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Torremolinos

Albert, el anciano que se disparó en Torremolinos antes de ser desahuciado dejó una bolsa "para su hija" antes de morir

Los vecinos del octogenario tienen una imagen del hombre algo complicada. Aseguran que se aprovechaba de la confianza de algunos residentes para quedarse con las llaves de sus viviendas y alquilarlas a otras personas.

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Las claves

Albert, un anciano de 83 años, se disparó en la cabeza en Torremolinos justo antes de ser desahuciado, cuando la Policía Local y la comitiva judicial llegaron para ejecutar el desalojo.

El Ayuntamiento de Torremolinos confirmó que Albert no había solicitado ayuda a los Servicios Sociales y expresó su consternación por el suicidio del anciano.

Albert, que vivía desde hace 40 años en el edificio Victoria del Sol, era visto de manera ambivalente por sus vecinos, algunos lo consideraban amable, mientras que otros lo acusaban de alquilar viviendas sin permiso.

Antes de morir, Albert encargó a una vecina que entregara una bolsa a su hija, Sabrina, aunque no se reveló el contenido ni el motivo del encargo.

Se llamaba Albert y tenía 83 años. Este martes, 21 de octubre, se quitó la vida disparándose en la cabeza justo después de que la Policía Local se personara en la puerta de la vivienda junto a la comitiva judicial, un cerrajero y los representantes legales del comprador de la vivienda, que había sido subastada. Era el día del lanzamiento.

Cuando llamaron al timbre y trataron de abrir la puerta, el octogenario les recibió tras la reja, alegando que no había desalojado la vivienda y que aún se encontraba en su interior, pero que se vestía y se marchaba. Así, a continuación, intentó quitarse la vida y se disparó en la cabeza, según las fuentes consultadas.

En el momento en el que los agentes de Policía lograron entrar, el hombre aún respiraba, por lo que dieron aviso a los servicios de emergencia, que lo trasladaron hasta el Hospital Regional de Málaga, donde falleció nada más llegar.

El Ayuntamiento de Torremolinos ha confirmado este miércoles que Albert no había pedido ayuda a los Servicios Sociales y ha mostrado su "consternación" por el fallecimiento del hombre. Tras tener conocimiento de los hechos, desde el Consistorio aseguran que se activó el protocolo establecido y se pudo confirmar que este hombre no había comunicado su situación ni había solicitado asistencia en los Servicios Sociales.

La delegada del Gobierno andaluz en Málaga, Patricia Navarro,  por su parte, ha destacado la importancia de poner "a disposición en tiempo y forma estos casos de los derechos sociales" para que se les pueda "ofrecer una salida". "Detrás de un desahucio no está el final del camino, estamos las administraciones para encontrar una solución", ha insistido, resaltando que hubiera sido difícil ayudarle sin tener conocimiento del caso in extremis.

Albert llevaba cuarenta años viviendo en el edificio Victoria del Sol, un bloque de la calle Murillo Bracho, especialmente habitado por ciudadanos extranjeros, que lo tienen como lugar de segunda residencia en el verano. Todos le conocían, aunque no tenían la misma percepción de él.

Si bien algunos vecinos han manifestado que era amable y que solía hacer de traductor con los vecinos alemanes que no sabían español, este miércoles una vecina ha confesado a Hoy en día, en Canal Sur, que no siente pena por su fallecimiento.

Al parecer, siempre según el relato de esta vecina del tercero (un piso superior al de Albert), el hombre se habría aprovechado de la confianza de los vecinos para hacerse con las llaves de sus viviendas en el tiempo en el que no se encontraban en España. "Los alquilaba sin su permiso. De pobre hombre nada, no. No me alegro del final de este hombre, pero sí me alegro de no cruzármelo más en el portal", ha declarado.

Esta misma vecina, que fue presidenta de la comunidad de vecinos, asegura que tuvo varios encontronazos con el fallecido, que le amenazaba en ocasiones con sus muletas, cree que porque le plantó cara. Lo define como un hombre alto, grande y muy corpulento.

Llama la atención también el relato recogido por el mismo programa, de la vecina de la vivienda que hay justo al lado de la de Albert, quien asegura que el fallecido se acercó a su vivienda una hora antes de morir para encomendarle una misión: que le diera una bolsa a su hija Sabrina, a la que ella solo conocía de los días que la familia había pasado en España. No tenía su teléfono ni ninguna otra forma de contactar con ella. Pero jamás imaginó el motivo real por el que le hizo ese encargo.

El hombre tenía tres hijos, todos en el extranjero, y había perdido a su mujer hace unos meses. Aproximadamente hace un año. Lo que no termina de quedar claro por fuentes oficiales es en qué régimen se encontraba en la vivienda, si de alquiler o como propietario. Lo único que está confirmado es que, sea como fuere, no estaba cumpliendo sus obligaciones de pago.