Abrumado por el apoyo masivo de los españoles de bien al estado de derecho reflejado en cientos de miles de personas que llenas de preocupación han salido a la calle en España para defender el estado de derecho, lo cierto es que ha sido una semana muy importante en el ámbito de la inteligencia artificial.

Muy importante al igual que casi todas las semanas desde que un día nos encontramos con la primera versión de chat gpt accesible al público porque la verdad es que no hay semana en la que no haya alguna evolución o avance disruptivo en el ámbito de esta tecnología.

Hoy nos centraremos en dos aspectos que nos han llamado la atención. Por un lado el lanzamiento de Chat gpt Turbo por parte de Open AI y por el otro la puesta en marcha del sandbox de inteligencia artificial en España.

En relación con el primero, el 6 de noviembre Sam Altman (CEO y fundador de OpenAI) y Satya Nadella (CEO de Microsoft) anunciaron el desarrollo de Chat gpt Turbo, una versión más potente y más barata que el modelo anterior, llegando algunos a equiparar esta presentación a la que hizo en su momento Steve Jobs cuando presentó el Iphone por primera vez.

Con esta nueva versión se corrigen algunas de las carencias que tenían los modelos anteriores, como por ejemplo la inclusión en su búsqueda de información hasta abril de 2023, haciéndolo más actualizado y completo o que permite tratar entradas de hasta 300 folios de extensión.

Como allí comentaron incluirá varias innovaciones revolucionarias de su herramienta dirigidas a desarrolladores, usuarios y empresas, como la generación de imágenes o búsquedas en pdf que va a transformar la interacción del usuario y se pretende reforzar también la privacidad de sus usuarios.

Permitirá incluso a través de un portal propio que los desarrolladores de aplicaciones que usan Chat gpt puedan ganar dinero a partir de los productos que ofrezcan con dicha tecnología a terceros, generando modelos de negocio con mayor facilidad y dentro del entorno Open AI.

Dicha tecnología ya está disponible para desarrolladores y seguramente se abrirá al resto del público en los próximos meses. Parece que Microsoft sigue invirtiendo miles de millones de euros en ello intentando de esa manera mantener el liderazgo global del desarrollo de nuevas aplicaciones y utilidades basadas en inteligencia artificial.

Al mismo tiempo el Consejo de Ministros de España con la colaboración de la Comisión Europea, ha aprobado este martes un Real Decreto por el que se habilita al Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, a través de su Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, a abrir la convocatoria a empresas para participar en el entorno controlado de pruebas del Reglamento Europeo de Inteligencia Artificial, que actualmente se encuentra en tramitación en la Unión Europea.

Este Sandbox tendrá como objetivo principal facilitar a las empresas de este sector el desarrollo de su tecnología y del proceso de innovación que conlleva con seguridad jurídica y flexibilidad normativa al estar supervisados por el regulador, quien deberá entre otras funciones proporcionar claridad respecto de los derechos y obligaciones que deberán cumplir dichas empresas en su evolución.

En definitiva, cualquier empresa que quiera desarrollar inteligencia artificial, ante la incertidumbre que supone la ausencia de legislación específica a la espera del Reglamento Europeo, va a poder hacerlo con la supervisión y ayuda del regulador, por lo que se genera un entorno más atractivo para el desarrollo de este tipo de proyectos innovadores.

Choca en cualquier caso que mientras a las empresas se les imponen cada vez más obligaciones en general y en particular en el desarrollo de esta tecnología reduciendo su competitividad frente a la de otros estados y frenando el progreso tecnológico del país en pos de la protección de los derechos fundamentales de los ciudadanos, haya políticos perdonando a otros políticos delitos tan extraordinariamente graves a otros como los de sedición y malversación de fondos públicos sin que ello conlleve una responsabilidad como mínimo parecida a la que llevaría a una empresa a incumplir sus obligaciones jurídicas.