Christine Hodgdon y Raquel Campoy, pacientes de cáncer de mama metastásico y activistas.

Christine Hodgdon y Raquel Campoy, pacientes de cáncer de mama metastásico y activistas. Esteban Palazuelos

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Christine Hodgdon y Raquel Campoy sufren cáncer de mama metastásico: primeros síntomas y ayuda a pacientes

El congreso de CRIS Contra el Cáncer reúne en Madrid a ambas pacientes de esta enfermedad que aún no tiene cura. Objetivo: lograr que la tenga.

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Una de cada ocho mujeres va a tener cáncer de mama y el 30% acabará desarrollando metástasis. Los números están ahí, amenazadores. Pero dos mujeres a cada lado del charco están trabajando duro para que esas cifras no den tanto miedo. Para que, a través de alzar la voz de las pacientes y apoyar la investigación, lograr que se encuentre la cura del cáncer de mama metastásico o, al menos, que se cronifique. Estas son sus historias.

Para la estadounidense Christine Hodgdon la vida cambió bruscamente a los 34 años. Entonces trabajaba como bióloga para proteger el hábitat de especies en peligro en Guatemala con la organización Peace Corps, una agencia del gobierno de Estados Unidos. "Era un trabajo alucinante, estaba feliz. Pero noté dos bultos en el costado… Ni siquiera estaban en mi pecho", cuenta. Entonces no lo sabía, pero tenía cáncer de mama metastásico triple negativo.

Al otro lado del charco, Raquel Campoy nació en Cambrils, "un pueblecito precioso de Tarragona donde tuve una vida estupenda". Su sueño era irse a Madrid, ciudad por la que sentía fascinación, a trabajar. "Lo conseguí, empecé como ejecutiva de cuentas en una agencia de eventos, conocí a la persona perfecta y decidimos formar una familia", dice. Tras tener un niño, nació su hija. "Me sentía muy afortunada, tenía todo lo que había soñado", subraya. Pero al dar el pecho le detectaron cáncer de mama metastásico HER2.

Tanto Christine Hodgdon como Raquel Campoy hablan sin florituras de una enfermedad que te destroza, tanto física como mentalmente. Si cualquier paciente con cáncer sabe lo que es enfrentarse a la muerte, quienes tienen metástasis ven directamente sus fauces oscuras, esperando su dentellada. Solo hay una esperanza y se llama investigación. Para salvar vidas, para ganar tiempo.

Ambas mujeres se han reunido en Madrid en el Simposium CRIS sobre biomarcadores, herramientas terapéuticas que están transformando el diagnóstico y el tratamiento del cáncer. Como activistas, son imparables.

Hodgdon ha creado Storm Riders Network, donde comparte los últimos avances en cáncer de mama, tratamientos y ensayos clínicos y fundó, con Julia Maués, GRASP, una organización que une a pacientes e investigadores para avanzar más rápido en la mejora de los tratamientos y para erradicar el cáncer.

Christine Hodgdon y Raquel Campoy, pacientes de cáncer de mama metastásico.

Christine Hodgdon y Raquel Campoy, pacientes de cáncer de mama metastásico. Esteban Palazuelos

Campoy ha creado con la Fundación CRIS Contra el Cáncer la campaña #Dame5más. "Pedimos muy poquito, pero supone mucho. Cinco euros para cinco años más de vida", indica. Hasta ahora lleva recaudados 84.967 euros de 2038 personas que han decidido ayudarle a ganar tiempo. Todo para investigación.

"Lola Flores era una crack, inventó el primer crowdfunding de la historia cuando pidió una peseta a cada español para pagar a Hacienda. Si a mí cada uno me da cinco euros, ¡imagina lo que podríamos hacer para investigar el cáncer!", comenta.

Tienes cáncer de mama metastásico

La primera vez que Christine Hodgdon fue al médico a mirar sus bultos, le dijeron que no se preocupara, que era demasiado joven para tener cáncer de mama. "Odio esas palabras. Por esa idea absurda tardaron ocho meses más en diagnosticarme", apunta.

Cuando lo hicieron, el diagnóstico fue demoledor: cáncer de mama metastásico triple negativo. Pero no solo. Además, tenía cáncer de tiroides y un tumor cerebral. "Acabo de cumplir 10 años de ser diagnosticada, el 7 de abril. Tengo 45 años y aún estoy viva gracias a los avances", recalca.

Christine Hodgdon, diagnosticada de cáncer de mama metastásico triple negativo a los 34 años.

Christine Hodgdon, diagnosticada de cáncer de mama metastásico triple negativo a los 34 años. Esteban Palazuelos

Tras superar sus tumores con intervenciones que la pusieron al borde de la muerte, Christine dejó su trabajo. "Perdía los lunes porque tenía quimioterapia y a mi jefe no le gustaba. Yo no quería estar en un lugar donde no entendían qué supone estar enferma", afirma.

