Yoko Ono a sus noventa años.

Yoko Ono a sus noventa años. Archivo

Protagonistas

¿Es Yoko Ono, a sus 90 años, la artista japonesa más importante de la historia?

La conocida artista de origen nipón, a pesar del paso de los años y los reconocimientos artísticos recibidos, continúa siendo una incomprendida por el público y la crítica.

30 mayo, 2023 01:56

Conocí a Yoko Ono en 2009. Acababa de recibir un premio, el León de Oro de la Bienal, y yo estaba en un viaje de prensa en Venecia. La primera vez que la vi fue bastante de cerca, en el teatro Piccolo del Arsenale.

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Subió al escenario y, sin saludo previo, comenzó una performance en la que rompía una silla mientras gritaba cada vez más fuerte. Luego, terminaba, sentada en el suelo, muy callada. Tras el show, pude entrevistarla, e incluso preguntarle por John Lennon. Recuerdo que llevaba un anillo enorme en la mano izquierda en el que se leía la palabra ‘LOVE’, en mayúscula.  

“¿Por qué grita Yoko Ono?”, preguntaban algunos asistentes al salir, medio en broma, medio en serio. Hoy, esa pregunta parece haberse arrastrado desde la ciudad de los canales, o desde donde empezara años antes, hasta muchos lados, porque la animadversión general hacia la figura de esta artista japonesa continúa, sin importar el paso del tiempo ni los reconocimientos artísticos que haya recibido.

Yoko Ono en una instantánea actual.

Yoko Ono en una instantánea actual. Archivo

Es cierto que vivimos en una era de prejuicio generalizado hacia lo radical del arte: somos un público “que no reconoce como suyo el arte de su época”, que siente “el rechazo o cuando no una cierta acusación de ininteligibilidad, opacidad discursiva y dispersión”, escribe la historiadora Anna María Guasch (2007). Es decir, el arte más reputado de la actualidad no le gusta a una gran mayoría de la población. 

Y, sin embargo, con Yoko Ono, esta acusación se lleva al paroxismo. Pionera del arte conceptual, la performance, el movimiento fluxus y los happenings, mientras se multiplicaban sus grandes exposiciones y homenajes en los grandes templos del arte, mientras era multipremiada, Ono se convertía popularmente en un símbolo de toda esa desafección. ¿Qué nos pasa con Yoko? Da igual que el propio McCartney desmintiera que su influencia tuviera nada que ver con la disolución de los Beatles, ¿por qué se sigue tarareando aquella canción que Def con Dos escribió en su contra?, ¿por qué se la considera, cada vez más, un bicho raro? 

En agosto de 2019, Ono se convertía en viral con cientos de comentarios que se convertían en tendencia en España en Twitter, tras ser invitada a una acción performativa en el MoMa. Reproduciendo sólo los más reproducibles: “Con este tipo de actuaciones arriesga mucho... podría estar electrocutándose desde que ha cogido el micro y nadie la habría ayudado”; “la mema en el MoMa”: “Seguro que lo improvisó 2 minutos antes. Total, a los culturetas cualquier cosa les sirve para denominarlo arte”; “Y eso, ¿qué es? ¿Arte? ¿Música? Una mujer que grita es lo que le parece. Y la gente aplaude por hacer lo que todos podríamos hacer? No entiendo el mundo moderno”… Las redes no ocultaban ese desapego, la cuestión es, ¿tiene realmente o ha tenido alguna vez calidad verdadera la propuesta artística de Yoko Ono?

Yoko junto al músico John Lennon

Yoko junto al músico John Lennon Archivo

Samuráis y banqueros

Yoko Ono nació en el año 1933 en una familia con una polaridad singular: su padre Yeisuke Ono provenía de una tradición bancaria [sus viajes por todo el mundo harán que hable indistintamente inglés y japonés], y también traía un legado social como descendiente de antepasados samuráis de la nobleza medieval.

Yoko estudió música en la elitista escuela de Gakushuin cuando era pequeña y cruzó el Pacífico varias veces de niña, residiendo por temporadas en San Francisco y Nueva York. Su familia retornó a Tokio antes del comienzo de la Guerra [el recuerdo de los bombardeos de Marzo de 1945 que hicieron trizas su casa familiar antes de trasladarse al campo influirá en su activismo por la paz], pasando los siguientes diez años en Tokio y regresando a EE UU con veinte años para estudiar arte en el Sarah Lawrence College

Yoko Ono se distanció progresivamente de su familia. Conoció al compositor Toshi Ichiyanagi (con el que estuvo casada hasta el año 1962) y se introdujo en el círculo de artistas como John Cage, Merce Cunningham y otros.

En los años cincuenta, comenzó a hacer presentaciones de su trabajo ante pequeños públicos, promocionada sobre todo, por la Japan Society en Estados Unidos. Fue en otoño de 1955 cuando Ono escribió su primera instrucción [piezas artísticas breves escritas como sugerencias de arte], en concreto la titulada Match Piece, (“en la que uno enciende una cerilla y la contempla hasta que la llama se apaga”: “la muerte de la luz, qué puede ser más poético” escribirá Arthur Danto). 

En mitad de una crisis personal, en una estancia en una casa de reposo, conoció al músico Anthony Cox, al que se uniría y con el que tendría una hija, Kyoko Cox, en el año 1963. Un año después, realizaría la pieza Morning Piece con la que propondría vender metafóricamente mañanas del pasado y del futuro, obra que la conectará con Maciunas, uno de sus principales apoyos, de tal modo que en 1961 expondrá por primera vez en AG Gallery. Envíos de postales, el sonido de los copos de nieve cayendo al amanecer… a partir de este momento, su trabajo se convirtió en internacional porque personas de todo el planeta lo encontraron sugerente

Yoko y John Lennon en su conocida performance por la paz.

