Esta es una pregunta frecuente en cualquier conversación sobre inversiones en los mercados financieros, especialmente en los últimos meses. Estos días hemos leído en las noticias que Michael Burry se ha puesto corto en varias empresas relacionadas con la Inteligencia Artificial, en concreto en Palantir y Nvidia.
Ponerse en corto, lo contrario a ponerse largo, significa apostar a que el mercado —o un activo concreto— va a perder valor: se pide prestado ese activo para venderlo ahora y recomprarlo más adelante a un precio inferior, devolviéndoselo a su propietario. La posición se cierra si se alcanza el objetivo, si el mercado se mueve en contra o si el inversor, para limitar pérdidas, decide deshacerla.
Michael Burry se hizo famoso por ponerse corto antes de que la burbuja inmobiliaria explotara en 2008, logrando para los inversores de su fondo una rentabilidad cercana al 500% en pocos meses. La historia quedó inmortalizada en el libro The Big Short, de Michael Lewis, y en la película del mismo nombre protagonizada por Christian Bale.
Estas nuevas posiciones de Burry significan que él, desde su fondo Scion Asset Management, está apostando a que estos valores van a caer. Palantir y Nvidia son actualmente dos de las estrellas del sector de Inteligencia Artificial, lo que alimenta el argumento de quienes creen que existe una burbuja en IA y que es momento de salir antes de un posible crack que haga perder dinero a los inversores menos disciplinados.
Pero entonces, ¿es momento de vender o de comprar? ¿O de lo contrario?
Cuando me hacen esta pregunta, me gusta recordar a un analista que trabajaba para mi banco, J.P. Morgan, en Nueva York. Todos los días enviaba un email con razones para ser alcista y razones para ser bajista. Recuerdo leer solo las razones alcistas y sentir el impulso de comprar, o leer solo las bajistas y sentir el impulso de vender. En realidad, siempre hay razones para ser alcista y razones para lo contrario.
En cuanto a la IA, la gran razón para seguir alcistas es la mejora de productividad que puede generar esta revolución y por lo tanto el incremento de beneficios de estas empresas. La revista The Economist la situaba recientemente en hasta un 10% anual. La razón bajista: las valoraciones extremadamente elevadas de muchas empresas del sector, con ratios Price to Earnings ajustados cíclicamente (el CAPE ratio, que también cita a menudo The Economist) cercanos a los niveles de la burbuja tecnológica de 2000.
Toda esta información probablemente nos confunda más que ayudarnos a tomar decisiones. Pero la teoría de los mercados eficientes viene en nuestra ayuda. Esta teoría comenzó a desarrollarse y aplicarse en los años 60, aunque algunos reconocen que ya fue esbozada por el matemático francés Louis Bachelier en 1900. Los fondos de Vanguard fueron los primeros en implementarla y ahora manejan varios trillones de dólares en fondos indexados, aplicando esta teoría.
La teoría dice que si todos los participantes en un mercado tienen la misma información y se comportan racionalmente, los precios deberían acercarse mucho al valor real de los activos.
¿Son eficientes los mercados financieros? Hay cientos de estudios y tesis doctorales tratando de demostrarlo o refutarlo. Lo más prudente quizás es asumir que los grandes mercados bursátiles son al menos casi eficientes.
La implicación es crucial para responder a nuestra pregunta.
Si creemos que los mercados se aproximan a ser eficientes, entonces el inversor racional debería estar siempre invertido, y además en el conjunto del mercado para reducir riesgos, diversificando. Dicho esto, por supuesto también existen detractores…, encabezados por Warren Buffett, que ha sido históricamente muy exitoso aprovechando las ineficiencias del mercado. Michael Burry seguro que también sería un crítico de esta teoría.
En este punto, conviene recordar que cada uno debe configurar su cartera según el riesgo que está dispuesto a asumir, si somos adversos al riesgo, debemos tener poca renta variable (i.e. Bolsa) y si estamos dispuestos a asumirlo, pondremos más renta variable, buscando mayor rentabilidad a cambio de mayor volatilidad.
Intentar comprar cuando creemos que el mercado está “barato” o vender cuando creemos que está “caro” se define como “timing the market”, una estrategia que, como veremos en otros artículos, es prácticamente una receta garantizada para perder dinero.
Volviendo una vez más a nuestra decisión sobre comprar o vender: si aceptamos que los mercados bursátiles son semi-eficientes y ajustamos nuestra cartera a nuestro nivel de riesgo, la respuesta es simple: compremos, diversifiquemos y mantengamos en el largo plazo. Haciéndolo así, no evitaremos por supuesto, el impacto en nuestras carteras de las caídas de los mercados, pero asumiremos que son parte imprescindible de conseguir nuestra rentabilidad a largo plazo.
Además de la posibilidad de lograr mejores rentabilidades que los inversores impacientes, nos ahorraremos la inquietud, el estrés y la ansiedad de intentar decidir cuándo comprar o cuándo vender.