Luis Tosar me cae mejor que la mayoría de mis amigos, mejor que gran parte de mi familia. Es bello, entero, íntegro. Gasta fisionomía de hombre leal. Hay una solvencia moral en él, una especie de ética profunda entroncada en su gesto haga lo que haga: parece un tipo al que confiar tu bolso o tu vida, ya sea en esta ocasión narco o policía.
Con esas cejas tan pobladas de sabio raro, como subrayándole por arriba la mirada inteligentísima. Levemente tierna, levemente irónica, levemente trágica.
Yo diría que Tosar mira de verdad, con todo lo que eso significa. Significa que te reconoces a ti mismo cuando te clava las pupilas. ¿Quién sabe hacer eso?
La gente ojea, la gente va de pasada, ensimismada, fuera de sí. Pero Luis está radicalmente donde están sus ojos: habita el mundo, barre sus espacios.
Luego parecería hosco, pero resulta que no lo es: ni como personaje ni como actor. Siempre queremos rascar ese secreto que hay en lo profundo de él, ese secreto que le explica y le hace humano y le da razones. Está en nuestro equipo, Luis, o inevitablemente nosotros estaremos en el suyo, pobres espectadores que sueñan con contratarle clandestinamente para un asunto inconfesable.
Jamás será malo, Tosar, y esa es una de sus grandezas: que siempre será comprendido. Nos envolvió hace rato con su magnetismo y vamos viajando con él al fondo de los hombres peligrosos, de los hombres entrañables, de los hombres con más pasado que futuro.
Ahora presenta Golpes, una película dirigida por Rafael Cobos que coprotagoniza con el también fantástico Jesús Carroza: qué dos. “Es un filme muy original que aúna géneros: tiene mimbres de thriller, de cine quinqui o policial… pero en realidad habla de otras cosas, habla de un drama entre hermanos que viene dado por un suceso luctuoso de la infancia”, cuenta Tosar a quien no lo sepa.
“Fue el asesinato de su padre, que era un represaliado en la Guerra Civil y el franquismo, y de aquellos polvos, estos lodos. De mayor, por separado, Migueli y Sabino, esos dos hermanos, han hecho su vida”, alega.
Sí. Y cada uno ha digerido el trauma como ha podido. Migueli (Jesús Carroza) quiere que se haga justicia, quiere recuperar los restos de su padre, quiere honrarle colocándose, como hizo él, siempre frente al poder oficial. Sabino (aquí Luis Tosar) “se ha hecho policía y ha sido tragado por el sistema, se ha acoplado a él y ha vivido de manera confortable intentando olvidar el recuerdo de su padre y de su hermano”. Hasta que se reencuentran porque Migueli sale de la cárcel, reúne a su banda y vuelve a delinquir… y Sabino es el agente encargado de cazarle.
Como decían en la Biblia: "¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?". Oh. Créanme, en este caso sí.
Migueli es como su padre: una persona atravesada por su ideología, por sus valores de izquierdas. Él dice que sólo le roba “a los fachas”. ¡Muy Robin Hood! ¿Quiénes son los fachas en la España de 2025?
Los fachas son ese movimiento amplísimo de ultraderecha que nos amenaza y que cada vez tiene más adeptos por lo que veo, pero lo que me preocupa es que está sumando también a gente que era sospechosa, digamos, de cierto conservadurismo, pero que ahora mismo se están escorando.
Luis Tosar: uno de nuestros actores favoritos.
A algunos ya se les veía venir, ¿no? Pero no veíamos venir de forma tan clara cómo chavalillos de 13 o 14 años iban a empezar a tener discursos reaccionarios, no veíamos venir cómo iban a regenerar una figura como la de Franco, que no parece que haya sido el mismo señor que un 18 de julio se alzó en armas para derrocar a un Gobierno legítimo. De aquella guerra y aquella dictadura, al final, nos va a costar recuperarnos. Nos va a costar recuperarnos de Franco.
Sabino, tu personaje en la película, viene de un padre represaliado de izquierdas pero él se hace policía justamente por contraste. Tú que has hecho de policía y de delincuente (recuerdo la emblemática ‘Celda 211’), ¿en qué piel te sientes más cómodo? ¿Hay una sensación entrañable y adolescente en el espectador (a mí misma me pasa) en la que los ‘polis’ aún son ‘los malos’ para nosotros?
(Ríe) Bueno, todos hemos intentado un poco ir a la contra de nuestros padres, son movimientos reactivos de la adolescencia, yo entiendo la rebeldía y entiendo la juventud. El problema es que ahora mismo muchas de esas reacciones se dan por lo que los chavales ven en internet, no por contradecir a sus padres.
