Penélope Cruz.

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Penélope Cruz le hace justicia a Laura Ferrari, una mujer borrada de la historia

En Ferrari, la actriz madrileña interpreta a quien fuera arte y parte de la famosa escudería de Fórmula 1.

14 febrero, 2024 02:05

Definitivamente Penélope Cruz juega en otra liga. En Hollywood, la actriz madrileña sigue demostrando sus capacidades interpretativas, más allá de su invaluable trabajo con Pedro Almodóvar.

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A la más internacional de nuestras actrices nacionales, esta vez le tocó volver (después de su legendaria Donatella Versace) al inglés con acento italiano en Ferrari, de Michael Mann, un hábil e inteligente director de blockbusters, que se centra en un momento de la larga vida de los Ferrari, la familia que está detrás de los coches rojos de Fórmula 1.

Nos situamos en 1957 en Módena y en una pareja, Enzo y Laura, interpretados por Adam Driver y Penélope Cruz, compañeros de vida y de negocios, ambos atraviesan una crisis tanto empresarial como personal, esta última debido a la reciente muerte de su único hijo Dino, a los 24 años.

En este filme donde abundan las carreras de coches, la testosterona, la velocidad, las muertes al volante, y muchos hombres con los brazos en jarras vociferando y decidiendo, destaca Penélope como Laura Ferrari, una mujer invisibilizada, de la que poco se sabe y quienes han escuchado de ella tienen una imagen completamente distorsionada. Penélope fue más allá de esa imagen.

La presenta como una mujer de mirada vacía, atravesada por el dolor, la tristeza y la ira, muerta en vida tras la desaparición de su único hijo Dino a causa de una enfermedad degenerativa. Cruz supo darle gravedad a esta mujer que tiene que lidiar con su depresión, una condición que en el mundo exterior es leído como 'comportamientos erráticos'.

De hecho cuenta la actriz que indagando sobre Laura en Módena, se encontró que la tildaban de "loca, difícil, furibunda, bruja aterradora". Esto lo cuenta Penélope en la gira promocional de Ferrari, además impresionada por la ausencia de compasión y empatía hacia el sufrimiento de Laura, así como la negación de reconocer sus méritos como empresaria.

Aunque Michael Mann se basó en el libro Enzo Ferrari: The Man, The Cars, The Races, The Machine (de Brock Yates), tanto él como Penélope se propusieron sacar de la sombra a esta mujer que co fundo y co construyó lo que es hoy en día un imperio.

"Para Michael y para mí se convirtió en una cuestión personal de hacerle justicia", sostenía Penélope en una conversación ofrecida en la Fundación de la SAG-AFTRA (gremio de actores en EE.UU), "teníamos que darle voz porque ella es una de las muchas mujeres que por desgracia han vivido y siguen viviendo situaciones similares".

Arte y parte de Ferrari

La verdadera Laura antes de convertirse en una Ferrari, era Laura Domenica Garello. Se cuenta que conoció al aspirante a piloto de coches y diestro mecánico Enzo en la estación de trenes en Turín. En su autobiografía Enzo la describe como "una bella chica rubia, elegante, vivaz y menuda".

Algunas fuentes afirman que Laura era costurera, otras que era bailarina, lo cierto es que se casaron en 1923, y nueve años más tarde nació Dino. Para ese entonces Enzo, que percibía a las mujeres como meros trofeos, era un infiel consumado, con amoríos y conquistas por doquier.

Con Lina Liniardi, que también aparece en la película (interpretada por Shailene Woodley), quien fuera su secretaria, tuvo a una ‘amante estable’ y un hijo, Piero (en 1945), el heredero de la Ferrari.

Más allá de la vida familiar y marital, Laura siempre creyó en Enzo, por lo que fue definitiva su participación, tanto desde el punto de vista monetario como el intelectual, en la creación de la escudería Ferrari, la cual se fundó en Módena y que luego continuó operaciones a unos nueve kilómetros de distancia, en Maranello.

Garello trabajó hombro a hombro con Enzo y desarrolló un profundo conocimiento tanto en lo concerniente a las carreras y los coches, como también en lo empresarial. "Mantenía las cuentas a raya", cuenta de ella Cesare Carani, quien fuera el médico de cabecera de Laura desde 1974, acudiendo casi a diario al número 11 del Largo di Garibaldi en Módena, donde residía Garello, hasta su muerte cuatro años más tarde, para luego también atender al mismo Enzo hasta el fallecimiento de éste en 1988.

Carani fue cercano a los Ferrari, y es el doctor en cuestión al que Penélope Cruz hace referencia en relación a unas cartas que él le dio a leer para la preparación de su personaje en Ferrari.

Esa comunicación epistolar, además de muchas anécdotas y vivencias con los Ferrari forman parte de su libro Enzo e Laura Ferrari, Storia di due grandi pazienti (publicado en 2020). En una entrevista en la Gazzetta di Modena, el galeno octogenario confesaba que la principal razón por la cual se decidió a escribir ese libro durante la pandemia fue "sobre todo porque quería hablar de su mujer [de Enzo] Laura, una persona que nunca se menciona y si se habla de ella es de una manera discordante", se lamentaba.

Cesari Carani corrobora la entrega y pasión de la que fuera accionista de la Ferrari, así como da fe de que algunos directivos de la empresa renegaban de su autoridad, de hecho en los inicios de la squadra fue supervisora en los boxes o pit stop, y antes de caer enferma tenía mucha presencia tanto en la fábrica como en las carreras.

En los 70, como muchas veces vio con la pareja, que permaneció casada durante seis décadas, las carreras transmitidas por televisión, recuerda a Garallo ofuscada con el rendimiento del famoso equipo del caballo. "Enzo, ma dove hai preso quella squadra di coglioni?!" (¿dónde encontraste a este equipo de idiotas?).

Un medio local de Turín reporta que hace poco bautizaron una calle de esa ciudad con el nombre de la que fuera arte y parte de Ferrari. Con esa acción y la película de Michael Mann se demuestra que nunca es tarde para visibilizar a las mujeres borradas de la Historia.

Ferrari nos deja con ganas de saber más de Laura Garallo. Penélope Cruz la interpreta en un momento de vida crucial y doloroso, enfrentándose a un personaje complejo, contenido como un volcán a punto de estallar. Con inteligencia la actriz rehuyó del melodrama, dándole corporeidad, gestualidad y sobre todo verdad a su Laura. Al haberse propuesto hacerle justicia a esta mujer, Penélope lo logra, y hasta lo supera.