Gadea de la Viuda posando durante su entrevista para esta revista.

Gadea de la Viuda posando durante su entrevista para esta revista. Esteban Palazuelos

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Gadea de la Viuda, fundadora de Abante: "La riqueza es positiva; un país rico da acceso a la gente a más posibilidades"

Las personas y su sana relación con el dinero. Esa es la consigna de la directora general de la entidad y presidenta de su Fundación.

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La sala de reuniones en la que recibe Gadea de la Viuda, directora general de Abante y presidenta de su Fundación, está llena de luz y de libros. Curiosamente, antes de despedirnos, elige tres de sus estanterías y me entrega uno y recomienda otros dos.

La selección no es baladí. Tiene mucho que ver con esta mujer curiosa, decidida y emprendedora que fundó Abante hace 25 años con cuatro socios (hoy son 34). El ejemplar que me regala está relacionado con su actividad: Elogio de la riqueza, de Javier Hernández-Pacheco Sanz.

Los que me recomienda son de dos mujeres, porque sabe que en breve se dará el pistoletazo de salida a la cuarta edición de premios Maga de Magas al Periodismo y la Literatura.

Los galardones, que los dos últimos años se han entregado en la sede de Abante, están muy relacionados con ella, hija de uno de los grandes periodistas de los últimos tiempos, Luis Ángel de la Viuda.

De hecho, Gadea quiso estudiar periodismo. Lo cuenta en esta entrevista y también por qué acabó en finanzas. Pero hay sangre de periodista, lo que le lleva a hablarme de dos mujeres, conocidas y admiradas, y sus últimos libros: El cielo abierto, de Phil Camino, y El puente donde habitan las mariposas, de Nazareth Castellanos.

¿Por qué Abante? ¿Qué significa?

Hay una frase que para nosotros es fundamental… y no quiero que suene ni naíf ni buenista, que es que 'lo importante son las personas y no su dinero'. El equipo que fundamos Abante habíamos trabajado ya juntos en otras instituciones financieras y nos habíamos dado cuenta de que la relación que en general la gente tiene con estas cuestiones y las entidades financieras no está bien resuelta.

Creíamos que había que poner el dinero al servicio del proyecto biográfico de las personas, no solo del financiero. Ha sido algo tremendamente retador desde el punto de vista profesional, empresarial y personal también.

Nuestra actividad es muy exigente. Reclama dedicación y mucha implicación emocional con los clientes. Además, requiere una formación continua, no solo de mercados financieros.

Debes tener una capacidad muy amplia para comprender a las personas y eso también es exigente. El mercado te marca la agenda. Y además todos los días, cuando cierra, te dice lo acertado o no que has estado en las recomendaciones que has hecho a tus clientes.

Un hito que destaques en estos 25 años.

Nuestro desarrollo ha tenido mucho que ver con haber sido firmes en nuestras convicciones fundacionales, con la idea de que primero está el cliente, luego, el proyecto y después, cada uno de los que trabajamos aquí.

Han sido años complicados en lo que tiene que ver con mercados financieros. Especialmente 2008, que marcó un antes y un después en la historia, no solo en este ámbito, sino en general, con la aparición de fenómenos como los populismos.

También se transformó mucho la mentalidad del inversor. Hasta entonces, más o menos, vivía en un mundo de certezas. En ese punto desaparecieron muchas de ellas. Hubo días que veíamos el abismo, parecía que el mundo se acababa.

También es cierto que, a partir de ese momento, las prácticas de las entidades financieras mejoraron muchísimo, al igual que el sector, que, en general, se ha reconvertido

¿Cómo definirías el propósito de la fundación Abante?

Es una extensión en el plano más social de la compañía. La fundación Abante no nace un día porque sí, sino que significa institucionalizar muchas de las actividades que ya realizaba la entidad.

Queremos que la Fundación sea un espacio donde se enriquezca la vida de las personas y de la sociedad en general.

Apenas llevamos un año, pero intentamos ser un espacio que impulse el conocimiento humanista. Nos parece muy importante fomentar las humanidades y tiene mucho que ver con cómo nosotros tratamos de asesorar a nuestros clientes para que establezcan su relación con el dinero.

La protagonista de la entrevista conversando junto a Charo Izquierdo.

La protagonista de la entrevista conversando junto a Charo Izquierdo. Esteban Palazuelos

También buscamos que sea un lugar de debate de los grandes temas de nuestro tiempo. Son muchos y muy complejos y requieren un análisis, una reflexión pausada y, sobre todo, plural.