En el caso de Sabino, viene desde niño: hay una escena en la que están en la cocina de casa con el padre allí escondido y Sabino dice “es por tu culpa por lo que no podemos hacer nada, por pensar como piensas, si nos quisieras tanto no estaríamos así…”.
Claro: el niño lo que entiende es que si tiene la ideología de su padre, será castigado por la sociedad, y además no acaba de entender el concepto de la ideología o de los principios ni su importancia, y dice “coño, todo esto viene por lo que tú dices, si no dijeras eso, estaríamos en otra situación…”. Así que va a la contra.
"En la ficción nos caen muy bien los delincuentes, a los narcos les vemos como a maravillosos piratas, pero en la calle es la poli quien nos saca las castañas del fuego”
Respecto a tu pregunta: en la ficción nos caen muy bien los delincuentes, simpatizamos mucho con ellos y ponemos muy a caldo a la policía, pero en la vida real son los que te sacan las castañas del fuego así que tenemos que agradecer que la haya (ríe).
En la realidad, hay de todo en todas partes: delincuentes simpáticos y horribles, policías éticos y horrorosos… pero hay que tener cuidado con la glorificación del delincuente porque a la hora de la verdad si nos los encontramos por una calle oscura se nos quita la risa.
Mira, nos encantan los narcos en la ficción, los vemos como maravillosos piratas, pero en la vida real conocemos el tráfico de drogas, el daño que produce y las secuelas que puede dejar en la sociedad. Hay que poner todo en su justo lugar.
Tú coqueteaste con el Bloque Nacionalista Gallego y ahora te identificas como una persona progresista. ¿Cómo te sientes como actor y ciudadano de izquierdas ante la izquierda actual? Reina cierto desencanto.
Sí, desde luego. Como todo el mundo, siento decepción por la actual izquierda. Tengo la sensación de que los mínimos progresos que se hacen no se comunican bien y que estamos en un momento político de trincheras tan salvajes que es difícil que se pueda lograr ningún consenso.
De todos modos, no paro de sentir que la política es demasiado estética, que todo se habla, se dibuja y se maquilla, pero que no se dan pasos de verdad hacia el progresismo social, o cada paso cuesta un huevo. Cuando alguien intenta cambiar algo, se le ponen palos en las ruedas para que no dejemos de vivir en este sistema neoliberal salvaje… donde nada cambia de verdad.
El tema de la vivienda es el más sangrante, especialmente para un Gobierno progresista y presuntamente preocupado por lo social.
Sí. Es tremendo. El sistema ultracapitalista nos dice “la propiedad privada no se toca”, y vale, propiedad privada hasta cierto punto, cada uno tiene derecho a gestionar su propiedad como le gustaría, pero hay un mercado que tiene que regularse de forma mínimamente ecuánime y dar oportunidades a todo el mundo.
Es aterrador ver una cosa creciendo sin control como le sucede al mercado inmobiliario. Queda mucha gente excluida de la ecuación. No puede pasar. Necesitamos un sistema mínimamente solidario: y esto ya no es una idea de izquierdas, es convivencia, es solidaridad con tu vecino.
Tosar nos recibe en el hotel Urso, en Madrid, y hablamos sobre la masculinidad de sus películas y de su vida.
¿Cómo es la masculinidad de ese español que no transita en la Transición? A Sabino le pasa: ve cómo su mujer va cambiando, se va modernizando, se va alejando de él. ¿Qué hay de ese español rancio que no se abre al feminismo?
Creo que nos queda mucho por hacer. Estos días estaba leyendo un libro de María Martín Barranco, llamado ‘La desfachatez machista’. Es interesante. Ha habido mucha literatura de señoros y ella hace un repaso por los últimos veinte años, casi, y cuenta desde una visión irónica cómo los hombres hemos intentado contar el relato feminista o adueñarnos de ese relato.
"Siento decepción por la izquierda actual. Todo en la política es estético. Nada cambia de verdad en este sistema neoliberal salvaje”
Hay un despiste brutal, estamos despistadísimos. Ha habido mucho hombre que ha querido adherirse al movimiento pero que en realidad no está poniendo de su parte para que el machismo acabe: es un libro que retrata muy bien eso que nos gustaría ser y eso que en realidad somos. Tenemos que ponernos mucho las pilas.
Ah, ese feminismo de los hombres que a veces sólo ha sido estético. Se han calzado una totebag y se han pintado las uñas de negro y han dicho “listo, ya soy un aliado”.
