Rocío Mora (APRAMP): "No queremos que haya esclavas sexuales en nuestras calles"

Protagonistas Día Internacional contra la Explotación Sexual y el Tráfico de Mujeres, Niñas y Niños

Tratadas como mercancía en pisos clandestinos e internet: así se reinventa la lacra de la explotación sexual en España

Rocío Mora, cara visible de Apramp, presenta junto con EL ESPAÑOL 'Mercancía humana', un proyecto que visibiliza la realidad de la trata. 

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Durante años, la calle Ballesta ha representado un núcleo de prostitución en pleno corazón de Madrid. Con carteles de neón que hoy se fusionan con locales que pretenden modernizar la vía, esta ha visto pasar a miles de mujeres, muchas forzadas —explícitamente o por sus propias circunstancias— a poner sus cuerpos al servicio de otros.

En el siglo XVII, los tudescos de los Austrias instalaron aquí sus casas y embajadas. En el XIX, Rosalía de Castro escribió sus primeros versos en el número 13, y Leopoldo O'Donnell se ocultó entre estas paredes antes de encabezar la revolución de 1854. Pero con el tiempo, el enclave dejó de ser sinónimo de política y literatura para convertirse en un territorio marcado por la explotación sexual.

Hoy, en esa calle donde proliferan los prostíbulos en pisos abiertos las 24 horas del día, una caja de metacrilato irrumpe en medio del asfalto. Dentro, una persona cubierta de plástico recuerda al transeúnte que hay vidas que siguen siendo reducidas al tratamiento de objetos. Es la campaña Mercancía humana, impulsada por Apramp con estudiantes de IE Business School.

La Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (Apramp) ha acompañado durante cuatro décadas a miles de mujeres en su camino para salir de la trata y recuperar su libertad. Este año, la acción busca mostrar de forma simbólica la realidad que viven las víctimas en España y en el resto del mundo. 

Cualquier persona puede entrar en la caja, ser plastificada y experimentar por unos minutos lo que supone sentirse mercancía. El objetivo, explica la directora de Apramp, Rocío Mora, es claro: "Esta jaula refleja cómo se siente un ser humano cuando es comprado, vendido y trasladado a un país en el que hay una máxima demanda".

Rocío Mora y una compañera de Apramp en la instalación.

Rocío Mora y una compañera de Apramp en la instalación. Sara Fernández

Y recuerda: "Somos el primer país europeo que más reclama a mujeres y a niñas para ser explotadas. Y el tercero a nivel internacional. Eso nos tiene que avergonzar". Según datos del Ministerio del Interior, en 2024, las fuerzas de seguridad liberaron a 376 víctimas (11 menores) de situaciones de prostitución forzada, de las cuales 256 habían sido captadas a través de redes de trata. 

Mora insiste en que si hay oferta es por una demanda que permanece oculta. Los datos muestran que el año pasado se realizaron 1.705 inspecciones en lugares vinculados a la práctica (prostíbulos, clubes, pisos...), lo que permitió identificar a 7.697 personas en situación de riesgo por ejercerla en esos establecimientos.

El perfil habitual es el siguiente: mujeres jóvenes, en su mayoría de entre 23 y 27 años, procedentes de países como Colombia, Venezuela o Paraguay, aunque también hay españolas. Son datos que Apramp conoce bien: cada año ofrece asistencia a víctimas en situación de prostitución, muchas bajo el control de organizaciones criminales.

Sólo en el primer semestre de 2025, la organización detectó a 4.229 personas en riesgo de explotación y trata de personas. De estos casos se extrae otro dato demoledor: el 30% manifestaron haber sido explotadas cuando todavía eran menores de edad.

Ese inicio precoz deja cicatrices profundas en su salud física y mental. Según el Hospital Vall d’Hebron (Barcelona), más del 60% de las mujeres en situación de prostitución padecen algún trastorno de salud mental; además, un estudio de la Facultad de Psicología de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA) revela que el 68% sufren estrés postraumático.

Para Mora, la lucha no puede limitarse a atender. Es imprescindible señalar a quienes alimentan el negocio: "Quien se beneficia es el crimen organizado detrás de esta explotación", expresa la abogada y activista. "Tenemos que luchar para que no exista; por eso, alzamos la voz para que haya un marco jurídico que señale a los culpables".

Rocío Mora y una redactora de EL ESPAÑOL, llevando juntas la caja por las calles de Madrid.

Rocío Mora y una redactora de EL ESPAÑOL, llevando juntas la caja por las calles de Madrid. Sara Fernández

Mafias y proxenetas que están "permanentemente" en busca de mujeres y niñas a las que captar porque que existe, a juicio de Mora, una "legislación absolutamente laxa en el castigo hacia estos". Asegura que el vacío legal que rodea la prostitución refuerza esta impunidad. Según el Código Penal, no es ilegal ejercerla de manera autónoma, pero sí lo son el proxenetismo y la trata.

El artículo 187 castiga con prisión de 2 a 5 años y multas a quienes obtengan beneficios mediante la explotación usando violencia, intimidación o engaño. Por su parte, El 177 bis tipifica el tráfico, con penas de 5 a 8 años, y el 188.4 penaliza la contratación de servicios sexuales de menores o personas vulnerables, con prisión de hasta 6 años si la víctima tiene menos de 16 años.

En España, el modelo que se sigue es el llamado abolicionista clásico. Otros países europeos han adoptado variantes más estrictas. Por ejemplo, Francia y Suecia aplican uno neoabolicionista en el que comprar sexo es delito, mientras que los regulacionistas, como Alemania o Países Bajos, permiten burdeles legales bajo control estatal.

