Posado de la periodista

Posado de la periodista Sandra Barrilaro

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Rosa María Calaf, Premio Maga de Magas: “Cada vez reflexionamos menos. Por eso triunfa la desinformación"

A sus 80 años, es un referente de la información internacional en España y su compromiso ético la ha hecho valedora de este importante galardón.

Más información: Ana Rosa Quintana, Premio Maga de Magas: "Todo el que expresa ideas cuenta con odiadores. Son muy activos"

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Rosa María Calaf (Barcelona, 1945) a sus 80 años sigue tan combativa como siempre. Por el derecho a una información de calidad y una sociedad más humana y en contra de cualquier tipo de discriminación, sea por motivos de género, de origen…, y, por supuesto, de edad.

Viajera empedernida, de manera profética, el primer libro que le leyó su padre fue La Odisea. Ella, como en el poema de Cavafis, continúa su camino a Ítaca lleno de aventuras y conocimientos.

Cuando 'la Calaf' -Rosa María se quedó para los compañeros de colegio y la familia- estaba de reportera en Irán, una mujer se le acercó y le dijo: “Hermana extranjera, te ruego que cuentes lo que ves”.

Es algo que le ha sucedido a menudo. Por ello, siente la obligación de estar y de transmitir las cosas. Advierte contra el sentimiento acomodaticio de pensar que no es posible cambiarlas.

Había solo tres mujeres cuando comenzó en RTVE, ella la única reportera. Su primer destino como corresponsal fue EEUU con Reagan. Considera que de ahí viene la voluntad de espectacularizar la información y de manejar la política con criterios de marketing. También la desregularización.

Cubrió el desmoronamiento de “esa gran mentira que era el comunismo”, la Italia de Berlusconi y sus chicas animadoras. Se empeñó en abrir la corresponsalía de Asia-Pacífico, consciente de que “el eje político-económico del mundo había pasado del Atlántico al Pacífico. Xiaoping decía que había que mantener un perfil bajo, ir avanzando sin llamar mucho la atención. Ahora que se sienten seguros, vemos la irrupción del modelo".

En su última etapa de TVE iba muy acelerada, cuenta a Magas. Este año ha bajado un poco el ritmo de charlas y conferencias, muchas en colegios. Quiere evitar que los chicos sean víctimas de la desinformación. Ahora, valora "dar tiempo a la vida", ir sin prisas, con calma y poder detenerse para hablar y escuchar a los demás.

Rosa María Calaf, recogiendo su Premio Maga de Magas a mejor reportera.

Rosa María Calaf, recogiendo su Premio Maga de Magas a mejor reportera.

En la época de las noticias falsas o fake news es muy importante la credibilidad.

Mal y buen periodismo ha habido siempre, voluntad de interferencia también, porque, obviamente, la prensa va a hablar de aquello que no se quiere que se hable. Pero no se contaba con una herramienta que permitiera ejercer la desinformación con tanta eficacia.

La tecnología en sí misma no tiene ninguna responsabilidad. Facilita la posibilidad de contrastar datos, el acceso a todo tipo de analistas... El problema para el ciudadano es navegar entre toda esa maraña de información y desinformación.

¿Dónde o cómo informarse?

Hay que hacer una dieta de medios y seleccionar personas que hayan demostrado ser fiables. Esto antes era mucho más sencillo, porque no había una competencia tan feroz con el mal periodismo, ni tanta facilidad para propagar desinformación.

Por ello, es muy importante la educación de la ciudadanía. Y, por supuesto, la responsabilidad por parte de los periodistas, así como el compromiso del poder político de garantizar el derecho a la buena información.

¿Cómo cambia una noticia según el punto de vista de quien la da?

El periodismo tiene que contar los hechos, no puedes permitir que tu ideología o tu carga cultural interfieran en tu valoración y contrastación. Hay que evitar lo más posible prejuicios y estereotipos. Eso a veces es fácil y otras mucho más difícil.

Usted es crítica con el yoísmo en la información. Sin embargo, ahora en las escuelas de periodismo se incide en contar las cosas en primera persona y en crear una marca personal al abrir una cuenta de Instagram, de YouTube, al redactar una newsletter

Ya, pero la marca personal tiene que venir de tu credibilidad precisamente como periodista, no de que hagas espectáculo. En las charlas que doy en colegios pongo el ejemplo de la alimentación, porque lo entienden mejor.

Los yogures que llevan unos eslóganes divinos quedan muy bien en la estantería del supermercado, pero lo importante es que dentro haya ese producto.

Vivimos en la sociedad del espectáculo y el entretenimiento.

Totalmente. Es un gran problema y viene ya de bastante lejos. Si tú conviertes la información en espectáculo, claramente la banalizas. La gente quiere visualizaciones, pero si prima el impacto sobre lo que realmente cuentas, no estás haciendo información, sino otra cosa.

Lamentaba que en este mundo globalizado cada vez se dediquen menos minutos en España a la información internacional.

Es en todas partes, no solo aquí. Recuerdo cuando el Boston Globe, un medio que se había caracterizado por tener un segmento internacional importantísimo, cerró todas las corresponsalías.

¿Es un síntoma de algo?

Evidentemente. Es lógico que lo más cercano sea siempre lo que más interese, pero vivimos interconectados. Nuestros actos tienen consecuencias y lo que pasa en el otro punto del planeta nos afecta inmediatamente. El mundo es el mismo para todos.

El hecho de que Internacional desaparezca significa que hay una voluntad de reducir la excelencia informativa, de distraer con temas cercanos, pero, sobre todo -volvemos otra vez al espectáculo- con temas morbosos, frívolos... Parece que las noticias emocionales e impactantes son las que interesan y que cada vez reflexionamos menos. Por eso triunfa la desinformación.