Sí, o han dicho “soy feminista” y ya se han confiado, han pensado que estaba todo hecho, cuando decir “soy feminista” no significa nada. Yo reconozco que hay mucho trabajo por hacer: me queda hacerlo, nos queda.
Y muchos lugares en los que ha ido ganando espacio el feminismo pero donde nosotros no dejamos que se implante del todo, no cedemos los espacios con tranquilidad, hay mucha resistencia. Al hombre español le falta aún mucho para reinterpretarse desde el feminismo.
Luis Tosar.
Luis Tosar.
Hay una escena espectacular en la película: los dos hermanos cantan Tu frialdad, de Triana, frente a sus dos mujeres. ¿Qué crees que es lo que los hombres aún no han entendido de las mujeres?
Hay una cosa importante: los hombres no sabemos preguntar o hacemos las preguntas incorrectas siempre. A veces es por la educación o por unos roles autoimpuestos que son absurdos, pero eso es parte del recorrido que tenemos que hacer para solventar esta sociedad tan machista en la que vivimos.
¡Los hombres enteros que hablar más… y verbalizar las cosas que nos ocurren! Nada es del todo naturaleza, puede ser modificado. Al final, lo único de lo que hablamos los hombres es de fútbol y de darnos de hostias entre nosotros, ah, los grandes hombres y sus guerras… mira Trump y Maduro, cada uno con su gorra hablando de dar hostias.
Hablemos de las mujeres de tu vida. ¿Empezamos por tu madre?
Mi mamá se llama Alicia. Es una persona de un pueblo muy pequeñito, de Ludrio. Le llaman ‘el balcón da comarca’, da a Terra Chá. Nació en el año 39, en pleno final de la guerra, y en un ambiente rural. La Galicia de aquellos momentos era una Galicia muy dura, con muy pocas oportunidades de estudiar, con muy poca alfabetización.
Mi madre trabajó en el campo desde muy pequeñita, en una familia muy humilde, y después conoció a mi padre, se casaron, tuvieron dos hijos… a mi hermano y a mí. Tuve una infancia muy feliz.
"Los hombres no sabemos preguntar o hacemos siempre las preguntas incorrectas. Al final sólo hablamos de darnos de hostias entre nosotros"
Siempre estuvimos muy arropados, muy cuidados. Soy claramente la persona que soy, en todos los términos (de solidez, de seguridad, de optimismo) gracias a los dos, pero en la manera de ver la vida y en la gracia… por mi madre, que es una persona muy sonriente, muy alegre.
La vida le ha dado sus buenos palos, como a todo el mundo, y ha perdido a mucha gente por el camino. Se ha muerto casi toda su familia antes que ella. Pero tiene una manera de entender la vida que es una maravilla.
Qué bello eso que dices de tu crianza. Me recuerda a una frase de Louise Gluck: “Miramos el mundo una vez. El resto es memoria”.
Total. Mis padres no tenían un chavo, vivimos sin un puto duro, con muy pocos recursos, pero trabajaron como cabrones para sacarnos adelante y además nos dieron mucho amor y mucha alegría. Somos lo que somos por ellos.
Luis Tosar habla de su infancia en Galicia y de cómo se enamoró de su pareja, Luisa.
Tú naciste en el año 71 en Galicia. ¿Cómo era ser niño entonces? ¿Cómo recuerdas tu infancia y adolescencia frente a las niñas? ¿Sentías extrañeza, admiración, miedo…?
Yo conocía a las niñas por el barrio, porque estudié la EGB en un colegio masculino, segregado, en Maristas. Se hizo mixto después de que yo saliese de allí. Compartí clase con chicas la primera vez en Primero de BUP.
Fui a un instituto que antes era femenino y entré en la primera promoción mixta, éramos 50 críos con unas 2.000 niñas (ríe). Imagínate. Fue entrar en otro mundo, en un mundo totalmente incomprensible.
Mis amigas hasta ese momento habían sido de la calle, del barrio. Recuerdo a mi amiga Merceditas, que fue mi primera amiga, la primera chica con la que jugué, allí bajo los bloques en los que vivíamos… y teníamos una relación de tú a tú, no se marcaba el género.
Siempre jugué más con niñas que con niños. Y luego he tenido siempre una pandilla muy mixta, la pandilla de Lugo del instituto, que seguimos muy conectados y unidos… y somos mayoría de niñas. Después tuve otra pandilla en Santiago y lo mismo.
