Motor

Al volante del Audi R8 V10 Plus, 610 caballos para calle y circuito

17 febrero, 2017 11:41

Hemos tenido la oportunidad de probar el Audi R8 V10 Plus, el superdeportivo de Audi con 610 caballos extraídos de un bloque V10 atmosférico de origen Lamborghini. El R8 se comercializa en dos versiones: el V10 “básico” con 540 caballos o este V10 Plus, con 70 caballos más, que parte desde 218.020 euros. 

Su presencia imponente denota que estamos ante la versión V10 Plus, reconocible fácilmente por esa zaga coronada por un inmenso alerón en fibra de carbono, sus frenos carbocerámicos de serie y sus llantas negras de 20 pulgadas. El color “solar orange” es tan llamativo que todo el mundo gira su cabeza a nuestro paso.

No nos engañemos, es imposible pasar desapercibido a bordo de este Audi R8. Sus proporciones sorprenden a todos por su poca altura respecto al suelo, su anchura descomunal y su motor en posición trasera-central cubierto bajo un cristal que permite admirarlo, como si de una obra de arte se tratara.

Lo mejor es que su descomunal presencia consigue cautivar a todos los públicos, niños y adultos. Todo el mundo queda maravillado ante semejante figura. Audi ha conseguido realizar un trabajo de diseño excelente, reeditando el éxito de la primera generación. Si la apariencia visual fuera poca, nuestra unidad cuenta con los escapes deportivos opcionales, que cuestan 2.505 euros y te hacen dudar de que la banda sonora que acompaña al R8 sea legal. Ahora está tan enajenado que no para de petardear de forma compulsiva. 

La ficha técnica no deja lugar a dudas de que es un auténtico purasangre. Sus 610 caballos se traducen en una aceleración de 0 a 100 kilómetros/hora en 3.2 segundos gracias a su tracción total “quattro”. Consigue parar el crono de 0 a 200 kilómetros/hora en 9.9 segundos, el mismo tiempo que tarda un Volkswagen Golf 1.6 TDI en llegar a 100 kilómetros por hora.

La calidad de materiales y acabados interiores es especialmente buena. Hasta el más mínimo detalle está excepcionalmente bien rematado. El salpicadero cuenta con un diseño minimalista. Una filosofía que ya vimos aplicada en el Audi TT actual. Elimina botones y pantallas superfluas… básicamente se ha prescindido de todo, salvo de los controles de climatización.

Por eso, algunos pulsadores se han trasladado al volante. Además de las levas, situadas atrás, también podemos encontrar los botones de encendido del motor, sonido de los escapes, modos de conducción y controles de tracción. Una idea inspirada en Ferrari, cuando adaptó la idea del “manettino” de los Fórmula Uno a sus coches de calle.

Además, el cuadro de mandos es totalmente digital. Lo que Audi denomina el “Virtual Cockpit”, que sustituye el tacómetro y velocímetro por una gran pantalla digital, cuyos gráficos se adaptan a las necesidades del conductor y permite mostrar elementos como la música o los mapas del navegador.

El Audi R8 es el único vehículo -junto con el BMW i8-, en ofrecer la posibilidad de equipar luces láser combinadas con técnica LED. Previo pago de 4.455 euros, la tecnología láser es la última gran evolución de iluminación en automoción, una tecnología heredada de las 24 horas de Le Mans de Audi. Y, cuando se activa la iluminación láser, parece como si saliera el sol… porque emite un haz de luz que permite ver a la máxima distancia que nuestro propio ojo alcanza.

Cuatro diodos láser de alta potencia se combinan con luces LED. Al superar los 60 km/h, se activan las luces láser siempre que no haya otros usuarios circulando en la vía. En caso contrario, sólo funcionan las luces LED. Según Audi, iluminan hasta casi 600 metros, el doble que unos faros Full LED.

Al volante
Para probar el Audi R8 nos hemos desplazado hasta Sierra Nevada, en Granada. Su motor es el mismo V10 5.2 FSI que el anterior R8 y que el nuevo Lamborghini Huracán, sólo que ahora incluye nuevas soluciones tecnológicas para hacerlo más potente y eficiente. Es de agradecer la valentía de los alemanes de primar las sensaciones frente a la eficiencia, ya que han mantenido el V10 atmosférico en un momento en el que parece que todo se trata de “reducir cilindradas y añadir turbos”.

A cambio, se ha añadido un sistema Start&Stop, un modo de conducción a vela -que desacopla la transmisión del motor al soltar el pie del acelerador, consiguiendo que el régimen del motor caiga hasta el ralentí-, y un sistema llamado “cylinder on demand”, que permite circular con sólo cinco de los diez cilindros, para reducir consumo, cuando vamos a un ritmo tranquilo. Todo ello para aumentar la eficiencia, pero conservando el V10 en su sitio.

Cuando pisamos el acelerador a fondo, el R8 V10 Plus emite un berrido bestial mientras exprime los 610 CV a 8250 vueltas y alcanza el corte de inyección a 8700, después de que el cuentavueltas digital parpadee para que pulsemos la leva derecha, como si de un coche de carreras se tratase. El cambio de doble embrague hace que se sucedan las marchas a la velocidad de la luz. Todo esto mientras mis riñones se sienten aplastados en los baquets. Una sensación bestial. Hay que ser valiente para pisar varios segundos el pedal del acelerador a fondo. Parece que las rectas se acortasen.

Aunque el Audi R8 monta un sistema de tracción total, la realidad es que su comportamiento es más parecido al de un tracción trasera, gracias a que su diferencial central multidisco controlado electrónicamente envía prácticamente toda la potencia al eje trasero, porque el tren delantero sólo funciona si es realmente necesario. En cualquier caso, es posible enviar el 100% a cualquiera de los ejes. Eso hace que sea especialmente divertido ante una sucesión de curvas que serpentean.

Conducirlo en una buena carretera de montaña como ésta es todo un placer, mientras retumban en las colinas cercanas un sonido al alcance de muy pocos superdeportivos. Te hace sentir una sensación parecida a la de un piloto de carreras.

Sentir la capacidad de aceleración y de paso por curva, demuestra cómo ha evolucionado este Audi R8 respecto a su primera generación. Nos encontramos ante uno de los deportivos mejor puestos a punto del mercado, tanto, que siente perfectamente capacitado para rodar en circuito.

Sin embargo, también es un superdeportivo perfectamente usable a diario, gracias a la suave dirección, la sutileza de aceleración en ciudad o la que probablemente sea una de las mejores suspensiones jamás instaladas en un vehículo de esta clase. Es capaz de absorber todo, incluso con llantas de 20 pulgadas, y sentirse al mismo nivel de confort que un Audi A4. Estas grandes dualidades son las que lo hacen especial. Único, extremadamente deportivo y muy utilizable.