Piedad Garrido junto a su padre y hermano.

Piedad Garrido junto a su padre y hermano. Danae Rodríguez

Protagonistas

La bodega con corazón: el homenaje a una madre se convierte en unos vinos alabados en todo el mundo

Piedad Garrido decidió trabajar los viñedos de su madre, crear el primer y único vino 100% Pedro Ximénez seco hecho en La Mancha y poner su nombre al proyecto. 

5 diciembre, 2022 02:19

La madre de Piedad Garrido Rubio falleció de repente, a los 61 años, justo antes de que dieran la cosecha los viñedos que había adquirido con su marido, el sueño de ambos. La familia, ella, su hermano Jorge y su padre, Cipriano, quedaron devastados. Pero era imposible que un ser de luz como era su madre les dejara en la oscuridad.

Pasado el duelo, la semilla del amor que había plantado en ellos Marisol germinó en el homenaje más bonito que se puede hacer a una persona querida, hacer florecer aquel sueño. Los tres pusieron en marcha la Bodega Marisol Rubio, un proyecto pequeño, de vinos de edición limitada y muy cuidados. Hoy, su recuerdo permanece, si cabe, más latente en sus vidas y los grandes críticos del sector, como Parker o Peñín, valoran al alza sus vinos. Ellos sonríen y miran al cielo.

“Cuando el viñedo comenzaba a florecer, a mi madre, pura vitalidad, energía y bondad, le detectaron un tumor entre el ovario y el útero y en menos de 3 meses, en octubre 2016, falleció”, cuenta Piedad Garrido, que recuerda una primera cosecha oscurecida por el dolo. Y entonces, en la de 2018, pese a ser un año tremendo para la finca, con todo tipo de adversidades meteorológicas, descubrieron que les había quedado un fruto excelente.

['Viñedos Olvidados', el gran proyecto que rescata viñedos tradicionales y variedades autóctonas]

En ese momento, su hermano y ella le dijeron a su padre que le iban a apoyar con los vinos porque era “el mejor homenaje que podíamos hacer a nuestra madre. Él se emocionó muchísimo y nos dijo, hijos tenéis vuestro trabajo y vuestra vida tranquila, sabéis el lío en el que os vais a meter, lo competitivo que es el sector”.

Pero si algo tienen los Garrido-Rubio es valor, constancia y sacrificio. La finca de Bodegas Marisol Rubio se encuentra en Villanueva de Alcardete, un pequeño pueblo de Toledo. Todos sus vinos son de la misma parcela, Paraje La Rizosa, “la finca por la que hace años mis padres apostaron”, cuenta Piedad. Su proyecto tiene mucho de romanticismo. Tanto en el objetivo claro de apostar por luchar contra la despoblación rural y el impulso a la enología y la agricultura local, como en el nombre de sus vinos. Sólo hay que darse cuenta de que el nombre CIPMA, que llevan dos de sus vinos estrella, es el acrónimo del nombre de sus padres (Cipriano y Marisol). “Y son los que mayor elaboración conllevan”, indica Piedad.

Mientras Piedad Garrido Rubio (45 años) es la CEO de la empresa, fundadora y directora general, además de un águila en cuanto a comunicación, Jorge Garrido Rubio (35 años), ingeniero industrial, es el encargado de operaciones; y su padre, Cipriano Garrido Cañizares (73 años) se encarga de la agricultura y de mimar a las uvas. En sus terrenos crean tres vinos edición limitada, y un AOVE.

Hace ya cuatro años que nació este proyecto en un campo tremendamente competitivo y en términos generales un tanto masculinizado. Todo comenzó con cifras muy pequeñas, 1.455 botellas en su primera añada, tanto en cuanto a la excelencia de la uva con que se producía, como en las etiquetas, serigrafiadas con la letra de la madre. “Me daba igual si era comercial o no”, admite Piedad. Con plena pandemia por medio, ya han superado las 25.000 botellas, y van a dar otro importante salto más en producción este año.

Sus creaciones se pueden encontrar en algunos de los mejores restaurantes de España, como Sacha, Urrechu, Rekondo, Arzak, García de la Navarra, han recibido el visto bueno y muchas alabanzas de los críticos más importantes del sector, como Juan Fernández Cuesta, Federico Oldenburg, Andrés Sánchez Magro o Ferrán Centelles, y han logrado premios y puntuaciones por encima de 90 en las guías más importantes: Parker, Decanter, Peñín, Gilber Gaillard o Intervinos.

