Pepita en el programa de televisión Dando Caña.

Pepita en el programa de televisión Dando Caña.

Estilo de vida

Pepita es una de las mujeres más longevas de España, tiene 106 años y vivió la Guerra Civil con 18: "Siempre desayuna una tostada con aceite"

En las poblaciones donde se consume aceite de oliva de forma habitual se observa un menor deterioro cognitivo y una mejor salud mental.

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Han pasado unos 25 años desde que la ciencia desmontó la idea de que vivir muchos años es, sobre todo, una cuestión de suerte biológica. Hoy se sabe que alcanzar edades avanzadas depende solo en un 25% de la genética, mientras que el 75% restante está directamente relacionado con la epigenética: el estilo de vida, los hábitos y la forma en la que cada persona se relaciona con su entorno.

Los datos respaldan esta realidad. Según diversas estadísticas y estudios, las mujeres tienden a tener hábitos de vida más saludables en general que los hombres y, como consecuencia, los datos recogidos por el Ministerio de Sanidad muestran que la esperanza de vida femenina alcanzó los 85 años en 2020, frente a los 79,5 años de los hombres, con una diferencia de 5,5 años.

Únicamente en España ya existen casi 16.000 centenarios, de los cuales más del 80% son mujeres, una de ellas es Pepita Bernat. La catalana tiene 106 años a sus espaldas y, a pesar de haber superado el siglo de vida, asegura sentirse mejor que nunca y lo demuestra cada domingo, cuando baila sin descanso en la mítica sala La Paloma, convertida desde hace décadas en el epicentro de su vitalidad.

Los secretos de Pepita

Pepita Bernat es una de las mujeres más longevas de España. A sus 106 años —107 el próximo 11 de julio— sigue habitando el mundo con una energía que descoloca cualquier idea preconcebida sobre la vejez. Vive en Barcelona, acompañada por su sobrina, pero conserva una autonomía que resulta excepcional: cocina, hace la compra, se organiza el día y, sobre todo, baila.

Cada domingo, sin falta, acude a la sala de baile La Paloma, donde ha bailado durante más de nueve décadas y donde, asegura, su cuerpo se olvida de la edad. Cuando suena un bolero o un vals, desaparecen todos los dolores, incluso el de piernas que arrastra desde hace años.

Nacida en Barbens, un pequeño pueblo de Lleida, en 1919, se crio entre el ámbito rural y la Rambla de Barcelona. Con solo 18 años le tocó vivir la Guerra Civil, un acontecimiento que marcó su biografía y su forma de entender la vida. "Aprendí a no quejarme y a encontrar alegría en lo que tocara. Incluso allí, supe ser feliz", explica en una entrevista para La Vanguardia.

Pepita se define como "rebelde y libre", y no es una pose retrospectiva. Nunca pidió permiso para maquillarse cuando estaba mal visto, ni para emprender cuando las mujeres apenas tenían derechos.

Esa necesidad por decidir por sí misma la llevó incluso a marcharse a Suiza estando casada, un gesto poco habitual para la época, donde trabajó, levantó sus propios proyectos y se mantuvo activa, independiente y fiel a su manera de entender la vida.

Pero su biografía no está hecha solo de buenos episodios. Ese matrimonio del que huyó marcó también una de las pocas sombras que reconoce en su trayectoria vital. Tras treinta años casada, Pepita no duda en señalarlo como un error y admite que es "de lo poco de lo que se arrepiente en la vida".

@doctormanueldelapena

🎉 Pepita cumple 106 años y lo celebró bailando como solo ella sabe. 💃 Junto al alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, y el Dr. Manuel de la Peña, regaló al mundo una escena inolvidable. ❤️ Un momento lleno de alegría, admiración y homenaje a una mujer que sigue inspirando con cada paso. 👨‍⚕️ Soy el Dr. Manuel de la Peña y vivir esto con Pepita ha sido uno de los recuerdos más bonitos de mi carrera.

♬ sonido original - Manuel de la Peña

Sin embargo, esa experiencia no le impidió conocer el amor verdadero y la catalana encontró a su gran compañero sentimental a los 73 años, en la misma pista de baile de La Paloma. Él, que era poeta y quince años más joven, vivió junto a Pepita nueve años de felicidad intensa, hasta que la dejó por una enfermedad.

"Lo enterré, lo lloré y seguí viviendo. El momento malo pasa, pero la vida continúa", confiesa Pepita. Hoy, con más de un siglo de vida a sus espaldas, mantiene intactas sus facultades mentales y una memoria que sorprende incluso a los profesionales de la salud, como el doctor Manuel de la Peña.

El especialista y experto en longevidad estudió y entrevistó a Pepita para entender los secretos de su longevidad. Mientras se tomaba un chocolate con churros, la catalana demostró un estado físico notable: delgada, controla su hipertensión con una pequeña pastilla diaria, su colesterol está en niveles óptimos y su frecuencia cardíaca es excelente.

Pepita apenas toma medicación y nunca ha fumado. Su rutina diaria está marcada por hábitos sencillos y constantes, el más importante, bailar. "Cuando me duele la cabeza, me pongo a bailar y se me quita", cuenta la centenaria.

La alimentación de Pepita

La dieta de Pepita es profundamente mediterránea, rica en frutas y verduras —con especial predilección por las de Lleida—, pescado y poca carne, aunque no renuncia al jamón ni, de vez en cuando, a un chocolate con churros. Después de fregar los platos, se permite una siesta corta, de media hora, que considera reparadora. "El día que paras, envejeces", explica.

Si hay algo que se repite, además de la siesta, es su desayuno de una tostada con aceite de oliva virgen extra, acompañada de café con leche y, en ocasiones, una onza de chocolate negro, uno de sus pequeños placeres confesables. Come cuatro veces al día, sin restricciones extremas.

El aceite de oliva virgen extra es uno de los pilares de la dieta mediterránea y está ampliamente reconocido por la comunidad científica por sus beneficios para la salud.

Rico en ácidos grasos monoinsaturados, especialmente ácido oleico, contribuye a mantener niveles adecuados de colesterol, ayudando a reducir el LDL, conocido como colesterol "malo", y a aumentar el HDL, el "bueno". Este equilibrio es fundamental para la salud cardiovascular, uno de los grandes retos del envejecimiento.

Además, el aceite de oliva virgen extra contiene una alta concentración de compuestos fenólicos con potente acción antioxidante y antiinflamatoria. Estos antioxidantes protegen a las células del daño oxidativo, un proceso directamente relacionado con el envejecimiento y con enfermedades neurodegenerativas.

No es casualidad que en poblaciones con un consumo habitual de aceite de oliva se observen menores tasas de deterioro cognitivo y una mejor preservación de las funciones mentales a edades avanzadas. En el caso de Pepita, que conserva una memoria envidiable, este hábito cotidiano puede haber desempeñado un papel relevante.

El consumo regular de aceite de oliva virgen extra también se asocia a una mejor regulación de la glucosa, lo que ayuda a prevenir la diabetes tipo 2, y a una mejora de la función digestiva. Favorece la absorción de vitaminas liposolubles como la A, la D, la E y la K, esenciales para la salud ósea, inmunitaria y celular.

A nivel inflamatorio, su efecto es comparable al de algunos fármacos suaves, pero sin los efectos secundarios de estos, lo que lo convierte en un aliado especialmente valioso en edades avanzadas, como la de Pepita, quien lo tiene claro: asegura que a los 110 quiere llegar seguro y que, si se encuentra bien, no vería mal alcanzar los 120.