Restos de la extraordinaria villa romana encontrada en Rincón de la Victoria.
100.000 años de historia de Rincón de la Victoria: de los neandertales a la defensa contra los corsarios
El pasado de la localidad malagueña esconde enormes tesoros, destacando sus ricas cuevas y los restos romanos.
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Rincón de la Victoria, un municipio de la costa de Málaga conocido por su crecimiento demográfico y su atractivo litoral, esconde una historia tan rica y antigua que se remonta a 100.000 años atrás, cuando se documenta la presencia documentada de grupos neandertales y los primeros humanos anatómicamente modernos.
Profundizar en el pasado de la localidad, vecina de la capital de la Costa del Sol, es iniciar un fascinante viaje a través del tiempo, que revela el incalculable valor cultural y geológico del municipio.
Pese a ello, el interés científico por el pasado de este territorio es relativamente reciente, datando de la segunda década del siglo XX, en un municipio que, de hecho, se constituyó como término municipal en 1949.
Un pasado prehistórico forjado en cuevas únicas
La evidencia arqueológica es contundente: la abundancia de cuevas y los recursos marinos hicieron de esta área un lugar ideal para la ocupación humana. En las cuevas de El Cantal, Higuerón-Suizo y la Victoria se han hallado los restos de mayor entidad del municipio, incluyendo herramientas del Paleolítico Superior de hace hasta 15.000 años.
El período Neolítico vio la evolución hacia sociedades más complejas, con la sedentarización, la agricultura, la ganadería y un desarrollo místico manifestado en enterramientos y pinturas rupestres. La cerámica encontrada en estas cavidades es tan significativa que el Museo Arqueológico Nacional le ha reservado un lugar en su exposición permanente.
Cueva del Tesoro de Rincón de la Victoria.
Un punto culminante es la Cueva del Higuerón-Suizo, también conocida como la Cueva del Tesoro. Aunque una leyenda del siglo XVIII habla de un tesoro almorávide escondido, y solo se encontraron seis monedas de oro andalusíes en los años 50 del siglo pasado, el verdadero "tesoro" reside en sus características geológicas singulares: es una de las tres cuevas de origen marino conocidas en el mundo y la única de Europa.
De asentamiento marginal al auge y caída de Bezmiliana
Mientras que otras culturas antiguas como Tartessos o las de la Edad de los Metales solo influyeron marginalmente en esta zona, fue la llegada de los fenicio-púnicos lo que marcó una concentración excepcional de yacimientos en la costa, incluyendo Torre de Benagalbón.
Posteriormente, la ocupación romana dejó su huella con la magnífica Villa Romana de Torre de Benagalbón, una imponente estructura del siglo I d.C. con ricos mosaicos y termas, dedicada a la explotación marina y la producción de salsas como el famoso garum.
La Edad Media vio el auge de Bezmiliana, que desde el siglo IX d.C. destacó por su posición estratégica y defendible, su fértil llanura litoral y su control del paso costero hacia Málaga. Durante el siglo X al XIII, Bezmiliana vivió su esplendor, siendo descrita por cronistas como al-Idrisi como una qarya ka-l-madina (casi una ciudad) o incluso como madinat Bizilyana (ciudad de Bezmiliana).
Por ella pasaron figuras de gran relevancia política como Al-Manzor y se sabe de la existencia de importantes edificios como baños, alhóndigas, mezquitas y un castillo.
Sin embargo, el destino de Bezmiliana cambió drásticamente a partir del siglo XIII. El constante acoso cristiano y las incursiones piratas norteafricanas forzaron el refuerzo de sus defensas.
La epidemia de peste bubónica de 1348, que pudo entrar fácilmente por su embarcadero, contribuyó a la disminución de su población.
Para el siglo XV, Bezmiliana ya era un lugar "venido a menos", y la Guerra de Granada (1483-1492) marcó su fin, siendo descrita en 1487 como una "ribera del mar que estaba despoblada" y una fortaleza sin valor militar. La población huyó hacia Málaga, y muchas familias fueron esclavizadas.
El renacer y nuevas amenazas en la Edad Moderna
Tras la conquista castellana, los intentos de repoblación fracasaron debido a la incesante piratería norteafricana y la prohibición del regreso de los mudéjares y moriscos.
Durante los siglos XVII y XVIII, la costa permaneció insegura, con continuos desembarcos berberiscos. A esta amenaza se sumó la aparición de un "nuevo enemigo" en el siglo XVIII: el corsario inglés y holandés.
Esta nueva situación llevó a un reforzamiento de la guardia costera con la construcción de la Casa-fuerte de Bezmiliana.
El objetivo principal de esta fortificación era controlar el "peligroso camino" que conectaba Málaga y Vélez. Este camino, aunque de gran importancia estratégica desde la época romana, había quedado obsoleto con el tiempo.
Poco después de la construcción de la Casa-fuerte, y gracias al apoyo de la familia Gálvez de Macharaviaya, este camino fue recuperado y acondicionado para el tráfico rodado, iniciándose las obras en 1784 y finalizando en 1787.
La Casa-fuerte de Bezmiliana, por lo tanto, fue crucial para la seguridad de las comunicaciones terrestres ante la presencia de corsarios en la costa.
El siglo XIX y Rincón de la Victoria actual
El siglo XIX fue testigo de un cambio demográfico crucial. Hubo una explosión demográfica en Benagalbón, que se independizó como municipio en 1835. La viticultura floreció, con numerosos lagares, hasta que la plaga de la filoxera en 1878, cuyo foco fue Benagalbón, devastó los cultivos. Esta crisis provocó que parte de la población se desplazara hacia la costa en busca de sustento en la pesca.
Finalmente, la construcción de la línea de ferrocarril entre Málaga y Vélez en 1908 dio el impulso definitivo a la zona costera, atrayendo más población y consolidando su entidad urbana. Así, en 1949, el Ayuntamiento de Rincón de la Victoria quedó oficialmente constituido.
Desde entonces, el municipio ha experimentado un crecimiento demográfico extraordinario, pasando de poco más de 6.000 habitantes en 1970 a más de 50.000 en 2022, consolidándose como un ejemplo vibrante de evolución y resiliencia a lo largo de milenios.