“Hemos conseguido importantes reconocimientos del mundo de vino tanto a nivel nacional como internacional. Además, acabamos de entrar en el mercado americano, y estamos en algunos países europeos, como Holanda está funcionando de maravilla. En España estamos en los restaurantes más punteros”, destaca Piedad y subraya que “nuestro proyecto tiene como base el amor, el amor de unos hijos a la labor vitícola de su padre y a una de las figuras más importantes en la vida de una persona: nuestra madre. Este sueño nace queriendo homenajearla a ella”.

La bodeguera destaca también la figura de su padre, un referente para ella en cuanto a agricultura respetuosa con el entorno. “Mi padre siempre puso y pone la calidad del fruto y de la vid por encima de todo”. La pasión que Cipriano siente por la viticultura generó en él el conocimiento y la visión necesaria para tener la valentía de ser pionero en plantar una variedad hasta entonces desconocida en la región.

Piedad y Jorge Garrido.

Piedad y Jorge Garrido.

Fue su padre quien apostó por crear un vino blanco seco único con la uva Pedro Ximénez. . “Hace años visitó el sur de la península ibérica y ahí llamó mucho su atención las grandes plantaciones de Pedro Ximénez que había y en su cabeza pensó si esta planta se adapta bien por aquí, con un clima tan cálido, por qué no podría hacerlo por mi zona, en Villanueva de Alcardete, un pueblito de la provincia de Toledo, que limita ya con Cuenca y con Ciudad Real”, explica.

Y continúa: “Pasaron los años y él mantenía en su cabeza esta idea, se fue informando, estudiando… y cuando llegó el momento de reestructurar una finca que tenemos de 25 hectáreas, dedicó casi 5 hectáreas a plantar Pedro Ximénez. La gente, amigos, le decían que estaba loco, pero él tenía claro que las características de nuestra finca (entre ellas una altitud de casi 840 metros y un suelo único) iban a criar buena Pedro Ximénez. Y lo consiguió”.

Piedad, se siente orgullosa de ser con su hermano la quinta generación de agricultores en su familia, reconoce que fue “valiente” ponerlo en marcha ya que son la primera y única bodega del centro de España en criar y elaborar vinos 100% Pedro Ximénez y además vinificarlos en seco. Algo muy atrevido y que nos pone barreras constantes por el desconocimiento, ya que la gente tiende a consumir lo habitual, pero a pico y pala vamos abriendo camino a lo pionero y disruptivo.”

Cada uno de los vinos tiene un estilo propio lo que les permite enriquecer una amplia gama de maridaje. Entre sus vinos destaca el CIPMA I, fermentado en depósito de hormigón subterráneo con paso por barrica nueva de Kentucky durante cinco meses con una crianza sobre lías, que destaca por su elegancia y mineralidad, CIPMA II, directamente fermentado en barrica nueva de Missouri con crianza sobre lías de siete meses lo que le hace poseer mayor cuerpo e intensidad y SON D SOL, un vino joven y fresco cuyo diseño relaciona música y vinos. Mientras que su excelente AOVE, también muy innovador, combina la Cornicabra con un leve toque de Picual y Arberquina.

Con esta iniciativa, Piedad y su familia han demostrado que “si se quiere, se puede, sobre todo si hay amor, constancia y honestidad. En España se suele ser muy tradicional a la hora de beber vino, yendo a las variedades más comunes, por eso Marisol Rubio es para valientes con personalidad”. Hablamos con ella a punto de comenzar la campaña de Navidad, en la que esperan batir récords.

Piedad Garrido con uno de sus vinos.

Piedad Garrido con uno de sus vinos.

Para quienes no la conocimos, ¿cómo era tu madre, qué te gustaría compartir de ella?

Era un ser extraordinario, una persona de verdad, auténtica, pura bondad, servicial, con un corazón enorme. Tremendamente intuitiva e inteligente. Confiaba en hacer el bien, no sabía de razas ni de clases sociales, siempre nos decía "haz bien y no mires a quién".

Ojalá, y la sociedad tuviera más personas como ella. Ella era muy familiar, cuidó a sus padres, a su marido y a sus hijos con un mimo y esmero, dignos de admiración. Se marchó pronto de esta vida, sin embargo, dejó una huella enorme. Bodegas Marisol Rubio es el mejor homenaje que podemos hacerle, donde volcamos nuestro cariño y trabajo, donde su nombre está traspasando fronteras y está presente en algo tan bonito como es una mesa, el compartir… Un proyecto que refuerza esa unión familiar por la que ella tanto luchó.

