Soledad Fox Maura.

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Soledad Fox Maura, la española del Williams College: "Se echa de menos la capacidad de diálogo"

La profesora y escritora Soledad Fox Maura, charla con MagasIN sobre su experiencia dando clase en EEUU, la vida entre dos países y las obras de María Luisa Elío.

16 febrero, 2022 02:48

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Soledad Fox Maura (1968) es catedrática de literatura comparada y española en Williams College, la segunda universidad más antigua de EEUU. Su condición de española y norteamericana le confiere un conocimiento privilegiado de ambas culturas.

Ha publicado un estudio comparativo sobre Cervantes y Flaubert, las biografías de Constancia de la Mora y Jorge Semprún, y acaba de presentar en la Casa de México Tiempo de llorar, obra reunida de María Luisa Elío

Pregunta: Su especialidad es la biografía y la literatura del exilio español.

La verdad es que soy un poco todoterreno. Mi tesis doctoral fue sobre la influencia de Cervantes en Flaubert. Cuando terminé el doctorado y obtuve la plaza en Williams College, donde sigo, me tocó impartir un curso sobre la Guerra Civil.

Todo empieza buscando materiales para mi clase. ¿Qué podría interesar a mis alumnos de Nueva Inglaterra, donde está la Universidad, sobre la Guerra Civil española? Fue cuando me topé con Constancia de la Mora, una mujer que había desaparecido de la historia, que fue importante en algún momento y dejó escrito un libro. Me intrigó. Para trabajar sobre ella y otras mujeres, vine a España con una beca Fullbright.

Era una beca muy importante. Yo tenía una cierta inseguridad. No sabía a qué archivo acudir. Su vida había quedado casi sin rastro. Hubo un momento de pánico. Luego, poco a poco, descubrí que, por ejemplo, todo lo que había sobre ella, en el Archivo de la Guerra Civil, en el Komintern en Moscú, venía bajo el nombre de su marido. Aprendí a buscar de una forma oblicua. La mujer no se merecía su propio legajo en el Archivo ni su propia referencia en el Índice.

SoledadB

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También ha escrito una biografía sobre Jorge Semprún. Ambos tienen en común que están divididos entre dos países, como María Luisa Elío y también usted.

Jorge Semprún me parece un personaje importante. Muy comprometido con cosas con las que podemos estar de acuerdo o no, pero muy comprometido. Se fue adaptando, pero su compromiso fue longevo. Y muy activo tanto en España como en Francia. Encerraba en su obra y en su vida prácticamente la historia del siglo XX en Europa.

Un personaje con muchas luces y algunas sombras que plasma en la biografía.

Fue un libro mucho más difícil de lo que me imaginé, más interesante a la vez.

El tema de estar dividida entre dos culturas, entre dos países, en realidad significa que nunca estás al cien por cien en tu hogar, en ningún sitio, y ese es un tema que sí es personal. Me encanta verlo reflejado en la literatura y en la vida de los demás, quizá porque me haga sentirme menos sola. Yo he vivido siempre a caballo entre dos países, me ha costado, pero espero que también me haya ampliado los horizontes.

Tiene una perspectiva privilegiada, de cierta distancia. Aquí en seguida nos tiramos al ruedo.

Quizá también significa que nunca eres del equipo de nadie. Aquí pueden decir que escribo biografías un poco “anglo”. Intento que el material de investigación me dirija. Indago en personas que han vivido momentos históricos y situaciones complejas. Yo no voy con algo preconcebido, no me interesa. De lo contrario, no me comprometería a dedicar años a un libro.

"El tema de estar dividida entre dos culturas en realidad significa que nunca estás al cien por cien en tu hogar"

¿Cuántos años le ha llevado, por ejemplo, la biografía de Semprún?

Cinco o seis. Eso incluye las vacaciones y días festivos, porque también estaba dando clases y ocupándome de asuntos familiares en España y en EEUU. La investigación fue muy importante. En seguida la gente quiere decir que esto es así o de otro modo. La capacidad de diálogo se echa de menos.