Y nos gustaría impulsar proyectos con los que Abante se sienta identificado y que estén alineados con nuestra misión y nuestro propósito. Y en esos intentamos dar voces a otras organizaciones de este tipo.

Colaboramos mucho, por ejemplo, con la Fundación Techo. Por supuesto, tenemos la suerte de poder presentar los premios Maga de Magas. En general, lo hacemos con todo aquel que nos lo pida y que entendemos que contribuye a mejorar la sociedad civil y a ayudar a círculos y personas que están en una situación más desfavorecida para que tengan mejores vidas.

El presidente de Abante, Santiago Satrústegui, ha dicho que puedes ser rico y sentirte pobre. ¿Te alineas con ese argumento?

Totalmente. Nosotros decimos que el dinero tiene que dar sentido a tu plan de vida. De otro modo, no sirve para nada, no aporta valor. La riqueza implica que esta tenga un propósito. Y nuestro trabajo muchas veces se trata de descubrir a la gente en qué consiste eso para ellos y ponerlo en su contexto.

Hay personas que están en un momento de madurez y vienen a nosotros pidiendo ayuda para ver cómo deja el capital financiero a los hijos; otros la buscan para reconvertirse y dibujar una segunda etapa profesional; hay quien nos pide consejo para completar sus ingresos tras la jubilación.

¿Qué significa la riqueza para Gadea de la Viuda?

Es algo muy complejo que muchas veces la gente reduce únicamente a tener dinero. Para nosotros es un concepto mucho más amplio. Siempre decimos que nadie es rico en soledad, sino que ha de ser un fenómeno compartido. Y es lo que intentamos impulsar: no es un medio, sino una herramienta que te permite tener una vida mejor vivida.

Quizás la frase que más me gusta como definición del término sobre el que gira la pregunta es una de Hernández-Pacheco en su libro Elogio de la riqueza: 'El ideal de una vida lograda'. Creo que haber conseguido más o menos tus aspiraciones, tus objetivos vitales, es ser rico.

¿Y las mujeres?, ¿cómo nos desenvolvemos con los temas financieros?

¡Regular! Somos cuidadosas en la gestión de los ingresos, los gastos, en la microeconomía. Pero, desgraciadamente, no somos buenas inversoras. Llevo 25 años dedicada a esto y son pocas las que toman este tipo de decisiones por sí mismas.

En la medida de mis posibilidades, intento hacer un esfuerzo para impulsar que tomen las riendas de su futuro. Primero, porque tenemos una esperanza de vida superior a la de los hombres. Segundo, porque es fundamental la independencia económica y financiera. Hay que saber gestionar el propio ahorro.

Muchas de ellas permanecen al margen de estas cuestiones. A veces les llegan situaciones inesperadas, como separaciones, viudedad… y las ves un poco desamparadas. Tenemos que ser mucho más autosuficientes en este tipo de decisiones, de largo plazo y de planificación de nuestro futuro.

Y como profesionales del sector financiero, también hay un déficit femenino importante. Parece que no les resulta suficientemente sexy. Así que desde aquí animo a las mujeres a que descubran que este campo es atractivo, divertido e intelectualmente retador.

¿Qué consejo básico das a la hora de pensar en el futuro desde el punto de vista financiero?

Hay que ocuparse, planificar y pedir consejo. El dinero es tremendamente emocional y hay veces que ese componente, incluso para los propios profesionales del mercado, juega en contra.

El trabajo que nosotros hacemos muchos días con los inversores no es intentar adivinar la acción que más va a subir. Eso ya se ha demostrado que es imposible. Gestionamos ese sentimiento que tiene el cliente respecto a su capital financiero.

La pulsión natural del ser humano es guardarlo, meterlo en una caja, protegerlo para no perderlo. Y muchas veces esa es la peor decisión. Porque lo que tienes que pensar es qué plan de futuro deseas para esas finanzas y cómo ponerlo para que cumpla con tus objetivos.

¿Se está educando bien a los jóvenes en su relación con la economía?

Yo creo que podemos hacer un símil con la alimentación. Hay que educar con el dinero de una manera sana y equilibrada. Y es muy complicado. Con esto pasa un poco eso que decía Aristóteles de que 'la virtud es el punto medio entre dos abismos'.

Hay gente muy obsesionada con todas esas cuestiones y eso es terrible y hay quien lo ve como algo lejano y poco alcanzable, lo desprecia, y tampoco es una actitud adecuada.

Como dice Santiago Satrústegui, es importante relacionarte con el dinero que tienes y con el que no tienes. A la gente joven hay que educarla mejor en la utilidad de este en la vida.

