Fotograma de 'Buena suerte, Leo Grande' / @emmathompscon

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"Orgasmos, ¡venid a mí!": así retrata el cine la sexualidad de las mujeres maduras

Con motivo del estreno de Buena suerte, Leo Grande, de Emma Thompson, merece la pena reflexionar sobre la sexualidad femenina de mujeres maduras en el cine o el estigma de la masturbación.

16 septiembre, 2022 03:07

Nancy, de sesenta y pocos, viuda reciente, madre de dos hijos adultos, a pesar de haber tenido relaciones sexuales -o algo parecido...-, nunca ha experimentado un orgasmo, ¡jamás!. Su marido y el joven gígolo contratado para emprender su descubrimiento sexual cuentan como los únicos con quienes ha compartido cierta intimidad en toda su vida.

La educación, la sociedad, “ser un producto de la generación de los 50”, el estigma de las mujeres que gozan del sexo, la negación y repudio hacia el cuerpo, además de la condena a la masturbación, alimentaron lo que Nancy reconoce ahora como su represión sexual, tal vez la consecuencia de la liberación del sexo sin liberar a las mujeres.

Nancy aceptó el no disfrutar de las relaciones sexuales, aparcando el placer propio y limitándose a cumplir los deseos de su pareja - fingiendo sus orgasmos, valga decir como lo han hecho casi el 70% de las españolas -, a incubar una creciente frustración que intentó ocultar a lo largo de su longevo matrimonio.

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Nancy muy bien podría ser cualquier mujer de la vida real, pero se trata de un personaje de ficción encarnado por Emma Thompson (Harry Potter, Love Actually, Sentido y Sensibilidad) en Buena suerte, Leo Grande (Good Luck to You, Leo Grande), escrita por Kathy Brand y dirigida por Sophie Hyde.

La película que ya se ha estrenado en muchos países, incluyendo España, pone en primera línea la sexualidad femenina de mujeres mayores, un tema, que a excepción de filmes independientes, por lo general se deja para subtramas en forma anecdótica o que terminan diluyéndose a lo largo y ancho de una historia, en el peor de los casos ni se menciona.

Honestamente, las mujeres cuando traspasan los 40, tienden a desaparecer de las películas, son escasos los protagónicos, por lo que las espectadoras - sí, las señoras que representan un significativo número de la gente que sigue yendo al cine -, pierden referentes y roles con los que puede identificarse.

Esto se debe a muchos factores. En el seno de la industria cinematográfica, es conocida la cruzada emprendida por mujeres de renombre empeñadas en detener la invisibilización y desaparición de las féminas maduras en el cine. Tal como Reese Witherspoon quien creó un imperio de producción audiovisual al corroborar que los roles mermarían con el correr del tiempo y la aparición de las arrugas, así como la gran estrella Meryl Streep quien impulsa el desarrollo de historias centradas en mujeres de mediana edad.

Empecemos por una buena noticia: al parecer las cruzadas han dado resultado, ya que existe un tímido intento de ponerle fin a la costumbre de obviar a las mujeres mayores en el cine. Películas como Buena suerte, Leo Grande se presentan como el fruto de esos cambios detonados, por lo que constituye toda una declaración de intenciones: las mujeres mayores pueden protagonizar una película, pueden mostrar sus carnes y además pueden derribar el tabú de la sexualidad.

Orgasmos, ¡venid a mí!

No nos alegremos tan pronto. Según el análisis publicado en 2020, Frail, Frumy and Forgotten. A Report on the Movie Roles of Women of Age (del Geena Davis Institute on Gender in Media), aún estamos en el eterno y diabólico dos-pasos-para-adelante-y-cuatro-para-atrás.

El estudio arroja que en la pantalla grande - y en un significativo porcentaje - se siguen retratando a las mujeres de más de 50 años como seniles, debiluchas, apegadas al hogar y/o a sus mascotas, desaliñadas, nada atractivas, con una casi inexistente vida amorosa y/o sexual. Tal percepción afirman que es producto de la aversión social a confrontarse con la sexualidad femenina y al cuerpo de las mujeres mayores.

No se aporta nada nuevo al recordar que esa “aversión social” implica el paulatino proceso de desaparición al que las mujeres nos enfrentamos una vez alcanzada la cima del medio siglo. Como si no tuviéramos bastante con la menopausia, la sequedad vaginal, los cambios corporales y de salud, las canas y la flacidez, para no hacer tan larga la lista, pareciera que tanto en la vida real como en el cine estuviésemos condenadas a la invisibilidad.