Este país, con su vacío legal y alta demanda, se sitúa entre los principales países de destino y tránsito. Los informes recientes la magnitud del problema. El último macroestudio promovido por la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género al respecto estimó que había al menos 114.576 mayores de edad prostituidas, de las que hasta 17.639 corrían riesgo de trata.

La mayoría tenía entre 18 y 24 años, evidenciándose así un vínculo directo entre trabajo sexual, feminización de la pobreza, migración irregular y precariedad económica. El Ejecutivo anunció que este otoño presentaría un proyecto de ley abolicionista, pero la urgencia no admite demoras. “No podemos esperar a que más mujeres caigan en las redes", insiste Mora.

En septiembre, la caja de Mercancía humana llegó a la redacción de EL ESPAÑOL. Los periodistas se turnaron para entrar, rodeados de plástico transparente. Uno de ellos susurró al salir: "Madre mía… ¿qué es esto?". Otro, con la voz entrecortada, admitió: "Qué duro". Las expresiones de agobio se multiplicaban: "No me gusta estar dentro". 

La sensación de claustrofobia, del encierro impuesto, del contacto visual con el exterior a través de una barrera traslúcida, transmitía una fracción de lo que millones de mujeres sufren cada día en España. No era sólo la incomodidad física: era comprender, aunque fuera por unos minutos, la vulnerabilidad absoluta de ser tratada como un objeto. 

Apramp ya ha observado estas reacciones antes. En verano, el cubículo pasó por la transitada Gran Vía, el parque de El Retiro, la calle Montera... La dinámica solía ser siempre la misma: a todos les daba cierto pavor inicial, aunque después, movidos por la curiosidad, se acercaban a ver. Muchos sacaban fotos y vídeos con sus móviles; sólo los más valientes entraban en la jaula. 

La propia Rocío Mora reconoce que a ella aún se le "ponen los pelos de punta" al pasar por ella. "No se trata de miedo ni de morbo, sino de empatía y conciencia", explica la abogada. El objetivo de la instalación, creada en colaboración con un grupo de alumnas del IE, es "que quien entre entienda que detrás de cada cifra hay una vida”, subraya Mora.

El código QR dirige a un espacio en el que es posible conocer más sobre la labor de Apramp.

El código QR dirige a un espacio en el que es posible conocer más sobre la labor de Apramp. Sara Fernández

La prioridad para Apramp es que "instituciones y medios" conozcan la realidad tras las estadísticas: "Agradecemos muchísimo que EL ESPAÑOL esté participando, que haya dado un paso al frente y que los redactores sean capaces de meterse en ella, de compartir lo que han vivido y, sobre todo, de unirse a la lucha contra la trata y la explotación". 

Los nuevos focos

El 23 de septiembre se conmemora el Día Internacional contra la Explotación Sexual y el Tráfico de Mujeres, Niñas y Niños, instaurado por la Conferencia Mundial de la Coalición Contra el Tráfico de Personas en coordinación con la Conferencia de Mujeres en Dhaka (Bangladesh) de enero de 1999, para celebrar la promulgación en Argentina de la primera norma legal en el mundo contra la prostitución infantil.

En esta fecha, Apramp tiene claro que la instalación va más allá del acto simbólico. Es un llamado a la acción. "No queremos que haya esclavas sexuales en nuestras calles", expresan. Y añaden: "Hoy tenemos que hacer ver que en pleno siglo XXI esto sigue existiendo, absolutamente invisibilizado, en nuestros polígonos industriales y en pisos particulares". 

En efecto, este negocio criminal ha abandonado poco a poco las calles y los clubes de alterne para refugiarse en viviendas más discretas. La privacidad permite a las redes operar con impunidad y mantener a las víctimas aisladas del exterior, invisibilizadas ante la sociedad y las autoridades. Según estas, el fenómeno se ha intensificado desde la pandemia.

Los casos recientes confirman esta tendencia. En abril de 2025, la Policía Nacional desmanteló un burdel en un domicilio de Sa Pobla, Mallorca, donde varias mujeres colombianas eran obligadas a trabajar las 24 horas. Más recientemente, en Cataluña, una organización que había adquirido pisos en Manresa y Reus explotaba a 162 mujeres, obligándolas a vivir y trabajar en condiciones de aislamiento total.

Incluso la Fiscalía ha constatado en su memoria anual que "en las zonas turísticas de costa, en época vacacional, proliferan estos pisos, que cierran tan pronto como termina la temporada. La volatilidad y la clandestinidad son aliadas de los explotadores, y las condiciones en las que ellas ejercen la prostitución en estos entornos son más indignas e intolerables que en los establecimientos públicos". 

El traslado a entornos privados también se complementa con un creciente uso de herramientas digitales. En los últimos años, las redes sociales y las plataformas web se han convertido en focos clave de captación y explotación. Estas permiten operar con anonimato, coordinando reservas y pagos mientras se evita la exposición pública de los locales. 

La falta de regulación en el ciberespacio multiplica la dificultad de detección y complica la intervención de las fuerzas de seguridad, lo que resulta especialmente preocupante si se tiene en cuenta que los usuarios más activos en internet son precisamente los menores de edad. Desde Apramp reclaman que se garanticen alternativas reales para la recuperación y autonomía de todas las víctimas.

Igualmente, exigen que se actúe sobre la demanda, persiguiendo al cliente, al tiempo que se refuerzan los mecanismos de protección; así como que se reconozca el papel de las entidades especializadas y la existencia de una ley integral contra la trata y la explotación con enfoque de derechos humanos, género, infancia y discapacidad.

Pero no sólo eso: también subrayan la necesidad de que haya una verdadera cooperación internacional y de que las supervivientes participen activamente en el diseño de políticas públicas. Porque ellas, a juicio de la organización, son quienes mejor conocen los mecanismos de captación, y empoderar sus voces resulta crucial para poder atajar este fenómeno y acompañar a otras afectadas.