Porque, nos guste o no, todas las decisiones que tomamos, o casi todas, tienen una implicación económica y eso es importante entenderlo. Yo creo que la juventud debería tener más cultura financiera y eso hay que enseñarlo desde el colegio.

Gadea de la Viuda posando durante su conversación con Magas.

Gadea de la Viuda posando durante su conversación con Magas. Esteban Palazuelos

Hay que fomentar que la riqueza bien entendida es buena en sí misma. Es mucho mejor tener un país rico. Es algo que a su vez se retroalimenta y genera conocimiento, mejora el talento de la nación, da acceso a la gente a más posibilidades.

Ahora hay una tendencia, que a mí me parece bastante desacertada, a decir que ese bienestar económico lo tienen unos porque se lo quitan a otros. Ese es un mal entendimiento. En España, por ejemplo, solo hay una causa por la que la gente acepta que se sea rico: porque te toca la lotería. O sea, lo contrario a como de verdad se genera la misma.

¿Cómo has educado a tus tres hijos desde el punto de vista financiero?

Peor de lo que me gustaría… Intento involucrarlos para que gestionen una pequeña cantidad que les he puesto en unos fondos de inversión. Pretendo que los cambios sigan, al igual que a los mercados, que sepan por qué ganan o pierden.

Yo creo que la educación financiera también se consigue practicando, no solo enseñando. A mi hija mayor, que va a empezar a trabajar, le digo que tiene que ahorrar todos los meses una parte de su sueldo.

Has hablado de humanismo, de cultura, de propósito, de finanzas. ¿Cómo se mezcla todo esto y que sale de ese cóctel?

El espíritu de la Fundación. Porque la riqueza alimenta la cultura, pero no hay una sin la otra. Es una simbiosis que, en definitiva, hace que todos tengamos una vida mejor vivida en general. Porque la satisfacción personal es lo que también hace a una sociedad más feliz.

O sea, que los ricos que no son cultos no son ricos.

Por supuesto que no. Pero bueno, hay muchos de ellos que son cultos y que ayudan en gran medida a que la cultura exista. España debería fomentar más el mecenazgo y la filantropía.

Se necesita de esa aportación del sector privado. Si solo se empuja desde lo público, es muy difícil que la cultura sea expansiva y que sea rica en sí misma. Y eso este país lo ha trabajado muy poco, tanto desde el punto de vista regulatorio y fiscal como desde el social.

En un momento tan complicado como el que estamos viviendo a nivel geopolítico, ¿tendríamos que cambiar nuestra relación con el dinero?

Kant decía que la inteligencia de la persona se demuestra por la capacidad de incertidumbre que es capaz de gestionar. Y tenía toda la razón. Eso lo vemos muchas veces cuando nos sentamos con los inversores. A veces el problema no es de rentabilidad, sino de gestión de sus propias dudas acerca de su dinero.

El entorno incierto te exige mayor conocimiento y entendimiento de la realidad, pero también tener un plan. Si sabes cómo has puesto a trabajar tu capacidad de ahorro y de inversión en función a este, en momentos difíciles y turbulentos sientes mucha seguridad.

Antes decías que el dinero es emocional, pero ¿hay que ser frío para relacionarse con él?

Tienes que intentar ser valiente cuando las cosas parecen que están mal e invertir cuando aparentemente no habría que hacerlo.

Nuestro trabajo también consiste en decirle a los clientes que no se pongan muy nerviosos cuando la cosa no va como esperan ni muy eufóricos cuando va bien. Hay que ser más racional respecto a las decisiones de ahorro y de inversión.

Entrevista con Gadea de la Viuda

¿Nos va a cambiar la IA?

Muchísimo. Primero, porque va a facilitar mucho más y de una manera infinitamente más sencilla el acceso a la información de todo tipo, pero también a cuestiones financieras. Nos va a ayudar a las entidades a ser más eficientes en los procesos y a poder dar mejor servicio.

Va a posibilitar la toma de decisiones de inversión, a elegir mejor los activos. Aunque siempre hay que contar con que en estos mercados se descuenta la emocionalidad humana. Los precios reflejan una parte de racionalidad, pero mucha también de ese componente sentimental. Y mientras sigamos siendo humanos y no robots, eso será algo presente y futuro.

¿Hay que unir la matemática y la filosofía, sobre todo pensando en los líderes del mañana?

Desde luego. El presidente de JPMorgan dice que, en los tiempos actuales, complicados y volátiles, el liderazgo es más un arte que una ciencia. Y yo creo mucho en eso.

