La agricultora Lucia Agrofamily.

La agricultora Lucia Agrofamily.

Estilo de vida

Una agricultora lo deja claro: "Que una bolsa de gusanitos valga más que un kilo de melón es vergonzoso"

La agricultora habla alto y claro sobre cómo los precios actuales en España están perjudicando, no solo al agricultor, sino también al propio consumidor.

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Ser agricultor autónomo a día de hoy significa enfrentarse a jornadas interminables, precios que no cubren los costes de producción y unos costes que no dejan de subir. Mientras, cada vez son más los trabajadores del campo que ven cómo se apaga la pasión por un oficio que tiempo atrás fue fuente de estabilidad.

Los agricultores españoles ya no solo luchan contra el clima, los plazos y los mercados, ahora se enfrentan también a nuevas exigencias y dificultades. Normativas ambientales, controles sanitarios, cadenas de distribución que imponen costes logísticos elevados, digitalización... Además de la fuerte presión que ejercen las grandes superficies en los acuerdos de compra, fijando precios muchas veces por debajo del coste real del agricultor, con márgenes crecientes en los lineales.

Lucía Morales, agricultora y conocida en Instagram como @agrofamily_moralesperez, denuncia en uno de sus vídeos una realidad que cada vez resulta tan chocante como cotidiana para los trabajadores del sector: "No me entra en la cabeza cómo a día de hoy en el mercado una bolsa de gusanitos vale más caro que un kilo de melón, cuando esto es saludable", comienza.

Lucía Morales da voz a una preocupación que resuena en todo el sector: la desvalorización de los productos frescos frente a los ultraprocesados. "Uno de los grandes enemigos del agricultor hoy no son solo los productos de terceros países como Marruecos, sino también los ultraprocesados. ¿En qué momento hemos normalizado que un producto ultraprocesado, cargado de azúcar, grasas y conservantes cueste más que un kilo de melón?".

A su lado, Germán Fernández, insiste en la injusticia que supone que todo lo que está fuera del campo y a través del marketing, envases llamativos o publicidad, acapare más valor que lo que se produce con esfuerzo en un sector ya de por sí castigado: "Además el esfuerzo que hacemos los agricultores día a día para sacar esto adelante, luchando contra plagas, clima, tiempo, todos los elementos... Y al final que no se nos valore nuestro trabajo", apunta.

Ambos mandan un mensaje claro: la agricultura no puede competir con envases brillantes ni con campañas millonarias: "Con esta lógica perdemos todos: pierde el agricultor, que trabaja a diario por un producto fresco de calidad y pierde el consumidor, que se aleja de una alimentación saludable".

La situación que describen refleja esa paradoja creciente en la economía del consumo, en la que mientras se promueve una dieta sana, el precio de productos como un simple melón y otras frutas frescas sigue estancado o incluso por debajo del coste de producción, mientras que los ultraprocesados se venden a precios cada vez más elevados, pese a su menor valor nutricional.

Todo esto, unido a sequías que no dan tregua, un clima cada vez más impredecible, costes que se disparan y una competencia feroz que llega de fuera. Un momento decisivo para agricultores como Lucía o Germán, en el que la sostenibilidad y viabilidad del sector agrícola están en juego.

A ese cóctel se suma una realidad que también preocupa: cada vez menos jóvenes quieren continuar con el trabajo del campo y muchas explotaciones familiares se quedan sin relevo. Un panorama en el que cuidar la tierra y llevar alimentos frescos y saludables a nuestras mesas se ha convertido en una tarea casi heroica.

Por eso, la agricultura no solo necesita apoyo económico: hace falta reconocer su verdadero valor. Porque comer bien no debería ser un privilegio, sino un derecho al alcance de todos.