Posado de la actriz francesa.

Posado de la actriz francesa. Gari Garaialde

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Juliette Binoche debuta como directora con su proyecto más íntimo: "Aprendí a encarar mi miedo a hacer el ridículo"

La actriz ha estrenado la película documental In-l In Motion, basada en la obra que combina danza y teatro que creó junto al coreógrafo Akram Khan.

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Casi 18 años han transcurrido desde que Juliette Binoche se tomó una especie de pausa en su intensa carrera interpretativa para explorar otros escenarios. Con el reconocido bailarín Akram Khan, se juntaron dos deseos: él quería actuar, ella quería bailar.

La aventura de danza-teatro, a la que titularon In-I, les llevó a recorrer ciudades de Europa, Asia, China, Canadá, EEUU, con 100 representaciones en total, en las que escenificaron algo parecido a una intensa y salvaje agonía de una relación amorosa.

“Cada noche, antes de salir al escenario, pensaba que iba a morir rememora la actriz, despojada de su chaqueta de cuero negro—. Pensaba que me lastimaría, que me iba a quedar sin aliento, que terminaría por desfallecer tirada en el suelo muriéndome o algo parecido, porque en realidad no sabes hasta dónde puedes llegar”.

Fotograma de la película documental.

Fotograma de la película documental. Cedida

Ese recuerdo, al que sólo ella le puede inyectar veracidad y realidad, tanto como si nos metiera en algo parecido a una máquina del tiempo, lo trae al presente a propósito de su debut en la dirección con In- I In Motion.

Presentado en el Festival Internacional de San Sebastián, se trata de un documental que recoge en 157 minutos el backstage de una experiencia que la reputada intérprete francesa califica de “extraordinaria, dolorosa, llena de vida y de pasión”. No se queda corta con su descripción.

Juliette, cuya carrera será una vez más galardonada en nuestro país, esta vez en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, tiene una explicación bastante sencilla, hasta cierto punto terrenal, de por qué ha decidido estrenarse justo ahora detrás de las cámaras.

Durante mucho tiempo atesoró las grabaciones del proceso creativo, los ensayos, las exploraciones y explosiones emocionales y el espectáculo en sí, a pesar de haber sido animada por el mismo Robert Redford para que hiciera una película con la obra, para que trascendiera así a la fugacidad propia del teatro.

Guardé esas cintas durante 15 años porque trabajaba muchísimo como actriz”, entre tres y cinco películas por año para ser más específicos. "Entonces me preguntaba en qué momento podría hacerlo. Además, no tenía ninguna productora que me respaldara, como tampoco sabía de qué manera podría gestionarlo”, se sincera.

A la recién nombrada presidenta de la Academia de Cine Europeo (EFA), le llegó el momento de desempolvar aquellas grabaciones y los recuerdos cuando hace dos años dos productores, que apoyan proyectos de mujeres, la abordaron en el Festival de Cannes.

“Fue un proceso largo”, resume Binoche, desplegando sus intenciones ya con la película mostrándose en varios países, incluyendo España. “Quiero que el público lo experimente con sus propios sentidos, que se sienta atento, eufórico, sin aliento... Así como cuando te arriesgas a hacer algo nuevo en tu vida… Somos seres en constante transformación y creo que no exploramos todas nuestras posibilidades”, añade.

Juliette sabe de lo que habla, más allá de todos los confines del universo a los que le ha llevado cada uno de sus personajes. “No sabía que podía bailar. De hecho, pienso que todo se trata de movimiento. Cuando actúo lo siento dentro de mí, la emoción me impulsa a moverme, ya sea aprendiendo los diálogos o trabajando con los otros intérpretes", confiesa.

"Subirme al escenario para escenificar esta obra fue un descubrimiento aterrador, y hasta doloroso, porque cuando te quedas sin aliento, automáticamente tienes la certeza de que vas a morir”, prosigue con cierto tono de broma.

Binoche, durante su paso por el Festival de Cine de San Sebastián.

Binoche, durante su paso por el Festival de Cine de San Sebastián. Gtres

¿Qué se necesita para meterte en un proceso como ese?

No se trata sólo de valentía, sino de la necesidad de seguir adelante, que al final es lo que te sirve de impulso. Creo mucho en el fuego de la vida, del descubrimiento, de la curiosidad, del cambio y de la interacción como motor de ese impulso que te hace continuar.

