Josep Cister, creador de 'La Promesa', posa para Magas en el jardín del Hotel Santo Mauro antes de hablarnos de las mujeres de su vida.

Josep Cister, creador de 'La Promesa', posa para Magas en el jardín del Hotel Santo Mauro antes de hablarnos de las mujeres de su vida. Sara Fernández.

Protagonistas Magos de Magas (XVI)

Josep Cister, creador de 'La Promesa': “Huyo del galán y del macho alfa: se puede ser masculino sin ser un chulo”

“Las mujeres de mi familia, como las de toda España, movían el mundo sin que se notara, en silencio. Los hombres estaban muy desaparecidos”.

“En una ficción de España, la reina Letizia sería la sirenita: ha vivido una de las transformaciones más potentes que puede vivir una persona”. 

“Una gran trama para la princesa Leonor sería que ella se negase a su destino, a ser reina”. 

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Josep Cister está tocado con la varita: es uno de los creadores más cotizados de España porque casi todo lo que mira empieza a funcionar como un carro en llamas.

Ahí La Promesa (la gran ficción estrella de TVE que le valió hasta un Premio Emmy Internacional a la Mejor Telenovela), Valle Salvaje o La Favorita 1922, en Mediaset.

También produjo Paquita Salas, ese pelotazo casi de culto de Los Javis que empapa de memes internet y nos da gloria y años de vida y cachondeo noventero y cañí.

Es jovencísimo. Trabaja de sol a sol. ¡Porque le gusta trabajar! “El éxito es consecuencia del trabajo y no me nubla, cuando vine el flash cierro rápidamente los ojos para seguir caminando porque no quiero que me detenga ni un segundo”, cuenta.

“El éxito para mí es ser honesto con el trabajo que haces y dormir por las noches tranquilamente. Trabajo con un equipo extenso. Pongo la cara por multitud de personas. Ellos trabajan en las series y las hacen posibles”.

Es de los que se lleva las tramas a la ducha. Y un poco a todas partes. La trama, dice, es un músculo que se entrena. “La prensa a veces me dice ‘haces un trabajo excepcional’. Y digo claro: es que yo sólo ser hacer excepcionalmente bien una cosa, pero todas las demás las hago mal”, ríe. “Hago bien esto porque le llevo dedicando 15 horas al día durante 20 años. Si no la hiciera bien…”.

Josep Cister: "Mi madre movía el mundo sin que se notara"

Sueña con sus personajes y a veces se levanta con el ‘eureka’ tras un bloqueo creativo. “Se me desatascan las tramas en sueños”. Uno tiene todo el cerebro, todo el consciente y el subconsciente, todo el plano real y el onírico, al servicio de la ficción. ¿Qué habrá de la propia vida?

Hay algo inteligente y cansado en su gesto. Uno sabe que hay ojos distintos, ojos que miran hacia afuera y hacia adentro, ojos que no atienden únicamente la literalidad del presente sino que están convocados, cíclopes, a la imaginación.

Aparentan normalidad, respetan las normas de circulación, toman café en las terrazas y acarician a los perros, pero tú nunca sabes qué es lo que están viendo.

Son como médiums ensimismados en algo que está más allá: en las historias de los otros, en las transformaciones de los otros, en los amores de los otros, en la comprensión de los otros.

Buscando nuevas maneras de sentir lo de siempre, de vivir lo de siempre, desde Shakespeare hasta hoy.

Buscando modos insólitos de atraparlo todo, de entenderlo todo.

Cister está en todas las partes del proceso. Crea, guioniza, coordina. Alargada es la sombra del showrunner.

Conversamos con el hombre que sabe resucitar y reforzar el género telenovela, el que teje con mimo personajes femeninos inolvidables, el que sabe de amor, de amigas y muerte.

En su horizonte siempre está dibujando el viaje de la heroína. 

Josep Cister es showrunner de dos de las series con más éxito de nuestro país.

Josep Cister es showrunner de dos de las series con más éxito de nuestro país. Sara Fernández.

Empecemos hablando de la primera mujer de tu vida, de la primera mujer de la vida de todos: nuestra madre. Tu madre.

