Los productos 'beauty' para estrenar el año con el look de fiesta perfecto: de las sombras para ahumar la mirada a la base infalible

Entrar en un nuevo año es sinónimo de hacer balance. Puede que suene a cliché, pero es la realidad. A veces se hace porque se considera así. Otras, quizás, por inercia. La cuestión beauty también se incluye en este saco de reflexiones que desemboca en buenos propósitos.

El maquillaje, fiel aliado de los rituales especiales como los Reyes que están por llegar, se convierte en un gesto de afirmación: más es más, y el rostro se transforma en un lienzo donde el exceso está no solo permitido, sino recomendado. Entre esos pensamientos a los que invita la vida al estrenar 2026 está el hecho de que aunque el clean look se mantenga, sobre todo en el día a día, el make up maximalista se abre paso.

Y es que vuelven las miradas intensas, los contrastes bien definidos y el placer de dedicar tiempo al detalle. En parte, esa estética limpia imperante en los últimos tiempos también se debe a los ritmos frenéticos que empujan a hacerlo todo deprisa y corriendo.

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Ahora, los ahumados reclaman protagonismo, pero lo hacen con nuevas lecturas: negros profundos, marrones envolventes, lilas que ocupan todo el párpado y tonos joya que se difuminan sin perder fuerza —un problema muy persistente en el pasado de las sombras con glitter—. Los aires noventeros en este sentido se encuentran de regreso mientras la mente vuela a referentes como Monica Geller en Friends o Miranda Hobbes en Sexo en Nueva York.

Firmas como Chanel y Dior llevan décadas demostrando que un ojo bien trabajado no entiende de modas pasajeras, sino de actitud. El smokey deja de este modo de ser un recurso nocturno y se convierte en una declaración de estilo, perfecta para cenas largas y brindis infinitos. También para comidas que se celebran cuando aún el sol luce con fuerza en el caso de las más atrevidas.

La piel, por su parte, exige resistencia. Las bases de larga duración se consolidan como imprescindibles en estas fechas donde la noche empieza pronto y termina tarde. Aquí el reto no es cubrir, sino acompañar. Texturas que se funden, acabados que aguantan las horas sin acartonarse y una luminosidad medida que huye del exceso.

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En contraste con esa tez pulida, los delineados gráficos irrumpen con intención casi artística. Trazos marcados, líneas que se alargan, se doblan o se superponen para aportar carácter. Todo a gusto de la consumidora. A veces, en la actualidad, la tendencia es que no hay tendencia y que todo vale siempre y cuando sea una representación de la identidad de la persona. Es un guiño contemporáneo que convive sin conflicto con la sofisticación clásica.

Esta fotogalería de productos beauty no es un inventario, sino una invitación a jugar, a probar, a recuperar el placer de engalanarse sin prisas. A entender el maquillaje como una extensión del estado de ánimo con el que emprendemos una nueva andadura: decidido, optimista y con un punto teatral, ¿por qué no?