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La reactividad canina se ha consolidado como un problema muy común y, a menudo, agotador tanto para el perro como para su familia, que debe estar constantemente atenta a las conductas de su mascota.

"Es una conducta exagerada o agresiva de tu perro frente a ciertos estímulos, tales como otros perros, vehículos en movimiento, gatos o personas", afirma Isabel Cárdenas, formada en Psicología por la US y especializada en conducta canina.

Este comportamiento representa un desafío significativo, especialmente si se trata de un perro de tamaño grande, donde el riesgo de accidentes aumenta considerablemente.

Una causa

El primer paso y el más crucial para solucionar la reactividad, según el experto, es identificar su causa, lo cual es fundamental para comprender el comportamiento del animal.

La educadora explica que el estímulo detonante provoca que el perro se sienta incómodo e inseguro, lo que lleva a una reacción sobreexcitada. El animal no sabe cómo manejar la situación.

"En estos momentos de tensión, la interpretación de la realidad del perro se distorsiona completamente, generando conductas desproporcionadas como ladrar, gruñir, erizarse, abalanzarse y, por supuesto, tirar de la correa".

Los tres motivos

Cárdenas identifica tres motivos principales que explican por qué un perro se muestra reactivo, un fenómeno que ocurre sobre todo cuando el perro está sujeto.

La frustración es el más importante. El perro se siente cohibido o agobiado, a menudo por estar amarrado a una correa, lo que le genera tensión porque siente que no puede moverse libremente.

Esta restricción le impide huir si siente miedo. La experta ofrece una declaración esclarecedora sobre el mecanismo psicológico detrás de este fenómeno: "Los perros terminan actuando agresivamente hacia otro cuando están con correa con el pensamiento de que si tú me atacas, yo estoy listo para reaccionar".

Esta inseguridad explica por qué un perro puede parecer agresivo solo cuando va con correa, pero ser totalmente amigable si va suelto.

Comportamiento aprendido

Una conducta reactiva se puede detonar simplemente porque el perro siente miedo ante una persona o animal. Esa emoción puede ser consecuencia de una mala experiencia o una socialización escasa o incorrecta.

"Si la conducta reactiva ha sido reforzada en el día a día, ya sea de manera consciente o inconsciente, esta se va incrementando". Cárdenas lamenta que, en ocasiones, al reforzar un comportamiento, el perro aprende que tirar de la correa o ladrar le da la recompensa deseada.

Un ejemplo de comportamiento aprendido que la experta encuentra en consulta es cuando se le anima a un perro a perseguir a un gato como si fuera un juego, asociando esa conducta exagerada a un estímulo e incitando a que tu perro sea reactivo con los gatos.

Para solucionar la reactividad, especialmente cuando el perro parece ajeno al mundo y es incapaz de obedecer, el educador aconsejó dos pasos esenciales.

Dos claves para la solución

Es crucial fortalecer comandos básicos como el "quieto", el "ven", el "aquí" o el pasear tranquilo sin tirar de la correa. Esta práctica debe iniciarse en un lugar fácil y libre del estímulo detonante para que el perro adquiera herramientas de gestión que le permitan obedecer en los momentos más desafiantes.

Por último, es muy importante practicar una exposición gradual. Se debe exponer el perro al estímulo desencadenante, pero a una distancia considerable inicialmente. "Siempre premiar las conductas tranquilas".

El objetivo es cambiar la asociación negativa a positiva. A medida que el perro demuestre tranquilidad de manera repetida en esa distancia, se recomienda ir acercándose progresivamente al estímulo, utilizando un premio motivador.

"Lo que no se nos puede olvidar es que la paciencia y la constancia son la clave", recuerda. No es un proceso rápido, sino que requiere tiempo y varias repeticiones para que el perro aprenda y mejore.