También se informa menos porque han cerrado muchas corresponsalías por motivos económicos.

Recuerdo que me dijeron en una ocasión que ahora era muy fácil reportar, porque cuando pasa algo, en seguida llegan imágenes de gente que está en el lugar. Pero así no tienes una garantía de calidad de ese material. Ya ha ocurrido que, por no haber habido tiempo para comprobar, se han publicado imágenes de otro lugar.

Eso significa, primero, que tu nivel de control de la información baja. Además, hay una tendencia muy grave a cubrir solo los acontecimientos y no los procesos; de espectacularizar la información, es decir, banalizarla. A lo mejor, si hubiéramos cubierto bien la precrisis no habría llegado a ser una crisis.

Hay una confusión entre lo que impacta y lo que importa, dice usted.

Es algo generalizado, no solo por parte de los ciudadanos sino también de los medios. La única manera de defender nuestros derechos es darnos cuenta del valor de lo colectivo. Lo que está detrás de todo eso es una profunda crisis de valores humanos. Y eso es muy grave.

Resulta esencial que la ciudadanía sepa lo que está pasando y por qué. Para ello es necesario un ecosistema de calma, en el que no se cambie el sentido de las palabras.

La periodista en 1985 con Margaret Thatcher.

La periodista en 1985 con Margaret Thatcher. Cedida

Usted cofundó TV3. ¿Qué opina de su deriva como acicate independentista?

Ha mejorado algo últimamente. Pero sí, fue extremadamente doloroso ver ese rumbo ajeno al espíritu fundacional, al menos el mío y el de muchos compañeros. Era como cuando un hijo normal de repente empieza a tener comportamientos alejados de la ética y de la moral, en este caso periodística. Para mí la televisión de Cataluña era un poco como un hijito.

Por lo menos se ha salvado bastante la sección internacional, en la que puse mucho empeño. Es una cierta compensación, como una pequeña alegría.

Otra causa que combate es el edadismo.

El tema de la discriminación por edad debería encontrarse en el debate público, y, afortunadamente, cada vez lo está más, porque estamos prescindiendo de un valor importantísimo, que es la experiencia de las personas mayores. Sería muy útil engranarlo con todo lo nuevo, con la gente más joven, porque el modelo social se construye entre todos.

Además, hay que quitarle la negatividad, el estigma que tiene. Siempre que se habla de mayores, aparecemos como una carga, débiles, dependientes, ridículos: mira lo que hacen, están bailando… Hay que alejarse de estereotipos.

Usted no cuadra con ese estereotipo.

Yo tengo salud y me cuido. Es una suerte, porque muchas personas no están así. Sigo viajando muchísimo. No voy a hoteles de lujo y tiro mucho de tienda de campaña, duermo en el coche…

Cuando no hay hoteles donde quiero ir, mi marido y yo tenemos un todoterreno preparado para poder pasar la noche en él y seguimos viajando de este modo.

¿Por todo el mundo?

El último viaje fuera de España con nuestro coche fue en diciembre y enero del 2019-2020. Desde aquí a Senegal, pasando por Gambia, Mauritania… Yo entonces tenía 75 y mi marido 85. El pasado febrero fuimos a Eritrea y alquilamos un vehículo allí. Pero para eso se necesita salud.

La que es una todoterreno es usted.

Sé que llegará el momento en el que no pueda seguir viajando de esa manera, pero hay que redefinir la imagen de lo que es una persona mayor hoy. Y no todos son iguales, como ningún colectivo lo es.

Calaf, que es una viajera empedernida, en Alaska.

Calaf, que es una viajera empedernida, en Alaska. Cedida

¿Se puede seguir diferenciando entre hacer turismo y viajar?

Yo no creo en la separación: el que va, viaja. Lo que cambia es la actitud. Mi abuelo era muy viajero. A principios del siglo XX había recorrido la India y parte de América. Él me decía siempre: "De lo que vas a aprender es de lo diferente, no de lo que es igual".

Quizá la diferencia esté entre el que viaja para aprender, el que lo hace para ver simplemente y, ahora, el que se mueve para ser visto, que complica tremendamente a los que queremos conocer.

¿Ha tenido alguna vez la sensación de “qué estoy haciendo aquí"?

En momentos de bajón, informando de la enésima catástrofe para ver que volvía a suceder la misma descoordinación e instrumentalización política. Cuando hay pérdidas de vidas y compañeros asesinados en conflictos, te preguntas '¿para qué estamos contándolo?'. Pero me dura poco. Siempre pienso rápidamente que lo importante es pelear por estar en los lugares y contarlo.

Lo mismo me ocurre ahora. Me gusta viajar y evidentemente viajo porque disfruto, pero voy a sitios donde lo de disfrutar es un decir. Entonces mi hermano me pregunta: "¿Por qué demonios te vas a Eritrea?".

Porque creo que todavía soy capaz de ver y de tratar de entender. Y si me dan un espacio para poder contar, no puedo desaprovecharlo. Yo he sido muy afortunada y creo que tengo que devolver las oportunidades que he tenido. Aunque he bajado un poco el ritmo. Dar charlas en cinco ciudades en la misma semana era demasiado.

Por lo último, la directora de Magas, Ana Núñez-Milara, fue quien le entregó el premio Maga de Magas a la mejor reportera por su espíritu pionero y su compromiso ético.

Los premios siempre son una alegría y más viniendo de colegas. Hay muchos profesionales fantásticos que los merecen.

En esa duda permanente que tienes de si habrá servido para algo lo que has hecho y de si has hecho las cosas aceptablemente, el premio es un poco la confirmación, la satisfacción del reconocimiento a un trabajo que, además de tu pasión, es tu convicción personal. Además, la visibilidad del galardón te crea una mayor responsabilidad para no tirar la toalla.