¿Alguien sabe o le importa si las mujeres de mediana edad obtienen satisfacción o placer sexual?”, se preguntaba la reconocida actriz, guionista y productora Emma Thompson en la Vogue inglesa a propósito de su rol de Nancy, para luego responderse que tal tema, independientemente de la edad de las mujeres, en realidad no parece ser de relevancia en la sociedad.

Ahondemos en Buena suerte, Leo Grande, pero antes que nada, perdonad los spoilers.

A través de las conversaciones que la Nancy de la ficción, además profesora de religión jubilada, sostiene con Leo Grande (interpretado por Daryl McCormack), se expone cómo la sociedad y sus estructuras patriarcales han contribuido a la perpetuación de la negación del placer. Este es un aspecto loable en la película y que, sin importar la edad, nos confronta con los moldes en los que hemos estado viviendo por generaciones.

Más allá de la película, están las declaraciones de Emma Thompson: en una entrevista televisiva, afirmaba que alrededor del 15% de las mujeres británicas, sin especificar edad, nunca han experimentado un orgasmo, y remitía a una falta de honestidad en relación al sexo.

Si bien ahora podemos hablar libremente de la brecha orgásmica, aún la industria audiovisual se empeña en mostrar una imagen errónea del orgasmo femenino, ni hablar del acto sexual en sí (ese es otro gran tema), además del tratamiento bastante errado de la masturbación femenina, más para satisfacer las fantasías del hombre heterosexual, que proponerse al servicio de las mujeres.

Nancy, que jamás ha experimentado la sensación del orgasmo, se pone como meta conseguirlo con la ayuda de Leo Grande. Lo que no sospecha es que Leo no es el productor de orgasmos que ella imaginaba, ya que es ella la que tiene el poder - ¡literalmente! - en sus dedos para lograrlo.

Buena suerte, Leo Grande y Emma Thompson, así como también lo hizo Petra Martínez (de 77 años) en la producción española La vida era eso (David Martín de los Santos), contribuyen pues en buena medida a derribar los mitos alrededor del orgasmo en las mujeres “de cierta edad” y dinamitan el estigma y la vergüenza hacia la masturbación.

En esta oda al “Orgasmos, ¡venid a mí!”, merece la pena recordar el discurso de la actriz Petra Martínez en la gala de los Premios Feroz de este año sobre su experiencia en La vida era eso: “lo más importante es haberme masturbado delante de mucha gente, porque la masturbación está completamente callada ”.

Lavado de cerebro

Frente al espejo y completamente desnuda, Nancy se contempla. El desnudo frontal de Emma Thompson es otra declaración de intenciones en Buena suerte, Leo Grande.

El cuerpo del que nos avergonzamos por no corresponder a la imagen que nos dicen desde fuera que debemos tener: el tonificado, con abdomen plano, libre de celulitis, de piel tersa y sin mácula. La dictadura de la perfección corporal frente al movimiento Body Positive y en el medio nosotras.

Es oportuno recordar las inspiradoras declaraciones de Emma Thompson que se hicieron virales hace unos meses sobre la incomodidad y el horror que le despiertan verse desnuda frente a un espejo.

“Pero ese es el problema”, apuntaba, “es un hecho que a las mujeres nos han lavado el cerebro durante toda la vida para odiar nuestros cuerpos, porque todo lo que nos rodea nos recuerda lo imperfecta que somos, todo está mal en nosotras y nos indican que necesitamos vernos de otra manera. Párate frente a un espejo y sólo acéptate, no te juzgues”.

Buena suerte, Leo Grande consigue por una parte alejase de la imagen que Hollywood nos ha machacado e impuesto de que “solo las jóvenes con músculos tonificados pueden mostrar sus cuerpos”. Por otra parte también se atreve a explorar el camino del descubrimiento del placer sexual de una mujer que en cualquier guion es descrita como “ede cierta edad”.

Desde la femme fatale hasta la mujer vieja como símbolo del terror, el cine ha construido y reforzado estereotipos que mucho han influido en la percepción propia y externa de las mujeres. En ese sentido cabe preguntarse si el cine actual posee el poder suficiente para contribuir a la visibilización de las féminas de mediana edad, a derribar tabúes y a hablar sobre la sexualidad y el placer femenino desde otra perspectiva, quizás más honesta y que por una vez sea beneficiosa para la salud mental y la existencia de las mujeres.