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Interiorismo

Edu Saz, arquitecto de 33 años, sobre los pisos de los años 50 y 60: "Muchos se entregaban sin acabados”

Saz analiza cómo las viviendas de posguerra están diseñadas de forma distinta que los pisos modernos y qué deberíamos valorar antes de comprarlas.

Más información: Un prestigioso arquitecto lo tiene claro: "Las viviendas de los años 50 son una maravilla y las mejores para comprar"

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Edu Saz advierte, a través de su canal de YouTube y varios medios especializados, que no todas las casas viejas son iguales y que la forma en que fueron construidas refleja una mentalidad diferente. Él dice que los departamentos construidos en las décadas de 1950 y 1960 "se diseñaron para albergar a familias numerosas".

Además, destaca que muchas de esas viviendas "se entregaban sin acabados", lo que implica que al comprador de hoy le corresponden costes extra y decisiones sobre materiales y distribución.

Entrar en el mercado de segunda mano sin conocer estas particularidades históricas puede llevar a sorpresas: Saz subraya que hay que pensar en sus características históricas antes de comprar.

Los pisos de los años 50-60 surgen en un contexto de necesidad habitacional rápida. Según Saz, esta etapa se caracterizó por una construcción acelerada para dar respuesta a familias que crecían y demandaban espacio.

Estas viviendas, recuerda, solían tener muchas habitaciones y menos dependencias de lujo, pues estaban destinadas para vivir y no para exhibir.

Para el arquitecto, el hecho de que vinieran "sin acabados" significa que eran entregadas con instalaciones mínimas y sin decoración interior, lo que requiere que el comprador asuma reformas o mejoras.

El diseño típico de esa era no coincide completamente con la mentalidad actual. Saz apunta que los espacios estaban distribuidos de forma diferente: los salones, dormitorios y cocinas se planteaban con funcionalidad y densidad para familias numerosas, y muchas veces sin los acabados que hoy damos por sentados.

Por ello, comprar un piso de esa época implica tener en cuenta aspectos como la altura libre, la calidad de los materiales, la posibilidad de reforma de instalaciones o incluso, la necesidad de adaptar espacios al estilo de vida moderno.

Además, la escala de construcción de esos años fue intensa: en 1960 se edificaron en España alrededor de 2,7 millones de inmuebles, según Saz, lo que subraya que muchas zonas residenciales provienen de este boom.

Esta prerrogativa significa que muchas viviendas de segunda mano, aunque con encanto, vienen con "economía de posguerra" incorporada: menos aislamiento, materiales básicos, infraestructuras más sencillas.

En consecuencia, Saz advierte que una lectura atenta de la tipología, la planta y el estado es vital para no llevarse "una sorpresa" después de la compra.

En definitiva, la mirada de Edu Saz pone de relieve que esas viviendas construidas en los años 50-60 no deben valorarse solo por su antigüedad o ubicación, sino por su encaje con la vida actual.

Con distribución para familias grandes, entregas sin acabados y materiales que responden a otra época, estas viviendas pueden ser oportunidades interesantes (pero conviene abordarlas con conocimiento).

Como resumen: comprar un piso de los años 50-60 requiere valorar planta, altura, materiales, posibilidad de reforma y entender qué "versión" de vivienda era en su construcción original.

Solo así el comprador puede decidir si asume la inversión necesaria o busca otra tipología más adaptada al estilo de vida actual. En palabras de Saz: “Hay que pensar en sus características históricas antes de comprar de segunda mano”.