¿Qué sientes cuando miras vuestros viñedos?

Si tuviera que describirlo con una palabra, esta sería calma. Es una sensación de paz y tranquilidad, es un chute tremendo de energía, es una estampa de la naturaleza en la que coinciden en el tiempo pasado, presente y futuro, a la vez. El viñedo es el reflejo de la pasión que mi padre aplica en su día a día, es el presente que tanta alegría me aporta y es la continuidad hacia un futuro para una generación posterior.

Podría pasarme horas y horas hablando de ella, dado que he visto crecer las plantas en esa tierra, he sido testigo del impacto que supone que durante varios años continuos un temporal arrase con todo hasta el punto de tener que reestructurar y, ahora, tras verla de nuevo florecer habiendo apostado duramente por ella con una plantación sin referencias cercanas, vamos un paso más allá y llevamos nuestros vinos a los sitios más relevantes de nuestra gastronomía. Es la magia de la naturaleza, como lo son sus puestas de sol, las más alucinantes que he visto nunca, y mira que he recorrido mundo.

¿Qué es lo mejor de trabajar en familia?

Lo mejor es la conexión que existe. Unir la experiencia de mi padre, junto con la de mi hermano y mía. Tenemos la suerte de tener perfiles muy distintos que se complementan muy bien.

¿Y lo peor?

Lo peor la falta de desconexión. En fines de semana, en momentos de ocio… rara vez no aparece un comentario relativo a Bodegas Marisol Rubio que si puntos de mejora, observaciones, situaciones que nos las llevamos siempre al aprendizaje… Nos hemos propuesto desconectar y dejarlo para ‘el lunes’, aunque nos cuesta porque realmente este trabajo es pasión, y forma parte de nuestro ADN. Nos hace muy felices.

¿De cuál de vuestros vinos estáis más orgullosos y por qué?

Todos nuestros vinos son de la misma parcela, Paraje La Rizosa, una finca por la que hace años mis padres apostaron. Todos están realizados con un 100% de la variedad siendo el resultado final muy distinto en cada uno de los tres vinos en función de la experiencia’ en bodega donde vinificamos de modo diferente para enriquecer el maridaje.

Por tanto, es como si una madre debe elegir a cuál de sus hijos quiere más. Son vinos con personalidades muy marcadas que ofrecen diferentes posibilidades desde la perspectiva gastronómica. CIPMA I es el que nació primero, y eso siempre deja una huella especial. Le denominamos CIPMA como acrónimo del nombre de nuestros padres (Cipriano y Marisol), es el vino que mayor elaboración lleva.

¿Qué aporta la uva Pedro Ximénez a un vino seco, cómo lo definirías?

Es una uva sutil y elegante, que deja expresar el terruño en su plenitud. Los viñedos están a una altitud de 837 metros rodeados de monte bajo en los que predomina la encina y el tomillo con un terreno de zonas arcillosas y gredosas en los que la roca madre es caliza. Todos estos componentes hacen que sean vinos únicos e innovadores. La uva es el factor principal en el vino, nosotros en bodega seguimos un proceso orgánico, que lógicamente también es fundamental para el resultado final. SON D SOL es naturalidad y frescura, un vino que fermenta en depósito de hormigón subterráneo, CIPMA I es mineralidad y equilibrio, con esta misma fermentación hacemos una crianza sobre lías, mientras que CIPMA II es consistencia y sutileza, fermenta y envejece en barricas nuevas de Missouri.

¿Cómo es Villanueva de Alcardete, cómo nos lo describirías?

Creo que los lugares los hacen las personas, y la gente de Villanueva de Alcardete es muy activa y trabajadora. Su población se dedica, en su mayoría, al cultivo de la vid. Las festividades de sus patrones la virgen de la Piedad, popularmente conocida como ‘la ricona’, y San Jorge celebradas, en noviembre y en abril, respectivamente, reflejan la pasión de su gente, la fidelidad y devoción a unas creencias muy arraigadas.

Me encanta pasear por Villanueva de Alcardete porque ahí está mi raíz, me calma y me serena, es mi punto de equilibrio. Me hace recordar el valor de la palabra “vecindad” y sobre todo una frase que mi madre repetía mucho “qué trabajadora es la gente de Villanueva”, eso lo llevo grabado en mis venas, y me da la fuerza y el orgullo para avanzar.

Los tres vinos.

Los tres vinos.