Una vez pasada la parte más dura, decidió que necesitaba hacer algo. "Había perdido 30 kilos, parecía la imagen misma de la enfermedad. La gente se asustaba al verme, pero en realidad yo me sentía bien. ¡Estaba viva!", cuenta. Y decidió trabajar por los pacientes.

Su organización GRASP se ha convertido en una referencia internacional como voz de los pacientes. Se dedican a unir la experiencia de quienes viven el cáncer de mama metastásico con quienes lo investigan. "De ese modo se consigue avanzar más deprisa, porque cuentan con nuestra experiencia de primera mano", apunta.

"Hay tratamientos que los médicos reconocen como muy buenos, pero los pacientes, aunque nos salven la vida, los sufrimos porque tienen efectos secundarios muy duros. Es crucial que los investigadores sepan eso", destaca.

Raquel Campoy, diagnosticada de cáncer de mama HER2 y activista.

Raquel Campoy, diagnosticada de cáncer de mama HER2 y activista. Esteban Palazuelos

En 2020, literalmente el día después de nacer su hija, problemas para darle el pecho hicieron sonar las alarmas a Raquel Campoy. La ginecóloga en cuanto le palpó el pecho pidió ecografía y luego una biopsia. "Me dio una pastilla para retirarme la leche y me dijo: 'Raquel, tenemos que ponernos cuanto antes porque esto va a ser un cáncer de mama", cuenta.

El diagnóstico de Raquel fue cáncer de mama HER2, uno de los cánceres más agresivos, y tenía múltiples metástasis óseas. En apenas unos meses, como en una pesadilla absolutamente real, se había ampliado también a su cerebro. "Yo me decía, esto no puede ser. ¿Cómo voy a dar esta noticia con mi bebé en brazos?", recuerda, y recalca que "en casa tenía esperándome a mi otro hijo, de un año y medio".

Aunque durante el día trataba de mantenerse animada, los peores momentos eran por la noche, cuando le leía cuentos a su hijo, "porque te preguntas, cuántas veces más lo voy a dormir".

Raquel recuerda a un médico que la animó a vivir en el presente. "El partido que tenemos que jugar es este, no te pongas en el minuto 80 porque no hemos llegado". Aquello le ayudó. Pero lo que más fue tomar las riendas de su vida y tratar de plantarle cara al cáncer.

Buscando dónde ayudar, dio con la Fundación CRIS Contra el Cáncer. "Me gustaron porque su objetivo es la investigación y eso es, directamente, más tiempo de vida. Yo quiero ver crecer a mis hijos, ir a sus comuniones", destaca. Ni se atreve a verbalizar que le gustaría llegar a verles casarse y ser abuela.

La importancia de la familia

Tanto Christine como Raquel destacan la importancia de tu entorno para enfrentar el cáncer de mama metastásico. "Soy muy afortunada porque tengo la suerte de contar con una red de apoyo superimportante con mi familia, mi marido, los amigos", explica Raquel. "Muchas mujeres con cáncer son abandonadas por sus parejas. Mi marido siempre ha estado a mi lado. Aunque no le gusta hablar de ello, no sé si por optimismo, o por miedo a que me vayan mal las cosas y les deje solos", reflexiona.

Por su lado, Christine recuerda como su familia hizo piña con su enfermedad "como un ejército amoroso". "Solo se derrumbaron cuando el diagnóstico, ellos lloraban y yo no paraba de preguntar", recuerda. También se sintió arropada por sus amigos. Hoy siente a su lado a miles de pacientes, como una red. Y, también, a médicos e investigadores. "No imaginaba lo mucho que les iba a gustar, al final estar cerca de los pacientes. Al hacerlo, ganamos todos", destaca.

Un futuro sin cáncer

Aunque reconoce estar muy preocupada por los recortes de Trump en sanidad e investigación, Christine tiene claro que va a seguir trabajando más duro que nunca por los pacientes. Y mientras, disfrutando estos días de Madrid, una ciudad de la que se confiesa enamorada. "Fui a correr por el parque del Retiro, a tomar algo en una terraza… Qué bonito es todo", dice con una sonrisa.

Christine Hodgdon y Raquel Campoy, pacientes de cáncer de mama metastásico y activistas.

Christine Hodgdon y Raquel Campoy, pacientes de cáncer de mama metastásico y activistas. Esteban Palazuelos

Porque si algo saben las personas con cáncer metastásico es la necesidad de disfrutar del hoy. Para lograr un mañana necesitan más investigación. Raquel apunta que "sin ella no podremos ver crecer a nuestros hijos". Por eso trabaja para conseguir fondos para que se pueda cronificar el cáncer de mama metastásico. Pero reconoce que "mi verdadero objetivo es lograr que se cure".

Christine añade "siento que podría haber muerto en 2015 y, no, sobreviví. Ahora tengo que continuar con el trabajo para intentar mejorar las vidas de los pacientes y tal vez, solo tal vez, si apostamos por investigar más, podamos vivir en un mundo donde el cáncer no existe".