Este año no me he portado muy bien. No estoy en condiciones de pedirles mucho a sus majestades. He visto la paja en el ojo ajeno, antes que la viga en el propio. He sido incoherente e incapaz de regirme siempre por mis valores internos, ni en lo personal ni, sobre todo, en lo profesional. No he sabido domar mi ego. Qué mala es la soberbia y cuánto nos esclaviza con el ego. Dice el ¨ex McKinsey boy¨ Frederic Laloux en la 8ª edición de su libro Reinventar las Organizaciones (Ed. Arpa 2022) que, tal y como la conciencia humana evoluciona, los humanos desarrollan capacidades superiores de gestión, organización y capacidad de transformación y acción mayor. Dice que, a lo largo de generaciones, la humanidad ha ido adquiriendo consciencia de conceptos y capacidades superiores y de dimensiones más amplias de la realidad y de la capacidad humana para impactarla. Habla de las inteligencias múltiples y de una mayor capacidad de los individuos, tal y como evolucionan para percibir más dimensiones de la realidad.

Describe desde las sociedades tribales, a las que pone el color infrarrojo, pasando por las que llama impulsivas o rojas, y las amarillas, orientadas a la organización, y los procesos, como las empresas industriales, los ejércitos, las administraciones generales del estado, o la Iglesia Católica. Describe la mayoría de las empresas actuales, casi todas las cotizadas, como organizaciones orientadas al logro, las llama naranja- logro y las clasifica como un estado que es muy general, convive con los demás pero que es poco evolucionado. Los valores, los principios y el propósito son mensajes de marketing, que, cuando conviene para ganar más, se cambian. Son modelos que se orientan a presupuestos, resultados, kpi’s, y valor para el accionista como casi la única meta real. Los individuos en ellas puedan progresar por méritos, resultados y logros y la innovación, siempre que no conlleve extremados sacrificios a corto, genera dinámicas positivas y, hasta puede, de manera extrema, crear productos y servicios que satisfacen necesidades muchas veces reales pero otras inventadas, que no existen, con tal de seguir creciendo con el consiguiente perjuicio para todos, incluido el planeta.

Describe luego, las organizaciones que llama verde-pluralista, aquellas que se orquestan en torno a un propósito, que no se cambia, que son bastante planas, que entienden que los individuos se comprometen con organizaciones que persiguen algo más que pagarles el salario, formarles y que los accionistas ganen. Los CEO ’s de estas organizaciones sienten que trabajan para sus stakeholders, no solo para crecer y para el beneficio económico sino para maximizar el valor de manera sostenible para todos. Se trata de lo que se ha llamado capitalismo de stakeholders. Todos deben ganar y cuando ganan todos, los accionistas a largo plazo también maximizan.

Por último, hay organizaciones que llama Teal, y que están conformadas por individuos que siguen una estricta brújula moral interior. Les llama teal-evolutivos. Siguen sus valores, y sus intuiciones y construyen equipos que colideran la organización en un sistema participativo de abajo arriba. El autor considera que estos modelos Teal, asertivos, colaborativos y humildes, que aceptan que hay intereses y modelos como todos los anteriores coexistiendo y con intereses legítimos, son el nivel superior actual de la civilización humana y que, poco a poco, iremos teniendo más organizaciones que funcionan con estos parámetros, que son las que tienen los mejores resultados absolutos. Asegura que estas organizaciones exigen que se hayan domado los egos. Pone Laloux en su libro 12 casos concretos y además augura que los resultados, en términos de resultados para el equipo, colaboradores, proveedores, clientes, banca, accionistas y el planeta son los mejores, de largo.

Aun estamos muy lejos de que la mayoría de las organizaciones estén mayoritariamente en ese grupo de desarrollo superior, sensible a más aspectos que meramente el valor para el accionista. Pasarán décadas y se necesitarán cambios regulatorios, fiscales, y sociales para que estas empresas supongan la mayoría. Sacrificar nuestros egos en pos de un fin o propósito compartido por el que vale la pena hacerlo y sumar, colaborar, ser generoso.

Una de las herramientas de gestión, derivadas del conocimiento de las inteligencias múltiples, que pone como activo de los líderes teal-evolutivos es la intuición. Un día, un buen amigo, financiero y psicólogo, marido de una psicóloga clínica, hace 15 años, me dijo que la intuición es la integral de la razón. La intuición se entrena. El gran cambio es el tránsito desde la racionalidad hacia la sabiduría. Einstein decía: "La mente intuitiva es un don sagrado y la mente racional es un fiel servidor. Hemos creado una sociedad que honra al sirviente y ha olvidado el don”.