Mi madre es una persona muy especial. Ha trabajado toda la vida en un hospital cuidando a gente. Es enfermera.

Yo creo que su carácter nos ha marcado a todos los hermanos, pero sobre todo a mí: nos parecemos en muchas cosas.

Mi madre, como todas las de esa generación, es una mujer luchadora que vive con una mochila cargada de peso y sigue adelante, adelante, adelante…

Totalmente incombustible.

Sí. Ha trabajado y ha criado a sus tres hijos a la vez. Y tiene un carácter tranquilo, apacible, cuidador. De ella he aprendido a tener templanza.

Nunca nos ha gritado ni nos ha levantado la mano, en mi casa nunca ha habido una palabra más alta que la otra.

Y al otro lado siempre he encontrado a alguien que me escucha, me comprende y quiere compartir las cosas que estoy haciendo. Ella ha sido el pegamento de todos.

¿Qué tipo de niño fuiste?

Yo vengo de un pueblecito pequeño al lado de Valencia que se llama Alboraya. Jugaba en la calle, bajaba a la pescadería de Angelita.

Por la mañana ayudábamos con el pescado y luego nos daban algunos de los peces que aún estaban vivos, los subíamos a casa, los metíamos en la bañera y luego mi madre lavaba con sal la bañera. 20 millones de veces.

Fue una infancia normal y feliz de pueblo. De lo que sí me di cuenta pronto es de que mi madre (y esto lo he visto también en mis tías, en las mujeres de mi familia) movía el mundo sin que se notara, porque no se podía notar.

Los hombres hacían poco y parecía que estaba todo muy bien… pero eran las mujeres las que realmente movían el mundo en silencio.

Mi tía Encarna, mi tía Pepa, mi madre, mi tía Amparo, mi tía Mari. Mujeres muy luchadoras, muy fuertes, muy poderosas. Y si te hablo de mis abuelas…

"En todas las series que he hecho, las mujeres son las ‘protas’, porque son las que mueven el mundo en silencio"

Háblame.

Eran dos abuelas muy distintas. Mi abuela Carmen era una mujer con muchísimo carácter, extrovertida, sociable, todo el mundo la quería y de algo tenía que hablar con todo el mundo.

Sin embargo, mi otra abuela, que tenía un carácter más introvertido y para adentro, tenía un colmado en el pueblo, y entonces todo el mundo nos conocía.

Las dos movían sus casas y hacían que la vida de todo el mundo avanzara silenciosamente. He crecido en un matriarcado.

Naciste en 1980. ¿Cómo era ser un niño español entonces, cómo era tu mirada hacia las chicas, hacia lo femenino?

Yo siempre fui un niño tranquilo y pacificador, un mediador, tímido y observador. Recuerdo mirarlo todo.

Recuerdo darme cuenta, como te decía, de que las personas que hacían que sucedieran cosas buenas en nuestra vidas y en nuestra casas eran las mujeres.

Con dificultades, siempre se sobreponían. Recuerdo las Navidades, somos muchos, nos juntábamos muchísimos. ¿Qué pasaba? Que las mujeres se sentaban en el reposo de la guerrera, ¿no?

Después de haber hecho la comida, limpiado la mesa, puesto los lavaplatos, haber fregado todo… después de haberlo hecho todo.

Se sentaban un momento a ver la tele, y recuerdo que cada Navidad veían una película que se llama Magnolias de Acero, que es una película de Julia Roberts, de Sally Field, de Dolly Parton… una película de mujeres.

Y creo que se sentían totalmente reflejadas en eso que estaban viendo en la pantalla.

Josep Cister conversando con Magas en el Hotel Santo Mauro.

Josep Cister conversando con Magas en el Hotel Santo Mauro. Sara Fernández.

No conozco la película. ¿Me la destripas?

Bueno, es un grupo de mujeres que son amigas. Una tiene una hija, que es Julia Roberts, que está enferma y que muere. Y esas mujeres se arropan y se ayudan a superar un hecho dramático.

Como decía Carmen Maura en Volver, de Almodóvar: “Entre nosotras nos apañamos”.

