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Estilo de vida

Qué significa no responder nunca a los grupos de WhatsApp, según la psicología: "Es una forma de poner límites"

La psicología de la comunicación señala que, en muchos casos, la ausencia de respuesta no significa desinterés, sino un estilo de participación diferente.

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WhatsApp es la aplicación de mensajería instantánea más utilizada en España. Se estima que más de 30 millones de adultos la usan regularmente, superando con creces otras plataformas como Telegram, Facebook Messenger o Instagram Direct.

Principalmente, la aplicación se usa para comunicarse con amigos y familiares a través de mensajes de texto, notas de voz, imágenes, videos y llamadas; sin embargo, desde febrero de 2011, esta comunicación se amplió con la llegada de los grupos.

Los grupos de WhatsApp tardaron poco tiempo en convertirse en la forma más fácil de facilitar la comunicación colectiva, no obstante, no siempre generan el mismo nivel de implicación: mientras algunos participan activamente, otros simplemente observan sin responder. Sobre los segundos, la psicología dice

Qué significa no responder nunca a los grupos de WhatsApp

Según explica la psicóloga Rebeca Cáceres a Semana, la conducta de leer y no responder debe entenderse como un acto neutro, muchas veces dictado por el contexto, el estado emocional o, simplemente, por una elección personal que no debería ser objeto de juicio.

"Esto es como la vida misma: depende de un montón de factores y no podemos patologizar ni buscar perfiles de personalidad en esta manera concreta de actuar, tanto si se responde como si no", sostiene.

De hecho, interpretar la ausencia de respuesta como un signo de desinterés, desprecio o incluso animadversión es un error común y, la gran mayoría de las veces, este comportamiento se relaciona con distintos factores de personalidad, dinámicas sociales, emociones y contextos.

Desde la perspectiva de la personalidad, muchas personas tienden a evitar la participación en grupos de mensajería porque son más introvertidas o reservadas.

No se sienten cómodas compartiendo pensamientos en espacios donde hay muchos receptores y prefieren las interacciones uno a uno en contextos más íntimos.

Para este tipo de personas, los grupos de WhatsApp pueden resultar abrumadores por la cantidad de mensajes, la inmediatez con la que se espera respuesta y la exposición que implica hacer un comentario que será leído -y quizás- juzgado por otras personas.

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"Hay personas que no se sienten cómodas expresándose en espacios digitales. En muchos casos, elegir no responder por compromiso o simplemente porque no se sienten bien en ese entorno es una forma de poner un límite sano", explica.

Sin embargo, este fenómeno suele tener un doble filo y, cuando las personas no responden por inseguridad, esa inseguridad se traspasa a algunas personas que se sienten "ignoradas".

Cáceres advierte que muchas personas proyectan sus propias inseguridades en estas situaciones: "No responder en un grupo no significa 'no me quiere', 'me rechaza' o 'me está ignorando'. Eso es lo que tú sientes, no lo que el otro está expresando".

La no-respuesta puede activar mecanismos de inseguridad en el receptor, que puede experimentar una reducción en su autoestima percibida si interpreta que está siendo ignorado.

Otro factor importante de las personas que no responden en los grupos de WhatsApp tiene que ver con su gestión del tiempo y la carga cognitiva.

Los grupos suelen generar una enorme cantidad de notificaciones que no siempre son percibidas como relevantes. Muchas personas leen los mensajes y deciden no responder porque no ven una necesidad de hacerlo, o porque sienten que su respuesta no aportaría nada significativo.

Aquí entra en juego un aspecto psicológico conocido como "economía cognitiva": la mente busca ahorrar recursos y, si considera que responder no es esencial, simplemente opta por el silencio.

No todas las personas son así e, incluso, en los grupos de WhatsApp puede darse la situación contraria: aquellas personas que responden para reafirmar su presencia, mantenerse visibles o reforzar los vínculos.

Desde otro ángulo, existe también el fenómeno de la autoafirmación silenciosa. Algunas personas, al no responder, marcan un límite implícito con respecto a su tiempo y a sus prioridades.

El silencio puede ser una forma de preservar la autonomía frente a la presión social de estar siempre disponible y, en muchos casos, autocuidarse de la "sobrecarga emocional" que producen las constantes interacciones digitales.

Según un estudio de la Asociación Estadounidense de Psicología (APA), más del 60% de los usuarios de redes sociales experimentan "estrés por conectividad", una condición derivada de la necesidad de estar siempre disponible y de responder a la expectativa social de interacción instantánea.

El problema de este fenómeno, en realidad, surge cuando los demás interpretan ese silencio como rechazo, lo que puede provocar tensiones dentro del grupo.

Para evitar fricciones innecesarias, Cáceres propone establecer acuerdos de convivencia digital, tal y como se hace en la vida física.

"Es necesario definir claramente para qué sirve ese grupo, qué se espera de quienes lo integran y en qué momentos del día. La convivencia digital también requiere acuerdos y límites y, sobre todo, respeto sin juicios", afirma.