Tanto aquí como en EEUU.

Totalmente. En todas partes.

¿Cómo son sus alumnos en Williams College?

Estos chicos son una generación fantástica, en general muy comprometida de una forma que mi generación no lo era. Por ejemplo, con temas primordiales como el medioambiente. Se toman las cosas muy en serio y, después de la pandemia, valoran mucho la educación.

¿Están las universidades americanas ahogadas por la corrección política y por la doctrina “woke”? ¿Es posible dar clase así?

Yo creo que es posible dar clase y que es necesario dar clase en cualquiera de las circunstancias, ya sean las mejores o las peores. Por otra parte, lo que vemos de lejos siempre es una generalización. El trato con los alumnos no refleja nunca exactamente lo que se lee en un artículo de periódico.

Es verdad que hay olas, que hay cambios, y eso llega porque los alumnos están en contacto unos con otros. La cultura popular se difunde a una velocidad alarmante. Hay tensiones entre generaciones y en EEUU, éstas, si no siempre, casi siempre tienen razones históricas. Las que hay ahora no debieran sorprendernos.

Hay cosas que eran aceptables antes, como hacer comentarios a personas que se percibían distintas por razones culturales, étnicas, de nacionalidad… Cosas que se decían a cualquier mujer, que ya ni se dicen ni se hacen. Yo, personalmente, creo que he salido ganando en cuanto a respeto y creo que mucha gente también.

¿Pero ese cuidado en no herir la sensibilidad de los estudiantes no es tratarlos como niños?

No siento que esté llevando de la mano a mis alumnos, sino que estoy intentando ser más consciente de las diferencias que pueda haber. Que el denominador común venga del respeto hacia todos, sean como sean, no me parece mal.

Lo procedente es dar un aviso a los alumnos de que algo puede ser ofensivo. Tenemos un estudiantado muy internacional, hay muchas religiones distintas, hay gente de todos los países y de todas las culturas.

Por otra parte, cuando planifico un curso, repaso los contenidos porque algunos se han quedado obsoletos. Si quiero enseñar algo, lo puedo hacer. Igual que con mis libros, si he descubierto algo en la investigación lo tengo que incluir. Si no tienes esta integridad, no te dedicas a la enseñanza ni a trabajar en este tipo de libros, porque nadie se dedica a esto para hacerse rico.

Ahora está impartiendo un curso sobre la transformación de la mujer española a lo largo de los siglos XX y XXI, Women on the verge (Mujeres al borde). ¿Se apuntan chicos?

Sí. Las clases son muy pequeñas, entre quince y veinte por curso. En horas de oficina siempre vienen a verte. Es un trabajo muy cercano. Este curso de la mujer es el tipo de curso que a mí me hubiera gustado tomar, pero cuando yo estudiaba no había cursos así.

¿Hay muchas diferencias entre la mujer española y la americana?

Cada país y cada familia tiene diferencias. Una de las autoras que leemos es Najat el Hachmi, española de familia marroquí, criada con su madre en Vich. Escribe en catalán, o sea que la tenemos que leer traducida.

Decide estudiar una carrera y ser escritora, lo peor que puede hacer en su familia y en su cultura. Ahí tienes en una misma familia, bajo un mismo techo, dos mujeres que viven en la España actual con dos visiones totalmente distintas del mundo. No podían ser más distintas.

"Tengo libertades que no han tenido otras generaciones y que otras no tienen ahora por muchas circunstancias, pero queda mucho por recorrer"

Este ejemplo ilustra la dificultad de hablar de la mujer en general. Acaban de colgar el retrato de Carmen Laforet en el Ateneo de Madrid, el segundo de una mujer. Hace poco Arantxa Aguirre fue la sexta mujer en ingresar en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Estamos hablando de cifras minúsculas.

