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"La agresividad es una respuesta emocional involuntaria de valencia negativa y desagradable para nuestro perro", explica Silvia Mayofre, etóloga canina de ExpertoAnimal en un vídeo de YouTube.

"Es un mecanismo de estrés frente a algo que el perro percibe como una amenaza, tensión o posible conflicto". Detrás de las conductas agresivas siempre hay una motivación y una emoción, y es algo involuntario.

Cuando un perro experimenta agresividad, se activan mecanismos internos: el sistema autónomo simpático se activa, segregando químicos como la adrenalina y la noradrenalina para que el perro esté "concentrado y en alerta".

También aumenta el ritmo cardíaco, se dilatan las pupilas y pueden jadear más intensamente. Si esta situación se prolonga, se segrega cortisol, lo que tiene efectos nocivos a largo plazo para su salud tanto física como mental.

Por eso, es crucial ayudar a un perro agresivo, entender las señales sutiles previas a un ataque y las pautas iniciales para un cambio de comportamiento.

Señales previas

Antes de morder, un perro puede mostrar señales sutiles como:

  • Una mirada fija
  • Rigidez en el cuerpo
  • La boca cerrada
  • Piloerección (erizar el pelo)

La educadora explica que si el estímulo de tensión persiste o aumenta, el perro puede escalar a señales más evidentes como "enseñar los dientes, hacer un gruñido, empezar a ladrar, hacer bocados en el aire hasta el punto que puede llegar a morder".

Silvia Mayofre aclara que "la agresividad no siempre es algo negativo". El perro es un animal social y las conductas agresivas tienen su función y les puede servir para poderse comunicar y resolver pequeños conflictos o pequeñas situaciones.

Por ejemplo, una madre con sus cachorros en la etapa de destete tiene que estar poniendo límites. Muchas veces lo hace a través de conductas agresivas, enseñando los dientes o gruñéndoles.

En este caso, esta hembra no está siendo una perra agresiva, sino que está utilizando un medio de comunicación violento.

Primeras pautas

La veterinaria enfatiza que lo primero es acudir a un profesional para obtener un diagnóstico definitivo, un tratamiento especializado y un seguimiento. Sin embargo, ofrece pautas iniciales.

Tener un buen vínculo con nuestro perro es la primera necesidad básica. "Nosotros tenemos que ser su referente, su guía, porque solo así él nos puede pedir ayuda, él nos preguntará y se apoyará en nosotros".

Un perro entrenando su fuerza. Istock

Es fundamental no imponer, castigar o amenazar, sino ser su referente a través de un "manejo amable, cariñoso y respetuoso y siempre entendiendo su lenguaje", afirma Mayofre.

Los paseos de calidad también ayudan a moderar la agresividad. Esto implica ir a "zonas abiertas verdes tipo campo, bosque o parques grandes donde el perro puede explorar, se puede desplazar y moverse libremente".

Se recomienda usar una correa larga (unos cinco metros) y un arnés confortable. Dejar que desfogue y libere las energías necesarias para su salud cotidiana. 

Previsibilidad

"La previsibilidad baja los niveles de estrés", afirma la veterinaria. Se puede avisar al perro si se acerca hacia algo que le preocupa, como otro perro, y controlar que mantenga las distancias adecuadas.

Conocer lo que activa conductas violentas en tu perro ayuda a prevenirlas. Evitar exponerlo a lo que le genera agresividad es fundamental. Cada vez que el perro reacciona, se refuerza la conducta, se estresa más y el problema empeora.

Por esto, los ejercicios de olfato y masticación a diario son remedios útiles. Usar la boca para desgarrar, cortar, lamer, roer y olfatear hace que los perros segreguen químicos ansiolíticos como GABA y serotonina, además de dopamina (placer), y disminuye el cortisol.

Prohibido

"Prohibido utilizar técnicas basadas en el dolor y el miedo", advierte la experta. Esto incluye collares eléctricos, de descarga, de ahogo o por ejemplo los manejos como el tirón de correa, el gritar, los toques.

Aunque parezca que funcionan momentáneamente, son técnicas que están basadas a través del miedo y del dolor e inhiben la conducta.

"Pero el estado emocional del perro sigue siendo el mismo, de hecho será peor porque lo estamos estresando y nosotros dejaremos de ser su base segura, no su base de referencia".