Preta, la gata de la librería Libros para un mundo mejor.

Preta, la gata de la librería "Libros para un mundo mejor". Angelica Rimini

Mascotario

Preta, la gata de 'Libros para un mundo mejor': "Apareció en un contenedor de basura; ahora es la dueña de esta librería"

Fernando Acero Campos llegó desde Brasil para abrir un espacio para lectores y se encontró con un felino negro que decidió hacer suyo este espacio.

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Llegó sin anunciarse, como suelen hacerlo los seres que cambian un lugar para siempre. Una tarde cualquiera, la puerta de la librería Libros para un Mundo Mejor se abrió y, entre el vaivén de lectores y curiosos, apareció una gata delgada, de pelaje negro.

Nadie sabía de dónde venía, pero todos intuyeron que había encontrado el sitio exacto donde quedarse. "Acababa de mudarme desde Brasil y siempre pienso que ella llegó conmigo", afirma Fernando Acero Campos, dueño de la librería, en una entrevista con Mascotario.

Poco después de abrir la librería en la calle Espíritu Santo de Madrid, unos chicos jóvenes y simpáticos se presentaron con una gatita negra "del tamaño de un ratón". Le preguntaron a Acero si la quería.

Su primera reacción fue tajante: "Una gata negra. De ninguna manera. ¿Para qué quiero yo una gata negra?". Pero antes de que pudiera repetir su negativa, el animal acabó en sus brazos.

Trepó hasta sus hombros, buscó su cuello, se acurrucó contra su cabeza y se quedó dormida. Aquel instante fue definitivo. "Total, que hasta hoy estamos juntos", resume Fernando con una mezcla de asombro y ternura.

En un contenedor de basura

Los muchachos le contaron que habían encontrado a la pequeña dentro de un contenedor de basura. "Su cabeza coronada con mondas de patata, restos de tortilla como medallas en su pecho y sin más compañía que un montón de latas de cerveza y papel pringoso de bocadillo de calamares".

Era delgada, su pelaje tan oscuro como la tinta fresca sobre un folio en blanco. Fernando decidió llamarla Preta, palabra portuguesa que significa negra. Un homenaje a Brasil y un nombre breve y rotundo, como ella.

El proyecto de su librería nació en su país de origen como una editorial y movimiento cultural centrado en la transformación social a través de la lectura, la educación y el arte. Posteriormente, se trasladó a Madrid.

Acero abrió la librería en Malasaña como una extensión de esa idea. Es un espacio en el que los libros no son solo mercancía, sino herramientas de conciencia, diálogo y comunidad.

La desconfianza inicial

Como los libros que esperan a ser leídos, Preta también supo esperar. Al principio, desconfiaba de las manos humanas, observaba desde lejos y huía ante cualquier intento de caricia. Se refugiaba entre las estanterías. Pero el tiempo convirtió el recelo en costumbre y esta, en hogar.

Acero la describe con una sonrisa: "Bohemia y madrileña, chula como ella sola". Con los años, ha comprendido que la felina no es suya, sino que, en realidad, él le pertenece a ella: "Trabajo para la gata".

Reconoce pocas veces haber tenido una presencia tan protectora y beneficiosa en su vida, una compañera tan sabia. "Solo puedo estar infinitamente agradecido", confiesa.

Y añade, entre bromas y verdades, que Preta está bastante orgullosa de su "proceso de adiestramiento". Le enseñó que su relación debía basarse en la independencia y la amistad, nunca en el dominio ni el control. "De haber una autoridad, por supuesto, es la suya y no la mía".

El alma en penumbras

Con el tiempo, Preta se convirtió en el alma en penumbras de la librería. Una sombra que se desliza entre páginas abiertas, un espíritu que acompaña en silencio a quienes buscan refugio en las palabras.

Tiene sus rituales: duerme en rincones inesperados, vigila con paciencia a cada lector y a veces se acomoda sobre un regazo, como si distinguiera quién merece su confianza. Los clientes la buscan, la nombran, incluso regresan más por ella que por los libros.

Fernando Acero Campos con la gata de la librería.

Fernando Acero Campos con la gata de la librería. Fernando Acero

Su presencia hace que el espacio se sienta más cálido, más íntimo, más vivo. La tienda es conocida ya como "la librería de la gata". Fernando lo ha comprobado: cuando publican fotos de Preta en redes sociales, el interés se duplica.

Todo lo que aparece con ella arrasa. Un admirador dejó incluso este comentario: "Maravillosa librería de Madrid que dirige una gata. El señor que hay a su lado también es muy amable". Con humor, Fernando se resigna a su protagonismo felino.

Sabiduría silenciosa

Preta también inspira. Un cantaor de flamenco, al verla dormir, exclamó: "Ozú, cómo duerme, qué arte. Ya quisiera yo cantar con la gracia que tiene la gata durmiendo, entregado en trance, comulgando con la oscuridad, como raptado por un sueño".

Incluso en las meditaciones con fuego que se celebran en el sótano de la librería, ella ocupa el centro de atención. Se sienta frente a las llamas con una concentración que parece búdica.

Su quietud y su dignidad sirven de ejemplo. A veces, con delicadeza, se posa sobre el regazo de algún participante, y quienes lo viven aseguran que su simple contacto los serena, como si la gata mantuviera un lazo invisible con otros mundos.

No habla, pero mientras siga paseando entre estantes, con su andar elegante y sus ojos ámbar, la librería será, de verdad, un mundo mejor.