y Bienestar

Lo que tu lengua dice después de una semana de excesos: así puedes interpretar su color, textura y forma

Esta zona puede ser muy reveladora de diferentes patologías y del estado general de tu cuerpo.

Más información: ¿En verano te sientes cansada, con menos apetito y de mal humor? Aquí te explico las razones y cómo evitarlo

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Deja de buscar señales de alerta en analíticas, test de intolerancias o cuestionarios de síntomas. Uno de los indicadores más sencillos, visibles y directos de cómo está funcionando tu sistema digestivo y tu salud general… está en tu boca.

La lengua —ese órgano que damos por hecho— puede ser una herramienta clínica valiosa. Desde la medicina tradicional china hasta la medicina integrativa moderna, se considera un reflejo de lo que está ocurriendo dentro: sistema digestivo, estado de hidratación, estrés, carencias nutricionales, microbiota…

Y sí, el verano es el momento perfecto para observarla. Porque entre el calor, los helados, los cócteles, las digestiones pesadas y el descanso alterado, tu cuerpo se adapta… pero no siempre sin coste.

¿Te has mirado la lengua alguna vez? Cada vez que lo pregunto en consulta, la respuesta es la misma: “La verdad… nunca me la he mirado con detenimiento”. Y no me sorprende. Solemos observarnos la piel, el pelo, incluso las uñas. Pero esta zona —salvo que duela— suele pasar desapercibida. Hasta que aprendas a leerla… y ya no podrás dejar de hacerlo.

¿Qué secretos esconde?

Desde un punto de vista fisiológico, la lengua refleja:

  • Cómo están los microbios de tu boca y tu intestino: clásicamente los desequilibrios en la flora pueden generar saburra (esa capa blanca o amarillenta).

  • Cómo va el hígado: la función hepática está íntimamente relacionado con la desintoxicación, y cuando va lento, la lengua lo puede mostrar mostrándose amarillenta o hasta azul.

  • La función digestiva en general, ya que cuando el estómago no digiere bien o el intestino está inflamado, esta suele avisar.

  • Las carencias nutricionales de hierro, vitaminas del grupo B o zinc dejan señales visibles.

Señales clave en tu lengua

1. Lengua blanca o con saburra espesa

Es el típico indicador de candidiasis oral o sobrecrecimiento fúngico digestivo (frecuente tras muchos dulces, alcohol o antibióticos), una mala función hepática, ya que el hígado va más lento y hay más toxinas circulando o una mala digestión que implica fermentaciones, hinchazón y/o pesadez tras las comidas.

¿Qué hacer en este caso? Reducir azúcares y harinas refinadas durante unos días, aumentar vegetales amargos como la rúcula, la escarola y la alcachofa e incorporar probióticos naturales y alimentos ricos en enzimas digestivas (como la piña o el jengibre).

2. Lengua roja, brillante o con los bordes muy marcados

Puede hablarnos de un déficit de vitamina B12, hierro o ácido fólico, de que no estás absorbiendo bien los nutrientes por disbiosis en tu flora o por permeabilidad intestinal o de que te has pasado con el estrés y tu sistema nervioso simpático está colapsando.

¿Qué remedios existen? Asegurar tomar una proteína completa y fuentes de hierro biodisponible, por ejemplo, aumentando el consumo de huevo, pescado, carne y legumbres bien combinadas.

Priorizar el descanso y la exposición solar matinal te ayudarán a regular el ritmo circadiano y la producción de melatonina (hormona del sueño) y serotonina (la de la tranquilidad). Además, si tienes falta de hierro lo absorberás mejor si añades alimentos ricos en vitamina C: pimiento crudo, cítricos y kiwi.

3. Lengua seca, agrietada o con sensación de 'boca pastosa'

Puede deberse a deshidratación real o funcional (no basta con beber, también importa el equilibrio electrolítico), un consumo elevado de alcohol, café o bebidas muy azucaradas o a disbiosis oral.

¿Qué hacer? Tomar agua, pero también infusiones remineralizantes (con menta, hinojo, manzanilla), añadir una pizca de sal marina sin refinar a un vaso al día y evitar enjuagues bucales agresivos que alteren la microbiota oral.

Su color es un buen indicador de salud general.

Su color es un buen indicador de salud general. Istock

4. Lengua con marcas dentales en los bordes

Suele indicar una inflamación intestinal crónica (síndrome de intestino irritable, permeabilidad intestinal), una digestión lenta, poca producción de enzimas y jugos gástricos o una retención de líquidos y pesadez.

¿Qué opciones tienes? Evitar alimentos que aumenten la carga inflamatoria y empeoren la situación (embutidos, azúcar, aceites refinados), tomar los que favorezcan la digestión como caldos, cremas templadas, especias como cúrcuma o comino, caminar después de comer y evitar tumbarnos tras las cenas.

5. Lengua con aftas, llagas o zonas irritadas

Pueden ser señal de un sistema inmune debilitado o sobrecargado, de un desequilibrio en la microbiota oral (tras tomar antibióticos, o por exceso de azúcares simples) o una reacción a carencias nutricionales (vitamina B2, zinc, ácido fólico).

¿Qué hacer? Aumentar el consumo de alimentos crudos bien lavados, ya que son una fuente natural de enzimas y probióticos, suplementar (si fuera necesario) con vitaminas del grupo B y zinc (siempre con asesoramiento) y mejorar la higiene bucal sin usar productos bactericidas agresivos.

El calor, las cenas tardías, los cócteles, el descanso irregular… todo eso afecta a tu digestión y, por tanto, a tu lengua. No es cuestión de obsesionarse, sino de observar con curiosidad. Un cambio en tu lengua puede ser el primer aviso. Como un semáforo que se pone en ámbar antes de que llegues a un punto de agotamiento físico o digestivo mayor.

¿Qué puedes hacer si notas que tu lengua ha cambiado?

  • Prioriza alimentos vivos: crudos, fermentados, cocinados al vapor o al horno. Menos fritos, menos procesados.

  • No cenes tarde cada noche: permitir 12 horas de ayuno entre cena y desayuno da un respiro al sistema digestivo.

  • Incluye alimentos amargos y probióticos naturales cada día.

  • Cuida tu descanso: la regeneración intestinal y hepática ocurre sobre todo de noche.

  • Observa tu lengua al despertar, antes de cepillarte. Sin obsesión, pero como un hábito de autoescucha.

La lengua no miente. Cuando el cuerpo se desajusta, avisa. A veces con cansancio, a veces con hinchazón… y muchas veces con ella. Observarla puede ser una herramienta simple y poderosa para reconectar contigo este verano. Porque no se trata de controlar cada bocado, sino de escuchar lo que tu organismo te susurra antes de que te grite.