Montaje de imágenes de Anna Jarvis.

Montaje de imágenes de Anna Jarvis.

Magas-Mujeres en la Historia

Así fue Anna Jarvis: de la creación del Día de la Madre a sus intentos de boicotearlo

La activista estadounidense que impulsó esta idea, como homenaje a su madre, terminó por rechazarla como consecuencia del consumismo social. 

22 enero, 2024 02:13

En el amplio escenario de la historia, hay mujeres cuyo legado trasciende las fronteras del tiempo y deja una huella imborrable en la sociedad. Anna Jarvis, conocida como la 'madre' del Día de la Madre, es una de esas mujeres cuya vida y obra han dejado una marca indeleble en la manera en que celebramos a las madres en todo el mundo.

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Nacida el 1 de mayo de 1864 en Grafton, Virginia, Anna Marie Jarvis creció en una familia que valoraba la educación y la compasión. Su madre, Ann Marie Reeves Jarvis, fue una figura central en su vida y desempeñó un papel crucial en la configuración de las creencias y valores de Anna, especialmente en lo ligado al activismo

Ann Marie Reeves Jarvis fue una activista comunitaria que trabajó incansablemente para mejorar las condiciones de vida y salud en su comunidad. Su labor en el establecimiento de clubes de trabajo de madres para abordar problemas de salud pública sentó las bases para lo que más tarde se convertiría en el Día de la Madre.

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El origen de la idea

La pérdida de la madre de Anna en 1905 marcó un punto de inflexión en su vida. Devastada por el dolor de la pérdida, buscó una manera significativa de honrar y preservar el legado de su madre. Fue entonces cuando empezó a gestarse la idea de un día dedicado a reconocer y agradecer a las madres por su amor y sacrificio.

Anna Jarvis lanzó una campaña para establecer un día especial para honrar a las madres en todo Estados Unidos. Su incansable trabajo y abogacía dieron sus frutos cuando el segundo domingo de mayo de 1908 se celebró oficialmente como el Día de la Madre en Grafton. La idea se extendió rápidamente a otras partes del país, y para 1914, el presidente Woodrow Wilson proclamó oficialmente el Día de la Madre como una festividad nacional.

El concepto original de Anna era simple y significativo: una expresión de amor y gratitud hacia las madres, un día en el que las familias se reunirían para honrar a las mujeres que habían dedicado sus vidas al cuidado y bienestar de sus hijos. Sin embargo, la historia daría un giro inesperado.

La paradoja de Anna Jarvis

A medida que la festividad ganaba popularidad, Anna Jarvis comenzó a notar un cambio preocupante en la forma en que se celebraba el Día de la Madre. Lo que originalmente era un día para expresar amor y afecto se estaba convirtiendo rápidamente en una oportunidad para el comercio y el consumismo desenfrenado. Las tarjetas, flores y regalos se convirtieron en la norma, y Anna no estaba contenta con la dirección que estaba tomando la celebración.

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En una paradoja irónica, la 'madre' del Día de la Madre se convirtió en su más feroz crítica. Anna Jarvis comenzó a abogar en contra de la comercialización de la festividad que ella misma había establecido. Luchó tenazmente para preservar la integridad original del Día de la Madre, instando a la gente a expresar su amor de manera personal y significativa en lugar de a través de regalos costosos y tarjetas elaboradas.

La activista se embarcó en una cruzada solitaria contra las empresas y los comerciantes que lucraban con la celebración del Día de la Madre. Incluso, se enfrentó a las autoridades gubernamentales y a las empresas que buscaban beneficiarse de la festividad. Jarvis llegó a denunciar públicamente a las compañías que buscaban capitalizar la ocasión, y su lucha se volvió cada vez más amarga.

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A medida que pasaban los años, la batalla de Anna Jarvis contra la comercialización del Día de la Madre se volvía más desesperada. Aunque sus esfuerzos iniciales habían llevado a la creación de la festividad, no pudo contener el flujo imparable de la comercialización y el consumismo que la rodeaba. Las empresas continuaron lucrándose con tarjetas, flores y regalos, y el Día de la Madre se alejó cada vez más de la visión original de Anna.

Finalmente, en sus últimos años, Anna Jarvis vivió una vida solitaria y en gran medida olvidada. Murió el 24 de noviembre de 1948, a los 84 años, en el sanatorio Marshall Square de Filadelfia en estado de demencia.