Afra Blanco en 'laSexta Xplica'. Atresmedia
Afra Blanco, sindicalista, sobre la vivienda en España: "Para adquirir una casa de 60m² necesitas 20 años de salario"
En su opinión, el problema de la vivienda no se limita a la escasez de oferta, sino a un negocio que convierte un derecho básico en un producto financiero.
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Según datos de Foessa, un 41% de los hogares españoles sufre problemas relacionados con la vivienda: más de la mitad de los inquilinos tienen problemas para afrontar el alquiler, mientras que 28,1% vive con sobreendeudamiento al destinar más del 40% de sus ingresos al mismo.
Debido a la creciente preocupación y el problema estructural que supone la vivienda en la sociedad actual, son muchos los debates que protagoniza este tema. Uno de los últimos tuvo como protagonista a la tertuliana y experta en economía, Afra Blanco.
Según denunció en laSexta Xplica, existe una brecha sustancial entre los salarios actuales y el precio de la vivienda, especialmente en Madrid, una de las ciudades donde más se ha disparado el coste por metro cuadrado: el precio medio es de aproximadamente 5.677 €.
El problema de la vivienda en España
Según los últimos datos de la OCDE, los salarios en términos reales, es decir, una vez descontado el efecto de la inflación para conocer su verdadero poder adquisitivo, han crecido tan solo un 2,76% en las últimas tres décadas, pasando de 32.157 euros al año en 1994 a 33.044 euros el año pasado.
Mientras los salarios continúan prácticamente estancados, la vivienda no para de subir. En 2024, el precio de la vivienda cerró el año con una subida anual del 8,4%, el incremento más alto de toda la serie histórica.
En resumen, "en los últimos diez años, el precio de compra-venta de la vivienda ha subido más de un 77%. Los salarios, un 22%", dice Blanco, "Para adquirir una vivienda de 60 metros cuadrados en Madrid necesitas más de 20 años de salario íntegro".
La economista no dudó en calificar la situación de "especulación". En su opinión, el problema no se limita a la escasez de oferta o a la inflación, sino que responde a una lógica de negocio que convierte un derecho básico como es la vivienda en un producto financiero.
"Las viviendas son para los trabajadores, no para los fondos buitre", afirmó Blanco, en referencia a la entrada masiva de grandes fondos de inversión y empresas internacionales que, en la última década, han adquirido miles de inmuebles en las principales ciudades españolas.
En este sentido, Madrid es el epicentro de esta especulación. Tal y como ya hemos comentado, en el último año el precio del alquiler ha aumentado más de un 18%, mientras que los salarios permanecen prácticamente congelados.
Esta tendencia ha expulsado a miles de personas de los barrios donde han vivido siempre, empujándolas a la periferia o incluso fuera de la región.
"Hemos perdido la esencia de lo que significa este derecho, reconocido desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos hasta nuestra propia Constitución”, recordó Blanco en alusión al artículo 47 de la Carta Magna, que consagra el derecho de todos los ciudadanos a una vivienda digna.
Los datos respaldan esta información. Según los últimos informes del Banco de España y del Instituto Nacional de Estadística (INE), el esfuerzo medio para comprar una vivienda supera ya los 35 años de salario en algunas zonas del país, una cifra que se dispara en Madrid, Barcelona o las Islas Baleares.
El alquiler, además, tampoco ofrece ningún respiro: en la capital, el precio medio por metro cuadrado ronda los 18 euros, lo que significa que un piso de 60 metros puede superar fácilmente los 1.000 euros mensuales, mientras que el sueldo medio apenas alcanza los 1.500 euros netos.
Como consecuencia, la edad media de emancipación en España se sitúa ya por encima de los 30 años, una de las más altas de Europa. Muchos españoles no pueden afrontar ni una entrada para la compra ni los requisitos exigidos por los bancos.
El discurso de Afra Blanco resume una sensación extendida: la vivienda se ha convertido en el principal factor de desigualdad en España. Mientras algunos convierten el ladrillo en refugio financiero, otros ven cómo se esfuma la posibilidad de tener un hogar propio. La brecha entre propietarios e inquilinos, entre quienes pueden invertir y quienes apenas pueden sobrevivir, refleja un modelo económico que prioriza el beneficio sobre el bienestar social.
El mercado inmobiliario español, marcado por la escasez de vivienda pública, la presión turística y la inversión extranjera, parece haberse desconectado de las necesidades reales de la ciudadanía. Y aunque las advertencias se repiten año tras año, el problema sigue creciendo, erosionando no solo la economía doméstica de millones de hogares, sino también el tejido social y laboral de las ciudades.
Afra Blanco lo resumió con crudeza: “Las viviendas son para vivir, no para especular”. Una frase que resuena más allá del debate político y que interpela a toda una generación que, por primera vez en décadas, teme no poder tener nunca un lugar al que llamar hogar.