No saber medir el éxito suele acarrear el efecto contrario al pretendido. Antes incluso de que concluya este domingo la primera edición de la esperada San Diego Comic-Con de Málaga, es notoria la necesidad de una reflexión en relación con la organización del evento y la 'incapacidad' cierta del Palacio de Ferias y sus alrededores de acoger al ingente número de visitantes.

De acuerdo con los datos iniciales, 25.000 personas sólo en la jornada inicial. La masiva afluencia ha dejado entrever las costuras de una cita tan extraordinaria y única. Las más de dos horas de cola sufridas para poder acceder solo al interior del espacio ferial son fiel ejemplo del desmadre con el que se está desarrollando la cita.

Ya en el hall, otra cola para entrar al patio. Y en el patio, otra cola para llegar al gran salón de exposiciones. Como algunos han ironizado en estas jornadas, la Comic-Con ha sido la 'Cola-Con'. Otra imagen que delata el malestar de muchos. El mostrador lleno de personas rellenando hojas de reclamación.

Los valores positivos de ser la primera sede del Comic-Con fuera de San Diego se dan de bruces con la dura realidad a la que se están enfrentando estos días quienes pagan sumas considerables por una simple entrada.

Una realidad incuestionable que no debe ocultar el impacto económico del evento mundial, en especial en las industrias hotelera y hostelera de la capital de la Costa del Sol. Y esto invita a otra derivada. Dos sectores privados claramente beneficiados por el desembolso millonario realizado por las Administraciones públicas para convertir a Málaga en la plaza elegida. Nada más y nada menos de 4,5 millones euros a repartir entre diferentes instituciones.

La naturaleza pública de estos fondos y el tremendo embrollo en el que se ha convertido la Comic-Con fuerza un análisis exhaustivo sobre los aforos establecidos y si los mismos se han cumplido; sobre el número de entradas vendidas... Son muchos los asuntos a aclarar y muchas las explicaciones necesarias.