Sí. En España se ha vivido el “entre nosotras nos apañamos” en muchas casas. Me gustaba ver las pasiones de estas mujeres y sus reacciones. A veces lloraban y yo sabía que esas lágrimas no eran por la película.

Sino por su propia vida.

Sí. La película hablaba de todas y de cada una de ellas y de las dificultades que estaban superando en esos momentos.

¿Cuándo te descubriste tú como contador de historias?

Desde muy pequeño me gusta fabular y escribir. Desde que tenía cinco años decía que quería ser director y que quería trabajar en la tele. Si le preguntas a cualquier amigo mío de toda la vida te lo dirá.

Es curioso: todos los niños quieren ser, sobre todo, actores. No piensan en otros roles dentro del cine o la televisión. Siempre se identifican con la cara visible, con el protagonista.

Es verdad, pero yo tenía claro que mi lugar estaba detrás de las cámaras, a mí lo que me gustaba era inventar las historias, dirigirlas, poderlas contar.

Y le hacía las mil batallitas a mis amigos, a mis padres y a mis hermanos.

Era un niño con imaginación. Nunca saqué buenas notas, era bastante mediocre en los estudios y yo le decía a mis padres “el día que llegue a la carrera, me pedís buenas notas”. Y ahí sí pasó.

Cister era un niño con imaginación que creció a la sombra de mujeres poderosas.

Cister era un niño con imaginación que creció a la sombra de mujeres poderosas. Sara Fernández.

Demostraste.

Sí. Y ahora, veintipico años después de venir a Madrid a trabajar de esto, para mí sigue siendo un juego. Pienso qué es lo importante, qué es lo chulo, y me sigo divirtiendo mucho.

Y eso que trabajas de sol a sol. Estás en todas las partes del proceso.

Yo he aprendido mucho en ficción de Sonia Martínez, en Antena Tres, y de Goyo Quintana en Boomerang Televisión. Ellos son artesanos. Me gusta implicarme, bajar al barro, mancharme.

Tu trabajo tiene una gran recepción femenina. La promesa se impone también entre hombres, en un 13%, pero sigue siendo espectacular el 20,5% femenino. ¿Qué tienen estas historias que captan a todo el mundo, pero más a mujeres que a hombres? También sucede con las novelas: las mujeres somos grandes consumidoras de historias, además de grandes espectadoras. Lectoras más voraces que los hombres.

Si coges todas las series que he hecho, las mujeres son las protas, porque en mi vida y en mi familia también lo han sido.

En la vida real las mujeres siempre han movido la palanca y eso lo he llevado a mis ficciones, y por eso creo que muchas mujeres se han sentido identificadas con ellas y con los roles que hemos creado.

Hablemos de esos roles.

El caso más reciente es Jana Expósito en La promesa. A Jana la vida la trata muy mal y ella decide ponerle siempre una sonrisa a la vida, y esto es así, la vida te lo acabará devolviendo en algún momento.

La tía lucha sin cuartel. Eso de sonreír y luchar por lo que crees y quieres son dos motores poderosísimos para cualquier historia que quieras contar. Yo me crié en los ochenta y los hombre estaban siempre muy desaparecidos.

Aparecían en momentos puntuales y no estaban siempre con nosotros. Llegaban a las seis o las siete de la tarde o les recuerdo en momento especiales e importantes, y te hacían sentir muy bien, pero de repente deja parecían.

Yo creo que eso sí ha cambiado en la sociedad. El hombre de aquella época necesitaba el cambio a la jubilación para poder mostrar otras facetas que no fuesen solamente el salir a cazar y volver con la caza a casa, y creo que todos estos comportamientos se han ido modificando.

"El sexo en mis ficciones sigue siendo algo romántico y clásico: no me gusta la visión posmoderna de la cosificación"

La Promesa se ve mucho en mujeres mayores de 65 años.

Sí, pero en este caso es que lo ve todo el mundo, también la ve mucha gente joven. Nunca nos hubiéramos esperado este éxito tan brutal, no sólo en España, sino en el extranjero.

