La Casería, el restaurante regentado por el cocinero Jacobo Vázquez, ha cerrado sus puertas. Y eso es lo mismo que decir que lo ha hecho uno de los templos gastronómicos de la cocina de cuchara en Málaga capital. El proyecto empresarial, convertido durante casi cuatro años en un continente de sabores y olores tradicionales, echa el cierre ante la imposibilidad de "llegar a final de mes".

La subida de los precios de los productos básicos, de suministros como la luz y el gas, y las dificultades de encontrar personal cualificado han sido suficientes para que Vázquez, criado en la escuela Taberna del Alabardero, haya puesto punto y final. "Era inviable", confirma a EL ESPAÑOL de Málaga.

Jacobo Vázquez.

"El último servicio fue el sábado 7 de octubre", dice con pena Jacobo. Esa noche fue el momento en que muchos de sus clientes habituales tuvieron conocimiento de que ya no podrán seguir yendo a ese chalé que se levanta al final de la Avenida Editor Ángel Caffarena, en el distrito de Teatinos.

Pero ¿qué lleva a cerrar las puertas de este restaurante? "La incertidumbre de que no se llega a final de mes", asegura con contundencia. "Los impuestos… Si lo llevas todo legal no llegas a cumplir; tienes que trabajar muy bien todos los días, no puedes fallar y eso es inviable", agrega, subrayando: "El beneficio que da un restaurante es mínimo y como falles un día se descuadran las cuentas".

Uno de los problemas con los que se ha topado Jacobo, como otros muchos negocios del sector, es que las dificultades económicas son extensibles a los clientes. "A mí me venía mucha gente a celebrar un evento especial, un aniversario… pero en el día a día el trabajo bajaba mucho", señala.

En el caso de La Casería, el tique medio podía estar entre los 35 y los 40 euros por persona, una cifra que sin ser superlativa no está al alcance de todos los comensales ni para acudir todos los días.

Jacobo, además, apunta otra dificultad en los últimos tiempos: la falta de mano de obra cualificada. Un mal extensible al sector de la hostelería de la provincia en su globalidad. Muestra de ello son los numerosos mensajes lanzados desde la patronal en los últimos años.

"No es que no haya gente con cualificación, es que tampoco hay sin cualificación. Y eso que nosotros teníamos un horario bueno, porque casi no había turnos partidos y pagamos como corresponde, según convenio", explica. 

Sea como fuere, desde su ya larga experiencia al frente de este tipo de negocios, Jacobo apunta que es una cuestión que ya está afectando a muchos restaurantes y que puede perjudicar al buen momento que la gastronomía tiene en la provincia. "Sin decir el nombre sí diré que hay sitios que cierran por las noches porque no tienen personal para dar el servicio", afirma.

Aunque La Casería ya ha cerrado sus puertas, el chalé en el que se encontraba, comprado por Jacobo y su mujer casi pensando en el día de mañana, "a modo de jubilación", volverá a oler a comida.

Lo hará, eso sí, en manos de otros operadores que han alquilado el edificio. Por el momento hay que esperar a conocer los detalles del proyecto gastronómico que empieza a tomar forma. Y Jacobo va a seguir vinculado a la cocina. "Buscaré trabajo por cuenta ajena; hay opciones, trabajo hay porque hay mucha demanda".

Noticias relacionadas