Yoko y John Lennon en su conocida performance por la paz.

Encuentro con Lennon

En 1966, Yoko Ono conoció a John Lennon en una galería de arte antes de una inauguración y asegura la historia que fue él quien quedó fascinado, comenzando pronto la colaboración entre ambos.

Además de sus apariciones conjuntas en conciertos, ambos comenzaron una serie de performances por la paz y los derechos humanos [por ejemplo, plantar bellotas en la catedral de Coventry].

En 1969 se casaron en Gibraltar, un día de 20 de marzo. En lugar de ir de luna de miel, ambos decidieron organizar su conocida Bed-In, una acción en la que ambos protestaban por la guerra permaneciendo en la cama del hotel Hilton de Amsterdam, además de enviar bellotas a los mandatarios del planeta, y realizar sus 'llamadas por la paz'. 

En los años 70, relatan sus biografías, se iniciaron trámites de deportación por cuestiones de residencia, pero finalmente Lennon obtuvo una Green card en el año 1976 para poder permanecer con ella.

Tres años después, Ono recuperó la custodia de su primera hija, pero su exmarido desapareció con ella y no pudo volver a verla hasta muchos años después [una de las pocas ventajas de la fama, afirmará ella]. 

Tras una separación breve de Lennon durante un año, el músico fue a vivir al edificio Dakota en 1973; tras su reconciliación, nacerá su hijo Sean Taro Ono Lennon, en octubre de 1975 y ambos compartirán unos años de alta intensidad mediática, pero Lennon será tiroteado (frente al mismo edificio Dakota) y fallecerá en diciembre de 1980.

El 14 de diciembre, Ono convocó un llamamiento general de 10 minutos de silencio en memoria de su exmarido y a partir de ese momento, la artista se dedicaría a purgar el dolor de la violencia través del arte, inaugurándose el monumento Imagine en el Central Park neoyorquino e inaugurándose su primera gran retrospectiva en Nueva York.    

Su nuevo tema sería la intersección entre la violencia y la memoria, encontrando un espacio creativo entre su vivencia personal y un mundo que debe convivir con el horror. Ganadora de un Grammy, se reeditarán muchas de sus obras y tendrá una gran cantidad de retrospectivas y premios.

Su tema Walking on Thin Ice se versionará repetidamente y artistas como Lady Gaga o Eric Clapton se pronunciarán en su favor, mientras ella continuará exponiendo en multitud de países. En 2007, coincidiendo con el día de nacimiento de Lennon, Ono creará el famoso 'Haz infinito hacia el cielo', una torre de luz desde Reikiavik para pedir amor y paz. 

¿Qué buscaba Ono? 

Hoy, Ono es una de las mujeres más ricas del mundo y su patrimonio se cifra en cientos de millones de euros, entre propiedades, royalties y ventas artísticas. ¿Pero qué era lo que realmente pretendía en su carrera?

A muchos expertos les cuesta explicar aún por qué sigue siendo considerada clave en el mundo del arte actual. Algo está claro: como ella misma declaró en las entrevistas que dio a los medios en Venecia, durante sesenta años, Yoko Ono se consiguió mover libremente entre la historia del arte de Oriente y de Occidente, mercados ambos extremadamente cerrados, llegando a ser una de las mujeres más conocidas del mundo, conectando diferentes campos y produciendo una obra cada vez más cotizada. Si el movimiento fluxus buscaba liberar barreras en el arte, sus 'instrucciones' siempre habían sido de verdad internacionales, inclusivas y en defensa de sus ideas, apelando a la paz, la sostenibilidad y la fraternidad.

¿Un planteamiento poco efectivo? Yoko Ono afirmó que quiso siempre cultivar una especie de jardín. 'Un enorme jardín de confianza' señala uno de sus catálogos, 'una enorme galería imaginaria'. Escribe la propia artista en su libro titulado Pomelo que todas sus obras “son en realidad pinturas, son instrucciones para pintar”.

Quizás Yoko Ono se resume bien en una persona con una extraordinaria energía que no tuvo nunca miedo a ser criticada, aquí o allá, una convencida de que las palabras, la cultura en sus versiones más chocantes, son algo que puede cambiar el mundo, y con su arte ha intentado tender puentes entre continentes, a partir de cosas tan supuestamente pequeñas. Ese carácter recuerda a los haikus: un fósforo que se consume o un grito, todo lo que es cotidiano puede ser universal. Y lo universal crea puentes para el entendimiento.  

Le pregunté, en aquella ocasión, en Venecia, a Yoko Ono por Lennon. Me respondió que lo había pasado muy mal, y su rostro demudado mostraba que era cierto. Me contestó que no tenía ninguna intención de jubilarse, es más, que una de sus obsesiones más recientes era desarrollar al máximo el cerebro, no dejar de ejercitarlo, y que por eso estaba buscando y leyendo todo lo mejor que se había escrito sobre ciencia y longevidad humana.

Ahora es un tema en todas partes, por aquel entonces no lo era. Después, recuerdo que recogió sus cosas y se marchó, amable y fría, con la expresión de a quien le importa mucho más un minúsculo copo de nieve cayendo o un rayo de sol que entra por una ventana que la opinión negativa de nadie en concreto.

Quizá todo sea una cuestión de escalas.