Vas a cualquier país de Latinoamérica o a EEUU y todo el mundo conoce La promesa. Es transgeneracional. La conoce una mujer de 60, otra de 81 y otra de 15. Y también muchos hombres.

¿Cuánto tienes tú de psicólogo?

Todos los que escribimos tenemos algo de psicólogos. En el cole le decían a mi madre que yo no era muy inteligente, pero que tenía mucha inteligencia emocional (sonríe).

Es importante la empatía y ponerse en el lugar del otro, comprender sus razones por muy difíciles que sean.

He leído que dices que tus ficciones tienen tanto éxito porque se sustentan en la idea de la familia, que es algo que todos tenemos, ya sea presente o ausente.

Sí, y yo creo que la familia ha ido evolucionando muchísimo. Mira este ejemplo, que me hace mucha gracia: ya en Médico de familia no nos encontramos con una familia tradicional.

Emilio Aragón ha perdido a su pareja y parece que la tía puede ocupar el puesto de esa madre, ¿no? Y la evolución de eso son Los Serrano.

Dos familias que se juntan para salir adelante y tienen que convivir. Yo creo que la tercera evolución de eso son Los protegidos, que es un grupo de gente que no se conoce de nada, pero que tienen una cosa en común: poderes, así que decide hacer una familia para crecer juntos.

Yo, afortunadamente, creo que la sociedad española ha avanzado de una forma muy rápida y ha abrazado los diversos modelos de familia.

Josep Cister huye de la visión cosificadora y pornográfica del sexo en la ficción, se define clásico.

Josep Cister huye de la visión cosificadora y pornográfica del sexo en la ficción, se define clásico. Sara Fernández.

¿Qué hay del sexo en la ficción? ¿Cómo ha cambiado nuestra mirada hacia las relaciones sexuales y la intimidad?

En mi ficción sigue siendo algo muy romántico y romantizado, porque es el ADN de las series en las que estoy trabajando, pero creo una cosa: nunca he pensado que cualquier tiempo pasado fuera mejor, hemos avanzado en muchas cosas, pero en el sexo…

No, el sexo se trata en muchas ocasiones como una cosificación, como algo cosificado.

Con frialdad pornográfica. O deportiva. O robótica.

Sí. Es algo que no termina de fluir, no es como te pasa en la vida, ¿no? Es esa visión posmoderna del sexo.

Yo me guío más por la visión clásica, y tampoco me gusta la cosificación, me gusta la naturalidad, aunque representar el sexo en ficción es la mentira más grande dentro de la ficción, porque eso suele ocurrir desde el lugar más íntimo.

Desde el lugar más pequeño, no desde un lugar en el que tienes 80 personas a tu alrededor diciéndote acción, quitándote un batín, y llevando un calcetín en tus partes íntimas.

¿Qué tipo de personajes masculinos les gustan a las mujeres espectadoras? ¿Cuáles son los más deseados, aplaudidos, anhelados…?

No te sabría decir qué perfil masculino puede gustarle a una mujer.

Yo procuro construir dos tipos de personaje: un personaje que directamente ya tiene la sensibilidad suficiente como para no hacer una diferenciación clara entre hombre y mujer, porque no debería haberla; si tuviésemos más educación sentimental y sexual.

Creo que esas dos educaciones han faltado brutalmente en los coles y nos hubiesen facilitado la vida a muchos y nos hubiesen evitado muchos traumas en muchas ocasiones.

El segundo tipo de personaje masculino que suelo crear es el que no arranca como el primero (en el nivel de educación sentimental y sexual de las mujeres), pero evoluciona hacia ese lado.

Te diría que este segundo arquetipo de personaje es el más interesante, o el que más interesante le puse resultar a una mujer, porque se viaja con él y se va hacia un lugar donde se recolecta con lo femenino.

"Si tuviera que escribir una ficción sobre Ayuso y Montero, las sentaría a hablar en un banco del Retiro para que empatizasen"

Sí, es como “¡hay esperanza!”. “¡Uno puede cambiar! Puede aprender, puede abrir los ojos. Pueden escucharnos”.

Claro, yo creo que muchas mujeres han visto evolucionar a la pareja que tienen al lado. Yo lo he visto en mi padre.

