Carmen Ayuso, jefa de genética en la Fundación Jiménez Díaz.

Carmen Ayuso, jefa de genética en la Fundación Jiménez Díaz.

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Carmen Ayuso, jefa de genética: “Detectamos sufrimiento que a veces no podemos resolver"

La científica de la Fundación Jiménez Díaz cuenta a MagasIN cuáles son los desafíos frente a los que se ha tenido que enfrentar como mujer en el sector para llegar al éxito. 

7 octubre, 2022 02:38

Carmen Ayuso García es jefa del Departamento de Genética de la Fundación Jiménez Díaz y de los otros tres hospitales de Quirón Salud integrados en la red pública de la Comunidad de Madrid. Además, es directora científica del Instituto de Investigación Sanitaria del Instituto Jiménez Díaz.

La ciencia fue siempre su pasión. Pero no simplemente la ciencia, sino la aplicada a la parte de la biomedicina. Su padre siempre le recuerda con gracia sus propias palabras cuando era más pequeña: “A mí me gusta estudiar el cuerpo humano”. De hecho, uno de sus primeros regalos de cumpleaños fue un microscopio.

Recibe la llamada de MagasIN en mitad de un viaje en coche, aunque la cobertura es borrosa, sus palabras resultan de lo más serenas. Es una mujer de pura ciencia, que reconoce los obstáculos y que anima a las más jóvenes a seguir ese camino.

[Carmen, la uróloga jefe a la que los hombres preguntaban que cuándo llegaba el médico]

Es Jefa del Departamento de Genética de la Fundación Jiménez Díaz, ¿cómo desarrolló su interés por el campo de la genética?

Cuando acabé la carrera de Medicina, tenía muy claro que quería compatibilizar la asistencia a los pacientes con el trabajo de investigación, pero conseguir eso, a veces, es muy difícil. Entonces, en un programa de La Dos tuve la suerte de conocer al que fue mi maestro, el profesor Andrés Sánchez Cascos, que hablaba de la aplicación de la ley de la genética al conocimiento de algunas enfermedades, por ejemplo las alteraciones cardíacas.

Me gustó tanto verle, me transmitía tanto interés y tanta pasión por lo que hacía, que quise aprender de él. Estaba trabajando en la Fundación Jiménez Díaz y, cuando salieron unas plazas para residente, no dudé en opositar. Finalmente me cogieron y empecé a rotar por distintos departamentos, pero enseguida acabé en el departamento de genética. Allí he podido compatibilizar desde entonces mis dos pasiones.

¿Qué es lo que más y lo que menos le gusta de su trabajo?

Lo que más me gusta es que ver pacientes y hacer investigación me permite llenar dos aspectos importantes de mi vida que son muy vocacionales. Uno hace referencia al aprender y al conocer, el satisfacer la curiosidad supone para mi una aportación intelectual, pero también emocional al dar respuesta a las preguntas que me voy haciendo. Y la otra faceta es trabajar con y para las personas, ha sido un aspecto muy importante que me ha gustado mucho.

Y lo que menos tiene que ver también con lo anterior. Es una profesión muy exigente, que te exige muchísima dedicación de tiempo, de esfuerzo y de estudio, y eso llega un momento en el que resulta bastante agotador. El otro aspecto también tiene que ver con lo que te he dicho de las personas. Cuando te dedicas a trabajar rodeada de ellas, muchas veces, detectamos conflictos, sufrimiento y no siempre podemos atender o resolverlos todos. Esas son la cara y la cruz de la medalla de mi profesión.

En el terreno profesional, ¿con qué momento de su trayectoria se quedaría?

Creo que cada etapa ha tenido su aspecto bueno y su aspecto menos bueno. Durante la época juvenil no se te pone nada por delante porque tienes fuerza, energía y ganas para llegar a todos los sitios. Eso es muy bonito, porque tienes todo por descubrir y todo lo que tienes por delante es como un papel en blanco, entonces la curiosidad te lleva a todos los terrenos.

Luego hay una etapa de velocidad de crucero, en la cual vas viendo ya en dónde quieres estar, vas construyendo tu equipo de equipo de trabajo, los objetivos más concretos y en qué campos de la ciencia te gustaría centrarte más.