Un día escuchando una entrevista a Paco de Lucía, un sabio, decía que en su vida había conocido a muchos ignorantes con título y a unos pocos sabios sin estudios. No hay sabiduría plena sin incorporar a lo racional, las demás capacidades cognitivas, incluida la intuición y los sentimientos y emociones, así como la conexión con lo trascendente y lo espiritual. Todas las dimensiones humanas.

Majestades, estoy aún muy lejos. Prometo mejorar. Mientras tanto, me gustaría pedir algunas cosillas, aunque no las merezca.

La primera, es un pacto profundo por la educación, talón de Aquiles de nuestra economía y nuestra sociedad. Cuando ves el mapa de la distribución en Europa de la concentración de profesionales de alta cualificación , el mapa empieza en Escandinavia con un color violeta intenso y tal como bajamos hacia el sur, se va haciendo más clarito, aunque Países Bajos y Bélgica mantienen el tipo, en Francia, la mitad Oeste se resiente mientras el corredor de los Alpes a los Pirineos mediterráneos mantiene el tipo. Al sur de los Pirineos, el mapa es desolador y al sur de Madrid de pena. En Pisa, estamos contentos porque hemos retrocedido menos que nuestros pares, pero es que estábamos también de pena. Que Castilla y Leon (499 puntos frente a 469 de Cataluña o 457 de Andalucía) con una población mínima esté de nuevo a la cabeza es un motivo de alegría, pero no es el modelo, tanto por gasto por alumno como por presión en el sistema educativo. El modelo bien podría ser Estonia (516 puntos número 7 del mundo y el primer país europeo de la lista con tan solo 6800 euro de PIB per cápita, pero mucho mejor gestionado en la piel de toro demostrando que no es cuestión de recursos sino de modelo.)

La segunda sería una reforma profunda de la Universidad que acabe con la obsesión por publicar y que se obsesione por formar y atraer a los mejores. Ya les hablé del problema en Méteme en tu paper quillo.

La tercera es que dejen de poner la innovación, con presupuestos pírricos a cargo de las autoridades de ciencia e investigación o universidades, porque poco tienen que ver. La innovación es un asunto de economía, no de ciencia. Hay que invertir un 5% del PIB en I+D+I si queremos recuperar posiciones. A las tasas actuales seguimos descolgándonos, dependiendo cada vez más de terceros y siendo usuarios de tecnologías importadas (los que las puedan pagar). Ya les hicimos una carta a sus majestades desde el Foro de Empresas Innovadoras y el IND+I.

La cuarta es que, con dosis de humildad, hagamos lo que los países que miman su industria y crecen en capacidades industriales hacen, crean zonas de especial desarrollo económico para el establecimiento de actividades industriales, ponen el suelo a disposición, mediante la cesión de uso que no la cesión de la propiedad, facilitan la construcción de edificios industriales, incluso los desarrollan a medida para los inquilinos a los que alquilan a precios competitivos internacionalmente los mismos. Bonifican los impuestos y las cargas sociales y hasta el IVA a largo plazo. Todo para asegurar que las condiciones permiten la competitividad y la productividad a largo plazo de manera sostenible.

La quinta es que haya un plan para duplicar la productividad a 10 años vista con financiación a largo plazo para la incorporación de robótica e IA en las industrias ya implantadas de manera que no se vean avocadas a ir cayendo poco a poco por obsolescencia. Ya les escribimos en El Español de Málaga en octubre sobre Productividad.

La sexta es proteger a las empresas europeas de la adquisición por parte de competidores no europeos mediante la exigencia de la devolución del valor actual neto a las arcas públicas de todos los incentivos y ayudas recibidas antes de la enajenación.

La séptima es la exigencia estricta de reciprocidad a todos los competidores y no solo China.

La octava es una más estricta regulación y separación de los lobbies de intereses no europeos de Bruselas y de las capitales de los países.

La novena es tomar el reto climático como oportunidad para convertir la disponibilidad de sol, viento, mar y montañas en agua desalinizada ubicua y barata mediante energías renovables. Almacenemos la energía en forma de vida, en forma de agua en altura, que con bombeos reversibles es agua para nuestros campos y energías para la vida y la industria. Ya les hablamos de esto en Regenerando y en 200 años.

La décima es la más difícil. No queremos guerras, en ninguna parte, ni en Ucrania ni en Palestina. Queremos Paz.