No es la misma persona cuando yo tenía 10 años a la de ahora, que tengo 44. Su avance ha sido brutal. A nivel sentimental, con los hijos, a nivel expresar emociones, a nivel evolutivo dentro de las tareas de una familia.

¿Qué hay del concepto “galán” o “Don Juan”? En fin, del chico que va en moto. Del que parece peligroso.

Yo huyo del galán y del macho alfa desde hace mucho tiempo en mis ficciones, aunque creo que es un tipo de personaje que sigue funcionando y que gusta en otras ficciones.

Pero me preocupa cuando los veo en las mías, porque me reconozco poco ahí, aunque me haya criado viendo ese tipo de masculinidad.

La realidad es que siempre hay un chulo.

Pero yo creo que si ves ahora La Promesa o Valle Salvaje o La favorita ese tipo de personajes no están, no existen. No quiere decir que no sean masculinos, son masculinos aunque no sean el chulo ni el galán.

¿Cómo ha cambiado tu forma de entender el amor romántico?

Mis padres se conocen desde muy pequeñitos, desde los dos o tres años, y están juntos desde los 14. Yo he vivido el amor.

Hemos vivido, mis hermanos y yo, algo que normalmente no se suele dar. Si han tenido zonas grises u oscuras, no las han mostrado delante de sus hijos, se han metido en una habitación para discutir lo que tuvieran que discutir.

Entonces yo tengo las relaciones de pareja muy idealizadas y eso es algo que a mí me ha jugado a la contra siempre. Yo no entiendo lo de discutir porque no lo he visto nunca, cualquier cosa me choca y me violenta mucho.

Todas las relaciones que creo en ficción tienen altibajos, claro, pero son muy respetuosas a nivel de hombre con la mujer y de mujer con el hombre.

¿Qué sabes del romanticismo?

Para mí es una idealización. Nuestras vidas están llenas de ficción, todos somos actores: estoy convencido de que tú un día vas a llegar a casa de tus padres y vas a decir que estás bien pero vas a estar mal, y lo vas a hacer también en tu trabajo y con tu pareja.

Y eso para mí es romanticismo. No siempre todo va a estar bien, pero no voy a tener que decirlo. No vivimos solo en esta capa, en la capa de lo real.

Necesitamos un poco de burbuja, un poquito de globo, un punto de irrealidad para sobrevivir a un mundo que en sí mismo es cruel.

Josep Cister cree que el romanticismo es una idealización y que todos vivimos en varias capas.

Josep Cister cree que el romanticismo es una idealización y que todos vivimos en varias capas. Sara Fernández.

Existen la buena y la mala en la ficción. ¿Cómo las construyes, qué argumentos les das a cada una, cómo las haces relevante y les otorgas gravedad y peso…?

Yo creo que nosotros procuramos ser los protagonistas de nuestras vidas y que necesitamos una vacuna contra eso, que es un antagonista, porque nos ayuda a superarnos. Es una concepción que no mola, que no es guay, que debería ser de otra manera, pero es la que hay.

Es el mundo el que nos impone una competición total.

Total. Necesitas muchos antagonistas para superar las pantallas que te va poniendo la vida.

Yo las exagero un poco: la buena es mucho más buena de lo que lo sería en la vida normal y la mala es mucho más mala, son dos caras de la misma moneda, porque buscan un objetivo y necesitan cumplir ese objetivo.

La línea que las separa es muy delgada. La mala tiene razones, tiene motivos. Eso ha cambiado hace años en la ficción. Les llamamos “malos” pero son el reflejo de lo que cada uno de nosotros necesitamos.

Josep Cister cree que la figura de la antagonista nos sirve para superarnos a nosotros mismos.

Josep Cister cree que la figura de la antagonista nos sirve para superarnos a nosotros mismos. Sara Fernández.

Hablemos de las mujeres que más te han inspirado. ¿Escritora?

Emilia Pardo Bazán. Carmen Laforet.

¿Artista?

Georgia O’Keeffe.

¡La gran vagina!

Sí, claro, y ese hacer zoom en cosas en las que normalmente no hacemos zoom. Ver paisajes que nadie ha visto.