Pero, tal vez, yo mantengo más dulces los momentos que vivo ahora profesionalmente, porque puedo ver con perspectiva las cosas que he hecho. Aunque también veo con amargura las cosas que no he podido hacer, es muy bonito pensar en las personas a las que he podido ayudar. Mi testigo para las próximas generaciones es un telescopio para mirar lejos, para que puedan ver por dónde podrían ellos y ellas desarrollar su trabajo futuro.

Entonces ahora estoy recogiendo el resultado de eso, y como a mí me gusta mucho vivir el presente, ser positiva y optimista, pues tal vez me parece lo más importante.

"Sí he percibido puertas para acceder a los altos puestos"

Como mujer, ¿ha encontrado problemas para conciliar vida y trabajo?

Yo no he conseguido conciliar vida y trabajo porque la junta científica me lo haya permitido. Yo he conciliado porque mis circunstancias personales me lo permitieron, porque he tenido un marido absolutamente comprensivo y unos hijos que también lo han sido, que siempre me han ayudado en todo lo que han podido. Muchas veces no estaba dando un biberón porque tenía a alguien en casa que lo estuviera dando mientras yo trabajaba en el hospital. También he hecho muchos deberes en una mesa camilla con mis hijos, ellos los suyos y yo los míos.

Esto me recuerda a una conversación que tuve con otra mujer directiva el otro día. Me contó que, hasta que no llegó ella misma a un puesto de alto cargo y se quedó embarazada, no se dio cuenta de que el parking estaba enormemente lejos del acceso a la oficina y que había que reservar algunas plazas, no solamente para las personas que tenían problemas de movilidad, sino también para las mujeres embarazadas.

Que tú no compartas necesidades con otros, hace que a veces no las veas y no crees las soluciones. Por eso es muy bueno que las mujeres estén en todos los sitios.

¿Cómo se ha portado el mundo de la ciencia con usted desde una perspectiva femenina?

En cuanto al techo de cristal, tengo que decir que no fue fácil. Ahora soy directora del Instituto de Investigación Científica siendo mujer, de hecho soy la primera en toda España, pero ha sido gracias a la combinación de dos factores: trabajar mucho y tener la suerte de trabajar en un ambiente muy particular.

Estoy en una entidad que está gestionada por una empresa privada y en esos entornos, cada vez más, se miden a las personas por la consecución de sus objetivos, y no por los prejuicios de su género.

Pero no siempre fue así, en otras ocasiones, sí he percibido puertas para acceder a los altos puestos. Cuando el puesto al que podía optar era un puesto que conllevaba mucho trabajo y poco o ninguna gloria o salario, no he tenido ninguna dificultad para obtenerlo. Y cuando conllevaba un cierto nivel salarial o un cierto reconocimiento, entonces he detectado muchos más obstáculos. Y esa es la historia, en general, de muchas mujeres de mi generación.

"Yo no he conseguido conciliar vida y trabajo porque la junta científica me lo haya permitido. He conciliado porque mis circunstancias personales me lo permitieron"

¿Cuáles son esos desafíos frente a los que siente que se ha tenido que enfrentar como mujer?

Yo mido un metro y medio, y creo que esa fragilidad de estatura me ha abierto muchas puertas, porque soy muy fuerte por dentro, pero tengo un aspecto exterior de no serlo tanto. Y eso me ha permitido manifestarme de una manera que no se veía como una agresión, pero eso no quita que, a veces, tuviese muchas ganas de decir las cosas de una manera muy fuerte y muy alta para que me oyeran.

De hecho, durante mi carrera, he llegado a muchos sitios donde era la única mujer. Y donde, además, he notado que al entrar yo, el tono de la conversación cambiaba o era muy masculino y muy poco integrador. Esto no consiguió frenarme, pero hay mujeres a las que estas actitudes sí les frena.