Nunca he tenido una pandilla de amigos, de hombres, y eso es muy sano: nunca me han gustado las pandillas de tíos, me aburren sus temas de conversación. Somos mejores cuando estamos con amigas.
¿Recuerdas tu primer beso?
(Ríe) Pues sí. Fue con una chica que se llamaba Carmen, en un cine, viendo Krull. Que era como de espadas y magia… no sé, una especie de serie B… mi amigo José Luis fue con una chica y yo con otra. José Luis murió muy joven, con 30 años. Era amigo del cole. Nos habíamos echado dos novias y fuimos en pareja al cine. Ese fue el primer beso.
"Me di cuenta de que me estaba enamorando de Luisa, mi pareja, porque enfermó y se quedó durante un mes en mi casa. Fui feliz, todo fluía de forma natural y bonita"
¿Cómo arrancó la cosa con Luisa Mayol, tu pareja? ¿Cómo supiste que estabas enamorado de ella?
Me di cuenta de que estaba enamorado de ella en un momento de lucidez… en uno de esos escasos momentos de lucidez que tiene uno. Llevábamos un mes conviviendo sin haberlo planeado, porque ella vino a verme y enfermó, tuvo una infección de riñón, y se quedó conmigo más tiempo y yo hice de enfermero.
Cuando nos quisimos dar cuenta llevábamos un mes viviendo juntos… y más, y más… fue un momento extraño en el que eché cuentas y dije “coño, llevamos más de un mes viéndonos las 24 horas del día y todo va especialmente bien”. Todo fluía de una manera natural y muy bonita. Y ahí le pedí que volviese, porque tenía que marcharse a Chile en ese momento, porque se le caducaba la Visa… ahí fui feliz, supe cosas, lo supe casi todo.
¿Cómo es la vida doméstica de dos actores, de dos personas creativas, curiosas… cómo es eso en casa?
Nos dejamos mucho espacio. Es importante el espacio en profesiones y personas tan intensas. Intentamos que el otro tenga su momento, su concentración, y también nos llamamos al orden cuando nos estamos colando. Tratamos de cuidarnos.
Nos llevamos diez años de diferencia pero ambos somos personas maduras con una vida atrás y una estabilidad mental que requiere independencia, respeto. Luisa es una mujer… increíble. Mucha gente la define como “luz”. O creen que se llama “Luz” porque yo la llamo “Lu”. El rasgo que más la define es ese, es muy luminosa aunque la vida se ponga dura. Tiene una luz natural imborrable.
Luis Tosar señala que su escritora favorita es Rosalía de Castro y su actriz favorita, Meryl Streep.
Escritora favorita.
Rosalía de Castro. Es para mí el descubrimiento de la poesía. Es la escritora totémica. Su poesía está por todas partes.
Actriz.
Meryl Streep es la más grande. Es la mejor actriz y el mejor actor. La he visto hacer cosas tan extraordinarias… y al mismo tiempo transmite la sensación de que actuar es muy sencillo. Me maravilla. Dices “a esta señora me la podría cruzar yo en el supermercado, haciendo la compra”. Tiene familiaridad, algo espectacular que la aleja de esa intensidad actoral…
Cineasta.
Itziar Bollaín. Cuando fui a ver ‘Hola, ¿estás sola?’ al cine me dije “este es el tipo de cine que yo quiero ver y que yo quiero hacer, es el tipo de directora con el que me encantaría trabajar”. Y luego lo hicimos. Ese cierto humor suyo. Esa manera en la que se ha enfrentado al cine desde una vocación de contar la historia de la manera más fiel posible. Su deseo de no traicionar nunca la historia que está contando. Eso requiere un sacrificio temporal, dedicar mucho tiempo a cada producción. La admiro.
"Mi escritora favorita es Rosalía de Castro. ¿Actriz? Meryl Streep. Directora, Itziar Bollaín. Cantante, Janis Joplin. Y política, Ana Pontón"
Cantante.
Janis Joplin. Cuando montamos una banda hacíamos covers suyas. Ahora escucho mucho a Larkin Poe, dos hermanas que son de Georgia, que hacen música de raíz americana acojonante.
Política.
Ana Pontón. Coincidí con ella haciendo campaña en las europeas hace miles de años, cuando ella estaba empezando en el bloque nacionalista, y hoy es la candidata por Galicia. Me parece guay, es una figura que me gustaría resaltar.
Personaje de ficción femenino favorito.
Harley Queen. Es gamberra, salvaje, loca, divertida, sexy, violenta con gracia. Un personaje impredecible. Un gran personaje.