Si vamos por allí, ¿qué nos recomendarías hacer, ver, comer?

Mis preferidos son la iglesia Santiago Apóstol, que data del siglo XVI y tiene una curiosa mezcla del gótico y del románico, y el puente romano por donde cruza el rio Cigüela, además están sus plazas y sus pilares de donde antiguamente se extraía el agua para abastecer a los animales de labranza.

Las carnes que se producen en el pueblo son de una calidad extrema no puedes irte sin pasar por sus carnicerías, donde también puedes degustar los quesos acompañados de los vinos de la zona que son maravillosos. Y, por supuesto, tienes que disfrutar de la puesta de sol en nuestra finca de La Rizosa, y poner en práctica el emblema de Bodegas Marisol Rubio: Vivir con V de Vino.

¿Cuál es la mayor alegría que dirías que te han dado estos vinos? ¿Y lo más difícil?

Conseguir altas puntuaciones en los concursos más relevantes está muy bien porque además de ser un aval hacia la venta, supone una gran satisfacción. Aunque te confieso que tanto para mi hermano como para mí lo más gratificante de este proyecto es ver la alegría de mi padre cuando se ha sentado en alguno de los muchos restaurantes con estrellas Michelín de nuestro país y le han abierto una botella de nuestro vino.

También es grato escuchar y leer la opinión de expertos y críticos del sector cuando han catado nuestros vinos. Lo más difícil es crear una necesidad en el mercado nacional porque se tiende a beber lo común, no hay demasiadas personas que se atreven con vinos distintos y atípicos. Desde luego, que me encantaría escuchar más decir ‘ponme un PX seco’.

¿Solo tenéis vino blanco?

De momento, así es. Aunque se avecina algo muy bonito que pronto verá la luz, pero con paciencia. Llevamos tiempo trabajando en el tinto, y hemos de ser cautelosos y estar seguros al 200% antes de lanzar un nuevo producto a nuestros clientes y al mercado. Nos hemos, y nos han, puesto el listón muy alto. Cuando ocurra estaré feliz por presentártelo.

¿Cómo es vuestro aceite de oliva, qué lo diferencia?

Es muy diferenciador como ocurre con nuestro vino. Cuando nos planteamos sacar al mercado un AOVE sabíamos que no podía ser algo común, sino que tenía que enlazar con la filosofía de Bodegas Marisol Rubio rompedora e innovadora. De ahí que creamos una mezcla de tres variedades: picual, arbequina y en un porcentaje de más del 70% cornicabra, que es la variedad autóctona de nuestra zona. El resultado es un aceite de oliva virgen extra de intensidad media de ‘amargo y picante’, siendo fluido en boca con una nariz que recuerda al tomate y a la alcachofa, ideal para ensaladas, como aderezo de platos exóticos o simplemente para tomar sobre un buen pan.

Con la sequía que nos asola, ¿en qué se está diferenciando la vendimia de este año de las de otros años?

Como sabemos, el agua es un factor clave para la vid. Es fundamental tanto para la planta como para el fruto. Desafortunadamente en nuestra zona, no ha llovido prácticamente nada en las estaciones de primavera y verano, esto ha hecho que el tamaño de las uvas sea muy pequeño y por tanto la producción se haya reducido significativamente. Además, estamos encontrando una acidez muy baja que no favorece hacia la transformación en azúcar. Va a ser muy complicado alcanzar el equilibrio deseado entre grado y acidez, por ello; tenemos que ir analizando minuciosamente la evolución a diario en estos tiempos previos a la recolección.

¿Os preocupa el cambio climático, cómo puede afectar a los viticultores, os estáis preparando de algún modo?

Claro que nos preocupa. El aumento de temperaturas o todo lo que sean condiciones adversas, hacen que el ciclo vegetativo no se desarrolle con normalidad. Frutos que no alcanzan su madurez óptima, hojas que se secan, etc. son efectos que requieren de adaptar todo tipo de actividades en campo. Cuando no generas un estándar a lo largo de los años, es una labor muy complicada sacar añadas parecidas y lo que es nuestro objetivo siempre, mejorarlas.

¿Cuál sería tu mayor sueño?

Mi mayor deseo es la salud. Que mi padre vea en los próximos años hecho realidad un proyecto muy bonito de enoturismo. Que nuestros vinos se sigan vendiendo y extendiendo a nivel nacional e internacional. Seguir innovando y ofreciendo calidad. Qué bodegas Marisol Rubio sea cada vez más conocida, y pase de generación en generación.