He conocido a muchas mujeres perfectamente capacitadas para haber llegado a un puesto de directiva que, cuando se les ha ofrecido la oportunidad, han pensado: “yo no puedo''. La sociedad cree que no podemos ser directivas y muchas mujeres creen también que no pueden hacerlo. Por eso, cuando una persona, sea hombre o mujer, tiene capacidad y quiere dirigir, hay que ayudarla a que lo consiga. Pero muchas veces, como hay suficientes hombres que sí que quieren, no se plantea prestar atención a esas mujeres más indecisas.

O sea, no es que haya una militancia en contra de que nosotras estemos, es que sencillamente ni lo ven. Por eso creo que es muy importante hacérselo notar tanto a ellos como a ellas.

Ya no es cuestión solo de justicia, es una cuestión práctica. Tenemos un 73% de mujeres que terminan la carrera de medicina, qué vamos a hacer el día de mañana para que haya suficientes jefes de servicio. No podemos decírselo solo a ese 25% de hombres restantes. Tenemos que acostumbrarnos a buscarlos entre todas las personas que configuran este grupo, sean hombres o mujeres, para que pueda llegar el que más vale. Y si no nos salen las cuentas, es que lo estamos haciendo mal, porque es matemáticamente imposible que solamente los hombres lleguen a puestos directivos.

Como mujer, ¿ha encontrado problemas para conciliar vida y trabajo?

Yo no he conseguido conciliar vida y trabajo porque la junta científica me lo haya permitido. Yo he conciliado porque mis circunstancias personales me lo permitieron, porque he tenido un marido absolutamente comprensivo y unos hijos que también lo han sido, que siempre me han ayudado en todo lo que han podido. Muchas veces no estaba dando un biberón porque tenía a alguien en casa que lo estuviera dando mientras yo trabajaba en el hospital. También he hecho muchos deberes en una mesa camilla con mis hijos, ellos los suyos y yo los míos.

Esto me recuerda a una conversación que tuve con otra mujer directiva el otro día. Me contó que, hasta que no llegó ella misma a un puesto de alto cargo y se quedó embarazada, no se dio cuenta de que el parking estaba enormemente lejos del acceso a la oficina y que había que reservar algunas plazas, no solamente para las personas que tenían problemas de movilidad, sino también para las mujeres embarazadas.

Que tú no compartas necesidades con otros, hace que a veces no las veas y no crees las soluciones. Por eso es muy bueno que las mujeres estén en todos los sitios.

¿Qué consejo le daría a las jóvenes futuras investigadoras?

Sobre todo, que trabajen en lo que más les guste, y que procuren hacerlo de la forma en la que más les guste y bien, porque eso hará que se esfuercen más por conseguir sus objetivos. Y si alguna vez les falla un poco las fuerzas o piensan que no les hacen caso, que se fijen en otras personas que han llegado ahí. Porque lo han conseguido gracias al esfuerzo, y eso significa que no es imposible, que se puede hacer.

Pero también hay que aprender a renunciar a hacerlo todo perfectamente, no queda más remedio. Esto se lo decía yo a una joven investigadora el otro día, uno tiene que reconocer sus limitaciones, sus debilidades y hacer lo que sepa hacer de la mejor manera posible. Y con esa manera de hacer las cosas y teniendo bien claro hacia dónde se dirige uno, yo creo que se pueden conseguir esos objetivos.

Por último, ¿cómo ve la situación actual de la ciencia en España? ¿Cree que falta divulgación?

Ahora mismo hay muchísima divulgación. Veo la ciencia muy bien porque hay científicos estupendos y porque somos muy eficientes, con muy poquito dinero que nos dan, hacemos muchas cosas. Pero es necesario que haya recursos mantenidos en el tiempo, que se organicen y se repartan adecuadamente, y que haya una organización detrás a todos los niveles que permita que las iniciativas no se diluyan.

En cuanto a la divulgación y la difusión, hay muy buenos canales de difusión científica. Pero, muchas veces, en las redes aparecen mensajes de informaciones que tienen muy poco valor y que, a veces, incluso son falsas o no están bien fundamentadas. Y eso genera mucha confusión en la población e incluso puede generar que haya, como hemos visto, negacionistas.

Cuando una información se da mal, se hace mucho más daño que si no se diera. Es ahí donde entra en juego la importante labor de los periodistas, por eso estoy hablando contigo, porque creo que es importante que hagáis eso.