Desfile de la colección SS26 de Victoria Beckham.

Desfile de la colección SS26 de Victoria Beckham. Victoria Beckham

Moda

Por qué el abrigo chimenea ya no es exclusivo de las élites: de símbolo de lujo a prenda viral que conquista a las jóvenes

La tendencia estrella del invierno no es una prenda ni un color, sino unos centímetros extra en el cuello de la chaqueta. Un detalle que cambia todo.

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Laura García del Río
Publicada
Actualizada

Pocas veces la moda puede jactarse de combinar funcionalidad y estilo. Hablamos de una industria que no tiene reparo en subir a la pasarela tacones impracticables, tops que atan los brazos al cuerpo, viseras que tapan la vista y abrigos de pelo y sandalias de tiras en un mismo look cuya orientación climática sigue siendo un misterio.

Pero esta es una de esas elusivas veces. Aplauso para el abrigo con cuello chimenea. No la primera, pero sin duda una de sus apariciones más virales fue en el documental de Victoria Beckham en Netflix. Un cameo catódico en el que se ve a la diseñadora probándose el prototipo de una de las piezas de la colección que se dispone a presentar en París.

Una cazadora de cuero con cuello altísimo que, una vez que subía la cremallera, le cubría el rostro a ras de las pestañas. Los memes no se hicieron esperar. Tampoco la tendencia. La diseñadora no es la única a la que cubrirse hasta las orejas le ha parecido una fórmula tan estilística como pragmática en un invierno que se presenta frío –en más de un sentido–.

En los últimos meses, el improbable patrón que la británica postulaba se ha hecho omnipresente. En la calle lo lucen Bella Hadid, Zoë Kravitz, Hailey Bieber, Chloë Sevigny, Tine Andrea Lauvli, Marie Gaguech, Tiffany Hsu y la mitad de las asistentes a las semanas de la moda.

Sobre las pasarelas, es ineludible y de larga duración: se ha visto en los desfiles de otoño/invierno 2025 de Chloé, Khaite, Gabriela Hearst, Hermès y Ferragamo; pero también en los de primavera/verano 2026 se pasea por doquier: de Stella McCartney y Altuzarra a Victoria Beckham y Celine.

Desfile de la colección SS26 de Stella McCartney.

Desfile de la colección SS26 de Stella McCartney. Stella McCartney

Aunque si hoy hay prueba fehaciente de la popularidad de una tendencia, es internet. En TikTok el hashtag amasa millones de visualizaciones. En Google, las búsquedas han alcanzado cifras récord, creciendo un 191% desde que empezó el año. Ríanse de la cazadora motomami.

No sería una locura afirmar que la influencia de Phoebe Philo fuese el germen de la propensión que ahora vemos. Los cuellos chimenea ya eran recurrentes en su Céline –aún con tilde–. Y desde que volvió a la palestra con su firma homónima en 2023 no ha dejado de reiterar su preferencia por este tipo de siluetas.

Pero la realidad es que el cuello chimenea –también llamado embudo, o funnel en inglés– viene de largo. Las posibles conexiones históricas se extienden hasta el siglo XIV, cuando los vestidos barrocos lucían esos cuellos altos y rígidos que hoy gritan ‘retrato de la corte’.

Hay quien encuentra precedentes en los uniformes militares prusianos, cuando el frío y los recortes presupuestarios para la vestimenta espoleaban el ingenio y a alguien se le ocurrió idear unas solapas amplias que pudieran bajarse y subirse, abrochándose, según hiciese calor o frío. Así bastaba con un abrigo para todo.

Abrigo de la colección de Gabrielle Colangelo.

Abrigo de la colección de Gabrielle Colangelo. Gabrielle Colangelo

Historia sartorial mediante, los referentes se multiplican: del cuello mao a las hopalandas, pasando por los abrigos de trabajo para el campo y de los marineros, la ropa bélica e incluso de esquiar, donde ya es un clásico para combatir el frío mientras uno se desliza por la nieve.

En sus muchas vidas y formas el cuello embudo ha vestido a las altas esferas y al vulgo. Fue de ricos en el siglo XIV: las hopalandas tenían que ver con estatus, estaban reservadas a clases pudientes y siempre se hacían con tejidos opulentos. Mientras, en su faceta proletaria respondían al pragmatismo y la precariedad: al incorporar un cuello alto en la prenda, evitaban la necesidad de bufanda y suponían un ahorro. El dos por uno de toda la vida.

Pero como objeto de moda tuvo que esperar a 1950, y a Cristóbal Balenciaga y Hubert de Givenchy, para tomar forma y ganar tracción. Los grandes modistos lo incorporaron a su ajuar y fue entonces cuando ganó popularidad… y caché.

Desde entonces se ha asociado a una elegancia sofisticada, pero no complicada, sino el tipo de glamour que parece innato y casi sin querer. Al caso: Audrey Hepburn con su abrigo Givenchy color carmesí en Desayuno con diamantes (1961) y Gwyneth Paltrow interpretando a la esposa de un magnate enfundada en Loro Piana en Un crimen perfecto (1998).

Fast forward a 2025 y esa cualidad sartorial se mantiene, pero las nuevas versiones abrazan la audacia de estos tiempos. Una en la que el remix digital invita a conjugar toda suerte de referencias estéticas sin pudor y la resignificación cultural juega a darle la vuelta a los códigos de poder.

De izquierda a derecha, Victoria Beckham fotografiada en una salida urbana, el desfile de la colección S26 de Celine y Bella Hadid en una imagen de archivo.

De izquierda a derecha, Victoria Beckham fotografiada en una salida urbana, el desfile de la colección S26 de Celine y Bella Hadid en una imagen de archivo. Celine y Getty Images

Véanse el traje de oficina bajo la lupa del Office Siren o los polos con escudo al servicio del nuevo y más audaz –a menudo irónico– preppy.

Cuadra que la obsesión empezara con la cazadora de piel, oversize y con cierto deje ochentero. Pero ahora se declina en gabardinas, bómbers, chaquetas de borrego, gabanes, abrigos de lana, piezas técnicas, parkas y plumas acolchados. Para todos los públicos.

Desfile de la colección FW25 de Hermès.

Desfile de la colección FW25 de Hermès. Hermès

En las formas de llevarlo rige la pluralidad, y cierta búsqueda de originalidad. Tomen nota: con un collar por encima, cerrando sólo el cuello y dejando el resto del abrigo abierto, o con un jersey vuelto para crear un interesante efecto doble. Este invierno la moda sube el cuello, y el listón.