Poco a poco tienes que transformar el dolor, cada sentimiento que experimentas, para luego darle paso a una especie de alegría, lo cual es muy gratificante.

¿Cuáles fueron las grandes enseñanzas que extrajiste como actriz y persona?

Sobre todo aprendí que hay que ser muy paciente y las dificultades que representa tolerar las diferencias de los demás. Esto lo digo porque al principio Akram (inglés de ascendencia bangladesí) y yo tuvimos un conflicto. Creo que desconfiaba de que yo fuera blanca y él negro, como yo desconfiaba de que él fuera hombre, a pesar de ser una mujer que vive en un mundo de creación colaborativa.

Pero pensé que tenía que encontrar la forma de trabajar juntos y estaba convencida de que podíamos aprender uno del otro. Por lo tanto, era necesario encontrar un espacio de tolerancia. Así que en los momentos de tensión aprendí a ser paciente, a tomar distancia, a escuchar y a cuestionar más que a confrontar con mi temperamento.

También aprendí en cada presentación a encarar mi miedo a quedarme sin aliento y a hacer el ridículo, porque yo no soy bailarina y me exponía. Al principio las críticas fueron muy duras, pero tuve que sobreponerme y afrontarlo; proyectaban en mí algo que no soy. La belleza de todo eso radica en que estás inventando algo que te pertenece, pero que no es exactamente lo que crees que debería ser.

¿En qué se diferencian los roces que se generan en una cocreación a aquellos que se pueden producir entre una actriz y su director o directora?

El mismo Akram reiteraba que las fricciones eran parte del proceso, sobre todo porque se establece una relación íntima en la que tienes que enfrentarte a ti misma, mientras que también te confrontas con la otra persona. Es como un fuerte líquido químico que se transforma, o como una imagen que de repente cambia. Ese es el reto.

En la relación entre un director y sus actores puede haber tensión, pero el intérprete tiene cierto poder porque el otro no puede asumir su trabajo, entonces se establece un compromiso. Sin embargo, existe una persona al mando.

Cuando eliges hacer una película, lo haces desde el amor: porque te encanta el trabajo del director o porque te gusta el guion; pero en una cocreación es algo diferente, ya que se trata de una participación de iguales. Es otra historia.

Estamos acostumbradas a ver a la gran Juliette Binoche en cada rol que interpretas, pero en este documental encontramos a alguien que duda, que es vulnerable, que muestra sus miedos...

¡Me alegro de que lo veas así! Y es que pienso que este trabajo nos ayuda a todos a vernos como seres humanos que estamos intentando hacer algo. Lo importante es ser constantes y no perder la alegría de aprender y de seguir adelante.

Tener sueños es crucial, porque termina conectándote con algo más grande. Eso no lo sabía hasta que tuve esta experiencia, entonces me di cuenta de que me había pasado mucho tiempo aletargada. Al principio fue muy frustrante, estaba furiosa conmigo misma, hasta llegué a odiarme, pero poco a poco logré que mi memoria emocional le diera paso a la física.

¿Qué te aportó esta experiencia en relación a lidiar con el miedo en tu profesión?

A medida que creces, te acostumbras al estrés que genera tanto el desafío como las expectativas. Esta obra fue tan intensa que cuando terminé con las 100 representaciones y la gira mundial, pensé que ya no era lo suficiente buena para ningún rol (se ríe).

Esto lo digo porque el desafío fue constante, y sentí que había hecho una especie de salto a lo desconocido. Aunque sabía lo que habíamos creado juntos, incluyendo el gran desafío tanto físico como emocional que representó para mí, ese salto me produjo el deseo de huir.

Ha habido ciertas veces, en las que he ido a rodar muy temprano en la mañana y estando en maquillaje y peluquería, paso por todo ese proceso emocional. En mi cabeza se produce un diálogo o un monólogo retador en el que me pregunto '¿por qué elegí hacer esto?, ¿cuál es la necesidad de torturarme?, ¿acaso no podría hacer otra cosa?'.

En la medida en que avanza esa conversación conmigo misma, de repente adopto otro punto de vista y todo parece cobrar sentido. El significado está en compartir algo de mi interior con el exterior, eso fue lo que elegí desde el principio, sé que es un desafío, pero se ha convertido en mi vida.