Admiro a muchas mujeres, pero sobre todo a las de mi familia. Y a mi referentes Montse Abad y Sonia Martínez. Y a Gema R. Neira y a Teresa Fernández Valdés, que son dos mujeres punteras y pioneras en el audiovisual.

Y de forma definitiva, las que me han influido en mi carrera han sido Yolanda Serrano y Eva Leira, directoras de cásting, con las que llevo trabajando no sé, ¿20 años? Las admiro a las dos profesional y personalmente.

¿Actrices?

Sólo puedo decir cosas buenas de todas las actrices con las que he trabajado últimamente. Pienso en ellas. Verónica Sánchez, Rocío Suárez de Puga, etc.

Quería preguntarte cómo sería la gran telenovela de la España actual, con nuestros personajes reales. Te digo una persona y tú me dices cómo la convertimos en personaje. Por ejemplo, la reina Letizia.

¡Ostras! La reina Letizia sería un personaje tipo la sirenita: una mujer que vive en un entorno y cambia de repente y se convierte en la mujer del príncipe… y luego en la mujer del rey.

Es una de las transformaciones más potentes que puede tener una persona. Yo tengo mucho respeto por la figura de Letizia, me parece que es una mujer hecha a sí misma, una gran periodista, que de repente tiene que verse en el foco… y a mucha gente ese lugar le puede parecer cómodo, porque la gente habla rápido y sin reflexionar, pero yo creo que no lo es.

Tiene todos los focos del mundo puestos en ella, tiene un papel muy complicado, que es representar de forma institucional a un país. Tiene todo el mérito del mundo, y eso no se lo doy yo, que no soy nadie, sino que se lo ha ganado ella con su trabajo y con su talento, haciéndose respetar por parte de todos.

Josep Pla fantasea con nosotras sobre cómo sería una telenovela basada en la vida social española.

Josep Pla fantasea con nosotras sobre cómo sería una telenovela basada en la vida social española. Sara Fernández.

Leonor daría muchas tramas. Una chica joven, princesa, que quiere enamorarse, fumar un cigarro, ponerse un pendiente… como cualquier adolescente. Es jugoso, ¿no?

Claro, es una personalidad muy extrema. También debe de ser complicado ser la princesa de Asturias. Intentar tener una vida normal y saber que no has nacido para tener una vida normal y tener que asimilarlo.

Yo creo que desde pequeñas las entrenan para acepar su destino, pero yo creo que la gran trama sería preguntarnos qué pasaría si ella de repente un día dijese que ese no es su destino, que no quiere ser reina ni seguir el camino para el que ha sido educada desde pequeña.

¡Sería una súper trama!

Sí. Pero te diré lo mismo: máximo respeto a una joven que trata de vivir su vida de forma normal dentro de la excepcionalidad.

Aitana.

¿Cómo será su día a día? Creo que nos sorprenderíamos, porque no somos tan diferentes a ella, yo creo que ella es una mujer normal.

Yo creo que cuando alguien trata de comportarse públicamente como es y te censuran, acabas no siendo feliz. Todas las personas cagamos y meamos de la misma manera, y perdón por la burrada, pero es así.

Debe de ser difícil quitarte esa mochila y esa capa que tú no has pedido y que te ha impuesto la sociedad.

Díaz Ayuso.

No podría decirte…

¡E Irene Montero!

Si yo pudiera escribirles un guion, tengo muy claro lo que les escribiría: les escribiría un café en cualquier lugar del mundo para que durante diez minutos empatizasen la una con la otra y llegaran a entenderse y llegaran a comprender que tienen muchísimo más en común de lo que se creen como mujeres, como ciudadanas y como personas. La sociedad nos polariza.

¿Y dónde les montarías el café? ¿En Lavapiés o en el Santo Mauro?

No hay dos mundos. Esos dos mundos los tenemos sólo en la cabeza. Haría que se sentaran en un banco del Retiro. No pido que lo hagan, no soy nadie para pedirlo, pero si yo tuviera que escribir una ficción sobre ellas… haría que se entendieran conversando. ¡Y que se cayeran bien!