
El escritor, en una foto de archivo.
La mujer, el amor y el erotismo según Vargas Llosa: 15 frases que el Premio Nobel nos dejó para la eternidad
El escritor peruano, fallecido el 13 de abril en su país natal, deja un sinfín de títulos y entrevistas en las que siempre habló claro y sin ataduras convencionales.
Más información: Las tres mujeres a las que amó Mario Vargas Llosa: su tía Julia Urquidi, su prima Patricia Llosa e Isabel Preysler
El mundo de la literatura llora la muerte de uno de sus grandes escritores. Mario Vargas Llosa se ha ido discretamente a los 89 años en su Perú natal, dejando una larga lista de libros que ya forman parte de la historia. En ellos, muchos personajes femeninos como Emma Bovary, rebelde y ansiosa por descubrir otros muchos; o Flora Tristán, precursora del feminismo en el siglo XIX y protagonista de El paraíso en la otra esquina.
Resumir las reflexiones del autor sobre la figura femenina sería tarea ardua y no exenta de polémica. Nunca se autocensuró para expresar sus opiniones, yendo a contracorriente muchas veces y haciéndolo sin complejos. Además de los grandes (y poco convencionales) romances de su vida, entre los que encontramos a su tía, Julia Urquidi, su prima Patricia Llosa y a la mismísima Isabel Preysler, sus opiniones sobre la mujer, el sexo, el erotismo y el amor dan buena cuenta de cómo era.
En su niñez, Vargas Llosa vivió prácticamente en un matriarcado, rodeado de su madre, sus tías, su abuela… y eso influyó en él. "El estar rodeado de tantas mujeres de alguna manera me debe de haber marcado", decía en el año 2021 en una entrevista con Zenda. Es la primera frase que rescatamos, pero no la única. Así hablaba y así pensaba el mítico novelista que a lo largo de su vasta carrera vendió más de 400 millones de libros en todo el mundo.
Sobre la mujer
"Creo que en mis historias hay muchas mujeres, porque hay una carga mayor de sufrimiento, de heroísmo, precisamente porque se trata de sociedades muy machistas, donde la mujer tiene siempre muchos más desafíos que el hombre para afirmar su personalidad, para salir adelante, para enfrentarse a dificultades profesionales, sociales, familiares", decía en el mismo medio reaccionando a la opinión de algunos sobre la poca relevancia de los personajes femeninos en sus obras.
"Las mujeres normales son las auténticas bellezas, sin gomas ni lápices. Las flores del desierto son las que están a tu lado. Las que te aman y las que amamos. Solo hay que saber mirar más allá del tipazo, de los ojazos, de las piernas torneadas, de los pechos de vértigo", escribió en un poema.
"Todas las mujeres bellas son las que yo he visto, las que andan por la calle con abrigos largos y minifaldas, las que huelen a limpio y sonríen cuando las miran. Sin medidas perfectas, sin tacones de vértigo. Las mujeres más bellas esperan el autobús de mi barrio o se compran bolsos en tiendas de saldo. Se pintan los ojos como les gusta y los labios de carmín de chino", otro de sus versos.
"La verdadera belleza está en las arrugas de la felicidad": un canto a la naturalidad y la aceptación del paso del tiempo sin corsés estéticos.
"Mi madre era una gran lectora, le encantaba la lectura, y yo creo que la lectura fue tan importante para mí, desde que aprendí a leer, por la influencia de mi madre. Ella, además, me animaba mucho, me incentivaba", aseguró hace unos años, dejando clara la gran influencia de la figura materna.
"Yo estoy de acuerdo con las feministas en las cosas fundamentales, sin ninguna duda. Hay que combatir los prejuicios, hay que promover a las mujeres", dijo.
Sobre el amor, el sexo y la libertad
"Solo un idiota puede ser totalmente feliz", una reflexión de Mario Vargas Llosa para quitar ese aire naíf que tiene este sentimiento y revestirlo de realidad.
"El erotismo era sinónimo de rebelión y de libertad en lo social y en lo artístico y una fuente maravillosa de creatividad", es una de las frases de su libro de memorias El pez en el agua.
"Lo lento, lo formal, lo ritual, lo teatral, eso es lo erótico. Era una espera sabia. La precipitación nos acerca al animal, más bien", en un fragmento de Los cuadernos de don Rigoberto.
En su libro Sables y utopías escribió: "La libertad se mide en el seno de una sociedad por el margen de autonomía de que dispone el ciudadano para organizar su vida y realizar sus expectativas sin interferencias injustas".
Y, siempre ácido y brutalmente honesto, confesaba: "El amor es lo peor que hay. Uno anda hecho un idiota y ya no se preocupa de sí mismo".
O, en la misma línea: "El secreto de la felicidad, o, por lo menos, de la tranquilidad, es saber separar el sexo del amor. Y, si es posible, eliminar el amor romántico de tu vida, que es el que hace sufrir".
"Solo en el contexto de erotismo, la relación sexual se convierte en un juego, en un teatro, en una ceremonia, en unos ritos, y adquiere una connotación artística. El amor se practica entonces como un espectáculo rodeado de formas. Eso no se da en culturas muy represivas ni muy reprimidas, y por supuesto, no se da en sociedades primitivas. La tradición erótica presupone un elevado nivel de civilización", reflexionaba en una entrevista con El País en 2016.
"El mejor erotismo es el que aparece en obras que no son solo eróticas, aquellas en las que lo erótico es un ingrediente dentro de un mundo diverso y complejo. Y eso nos lleva, de nuevo, a la gran literatura. De ahí que pueda decirse que sin erotismo raramente hay gran literatura. Y al revés, una literatura que es solo erótica, difícilmente llega a ser grande", confesaba en una cita que ya es historia.