Yo, reconozco que tengo libertades que no han tenido otras generaciones y que otras no tienen ahora por muchas circunstancias, pero queda mucho por recorrer, muchísimo. Algo que siempre es muy indicativo de los recelos existentes es cuando oímos “otro libro, otra exposición de mujeres”. Eso refleja hostilidad.

Ha sido responsable de la edición y autora del prólogo Tiempo de Llorar. Obra reunida de María Luisa Elío. Una obra catártica sobre el exilio de la Guerra Civil, sufrido sobre todo a través de la aniquilación moral de sus padres. Muy poética.

Elío es mucho más escritora de lo que ella se creía. Creo que esto pasa con muchas mujeres de esa generación y de otras. ¿Cuántos diarios y cosas no habremos leído que nos habrían fascinado? Porque la escritora no las valoraba de interés…

Su literatura es autobiográfica. Cuando tras el viaje a Pamplona se da cuenta de que el paraíso de la infancia ya no existe y vuelve a México, deja casi de escribir.

Sí, el tema de la vuelta y del exilio la definen como escritora. Creo que hay alguna cosa más que se va a publicar del archivo del hijo, Diego García Elío. También corta.

Yo, en realidad, con quien me identifico mucho es con el personaje de Diego, su hijo, muchísimo. Lo que pasa es que ese viaje a Pamplona que hizo él una vez, mi madre y yo lo hacíamos hasta dos veces al año. Es complicado ser testigo de estas experiencias, de que tu madre tiene otra vida y otro pasado en un país que no conocías y que no conocerás.

La descripción de su padre es devastadora: “Realmente era un ser vivo muerto, al que simplemente sobrevivir ya le resultaba un exceso.”

Es un caso muy extremo y llevado, en términos literarios, a una forma también extrema, pero conmovedor.

Leí en un artículo sobre el “Candela”, un garito flamenco, cuyo dueño, Miguel, cuando iba a cerrar, ya de madrugada, echaba a la gente diciendo “venga iros, os tenéis que ir acostumbrando que nada es eterno”. Dicho con mucho salero, pero es así. María Luisa Elío lo vive de una forma muy intensa porque de pequeña ya pierde cosas que cree que van a estar para siempre.

De la escritura de Elío, se dice que es femenina por íntima e intuitiva.

También la autobiografía de Stephan Zweig, ya en el exilio, es muy personal e íntima.

Olvidándonos del exilio, del dolor de los padres, de su sensibilidad femenina…, al fin y al cabo, se trata del ser humano. Nos toca a todos. ¿Puedo leer algo cortito?

Es cuando Elío termina su periplo por Pamplona y vuelve a México: “[…] y en México, de una forma u otra, habría que empezar una nueva vida. Siempre tenía que estar escogiendo nuevas vidas, como si no fuera bastante la que la vida se encargaba de escoger por una. Se trataba de un libre albedrío, tan mezquino y sin embargo con tantos caminos, que me sentía muy poca cosa para tener una cierta seguridad de escoger el correcto. Pero debía una volver a escoger, y había que hablar, opinar, dormirse, despertarse, trabajar, y todo en un momento de la vida en que me parecía que ya estaba todo dicho o que ya no había nada que decir”.

Me parece tan profundo… Si no nos parece que nos pasa a todos es que no somos sinceros. Y no es necesariamente una depresión. Hay momentos pasajeros en los que la vida te cuesta, por las razones que sean. Claro, es más pronunciado en momentos de cambio, de circunstancias adversas, o, por ejemplo, cuando pierdes a un ser querido, se rompe tu relación de pareja...

Elío zanja su divorcio con una frase: “Ojalá me hubiera podido convencer de que sí me quería, pero yo me empeñé en convencerlo a él de que no y gané. Gané perdiendo”.

Es una gran artista de la paradoja: “gané, perdiendo”, “volver es irse”. Son sus perlas. Son muy profundas, todos hemos ganado perdiendo o hemos perdido ganando.