A veces, el imaginario popular piensa que los jefes son magníficos oradores que convencen a muchas audiencias… El mundo actual necesita, por supuesto, grandes comunicadores, pero también líderes capaces de ejecutar propósitos.

Me gusta mucho también la frase de Henry Kissinger de que el buen líder es quien lleva a la gente desde donde está hasta donde cree que nunca hubiese podido llegar. Y eso hay que hacerlo con vocación de servicio a los demás.

La persona que asume este rol es generosa, empática y reconoce sus propias limitaciones. Eso, hoy en día, te exige ser una persona del Renacimiento, que domine la ciencia o las matemáticas, pero con un componente mucho más humanístico, filosófico, que te haga comprender al ser humano, entender a quienes trabajan contigo, a tus clientes y a la sociedad en general.

Me imagino que te pasará un poco como a los médicos, que en tu entorno familiar y de amigos te pedirán consejos financieros continuamente…

A quienes nos dedicamos a esta actividad nos presuponen dotes adivinatorias que no tenemos. Piensan que vas a saber cuál es la acción que más subirá en el próximo año o el activo en el que invertir. Y, como les digo, si lo supiera, no trabajaría tanto.

Siempre te preguntan la fórmula mágica para ganar dinero sin arriesgar. Y eso no existe. El retorno exige riesgo.

Gadea de la Viuda, directora general de Abante y presidenta de su Fundación, junto a Charo Izquierdo.

Gadea de la Viuda, directora general de Abante y presidenta de su Fundación, junto a Charo Izquierdo. Esteban Palazuelos

En la tercera edición de los premios Maga de Magas glosaste a tu padre, Luis Ángel de la Viuda. ¿Cómo ha sido vivir en una casa con cuatro televisores encendidos al mismo tiempo? ¿Cómo te ha marcado estar siempre pendiente de la actualidad?

A mí me ha marcado mucho su actividad, pero quizás más mi madre, que desgraciadamente murió muy joven, con 56 años. Hoy tendría 90. Ella trabajaba, lo que era muy extraño en aquella época.

Era farmacéutica y con mucho esfuerzo montó su propio negocio. Allí nos llevaba para que la ayudáramos. Así que seguramente también me viene de ahí mi vocación de tendera. Siempre nos dijo a las tres hermanas que debíamos estudiar una carrera universitaria, ser buenas profesionales y tener independencia económica.

Eso era raro en esa España de los 70 y 80. Fíjate que ella no podía ingresar el dinero de la recaudación de la farmacia. Tenía que entregárselo a mi padre religiosamente todos los días…, aunque le sisaba un poco. Con eso nos íbamos de compras…

Gran referente...

Desde luego, cuando me planteé mi carrera profesional nunca pensé que debería renunciar a ella para tener una familia. También es cierto que en casa vivíamos con la actualidad metida en el día a día. Y la profesión de mi padre nos ha mantenido muy cerca de gente muy interesante: políticos, intelectuales, muchos artistas...

De esos personajes que conociste, si cierras los ojos, ¿reconoces a algunos que te impactaron especialmente?

Manuel Martín Ferrán, que fue un periodista impresionante, 'el periodista total', tituló ABC el día que murió. Era una persona que entraba en una sala y la llenaba. Y era tremendamente generoso.

También recuerdo a Massiel, que era un personaje extravagante para mí cuando yo tenía ocho o diez años.

Además, fueron grandes referentes de mi infancia el gran músico Carmelo Bernaola o los periodistas Feliciano Fidalgo y José Luis Balbín. Adolfo Suárez vivía en nuestro mismo edificio cuando le hicieron Presidente, y, por supuesto, ese día no se te olvida. Además de que mi padre había trabajado con él en TVE.

¿Tuviste siempre clara tu formación económica?

En realidad quise estudiar periodismo. Mi padre no me dejó. Me dijo que era un oficio, no tanto una carrera universitaria. Así que estudié Derecho y Empresariales, con idea de hacer después un máster en Periodismo.

Al terminar, hice las pruebas para cursar el máster en Columbia, Nueva York. Pero desgraciadamente murió mi madre. Anímicamente no estaba en situación de irme fuera y creía, además, que tampoco debía hacerlo. Me fui al IESE a Barcelona para estudiar un MBA y fue una grandísima decisión.

¿Qué queda de la periodista que no fue?

El gusanillo por la noticia, por saber siempre qué está pasando… Visto con perspectiva, si me preguntas qué me hubiese gustado de verdad ser, te diría que la editora del Financial Times.