En 1975, los ingleses de Supertramp grabaron un disco que yo redescubrí en los 90. Solía ponerlo de fondo en mi academia doméstica de inglés y ciencias con las que me ganaba unas pelillas en verano ayudando a los hijos de los vecinos y a algunos amigos a aprobar en septiembre o a prepararse para pruebas de acceso a la administración o al ejército.

Los boomers, recordarán la portada. Era un señor con gafas negras en bañador en una tumbona con una sombrilla y una mesita con un copazo en un espacio industrial devastado con decenas de chimeneas humeantes al fondo, todo en blanco y negro menos el señor en su tumbona de rayas de colores, la toalla en el suelo y la sombrilla naranja.

Aquella crisis que todavía no había llegado al momento peor, empezó con el conflicto Árabe Israelí, la famosa guerra del Yom Kippur de 1973 y supuso el fin de los años de bonanza tras la segunda guerra mundial en occidente. La primera gran víctima inesperada fue la propia comunidad árabe y una Siria, Egipto, Irak que acaban involucionando.

Es interesantísimo el libro del libanés Amin Maalouf que nos abrió los ojos hace años con Las cruzadas vistas por los árabes (Alianza 1983). En El naufragio de las civilizaciones (Alianza 2019) nos narra cómo se agota un modelo civilizatorio repentinamente con esa crisis que se va gestando durante los años de la post guerra mundial y explota en 1973.

Nadie, en ese momento, podía imaginarse que la subida de la energía llevaría al Reino Unido a ser rescatado por el FMI en 1975, el año del disco de Supertramp, y en 1976 la fuga de capitales era tan importante que el Banco Internacional de Pagos de Basilea le tuvo que abrir una cuenta de crédito.

Ahí empezó la muerte del Estado de Bienestar. En pocas palabras, sin energía híper abundante y barata no se podía pagar. Thatcher, Reagan y muchos más, sacaron las tijeras de podar y, desde entonces, hemos vivido momentos de recorte y austeridad con momentos de expansión del gasto y la deuda obviando casi siempre que el verdadero motor es lo que de verdad se genera de valor añadido, la llamada economía real. La economía financiera, a base de instrumentos que descuentan futuro, aporta vida extra a los ciclos a cambio de riesgos aún mayores.

Un buen amigo, socio y mentor, al empezar la guerra de Ucrania y dispararse la inflación y los costes de la energía me relató, paso a paso, todo lo que con precisión matemática está sucediendo. Me habló de 1973, de estas y otras crisis, de los tipos, de las monedas, de las medidas que tomarían los bancos centrales, de la depreciación de los activos, del impacto en hipotecas y en viviendas, del efecto en la economía financiera y en la banca, de los contagios, de los pánicos, y del inevitable contagio a la economía real, lo que llevaría a un ajuste importante.

La semana pasada nos dejó un magnífico economista y servidor público, Pedro Solbes. Todo han sido reconocimientos y elogios a su fallecimiento. Me recordó, sin embargo, el momento terrible en el que Zapatero tenía unas elecciones por delante con un evidente cambio de ciclo y se trataba de ignorar.

En palabras de Juan R. Gil, Solbes ”era, por encima de todo, un hombre prudente”. Yo sufría cuando veía la comunicación no verbal del señor Solbes. Recuerdo el debate con Pizarro. El presidente Zapatero con Miguel Ángel Fernández Ordóñez había estado diciendo desde 2008 que España tenía uno de los sistemas financieros más sólidos del mundo. No soy economista, pero sé leer y tengo memoria y cicatrices. Recuerden Inglaterra en 1975 o Suiza esta semana y, de nuevo, como un déjà vu, volvemos a escuchar cosas parecidas sobre nuestro sistema financiero.

Muy poco antes, en cuanto cae Lehman Brothers, habíamos estado en IESE con el profesor Toribio y con Alfredo Pastor, que había sido secretario de estado con Solbes y que, no solo reconocían la gravedad de la situación ante los muchos ex alumni preocupados que había aquel día congregados a la vez en los campus de Madrid y Barcelona, sino que, como mi amigo me relató hace un año, describieron con precisión todo lo que iba a pasar.

Hablaron de los estabilizadores automáticos, algo que me alarmó como ingeniero. Me recordó la película de John Woo de 1996 Broken Arrow con Travolta y Slater, en la que le dicen al Presidente que se ha producido una situación de pérdida de un arma nuclear. El Presidente se sorprende de que no solo pasara sino de que tuvieran una definición y nombre para esa situación.

Los estabilizadores automáticos eran algo que me aterró, se dispararía el desempleo y el gasto público y la deuda para paliarlo, entre otras cosas, subirían los tipos y costes, bajaría el rating... En aquel momento, España tenía margen para endeudarse. Era, si no recuerdo mal, el 2008 y España debía algo menos de 400.000 millones de euros. Hoy España debe aproximadamente 1490 Billions (ingleses), es decir casi 4 veces más.

Recuerdo a Elena Salgado, que tomó el relevo tras la dimisión en abril de 2009 de Solbes, hablando de ligera desaceleración y, luego, de brotes verdes. Tanto miramos para otro lado que nos quedamos sin margen y sin caja y hubo que inyectar 70.000 humillantes millones de rescate. Nos habían dicho, sin temblar un párpado, esta vez, la comunicación no verbal de la ministra Salgado era convincente, que lo de la Caja de Castilla la Mancha era un caso aislado. Menos mal que Unicaja no sucumbió a las presiones y no se quedó la caja manchega. También fue un marzo, pero de 2009 cuando el domingo 29 nos desayunamos con la noticia de la intervención.

Es cierto que no hubo una pandemia antes del Yom Kippur y que, por tanto, ahora es diferente. Había muchísimo ahorro en el sistema y los bancos estaban fuertes. No todos, como se ha visto con Credit Suisse. Hace 10 días, la línea de rescate del Banco Central Suizo era de 50 Billions, menos de una semana después ha sido del doble y han producido un efecto perversísimo, rescatar a los accionistas por delante de los bonistas en contra de las prelaciones y privilegios de la deuda.

El último en cobrar y más subordinado en el orden de cobro es el accionista, esto era así hasta hace 4 días. ¿Qué va a pasar con los 275 Billion de bonos de banca que hay en el mercado? ¿El mensaje es que, si hay otro caso así, los bonistas no cobran y los accionistas sí? Problema relevante aún, no resuelto, y que extiende y propaga los riesgos además de decir muy poco a favor de Suiza y el mito de su seguridad jurídica y financiera.

En los 90, la orgía del crédito se había originado también por una gran concentración de ahorro, sobre todo en Alemania que había ganado una enorme competitividad con el euro mientras incorporaba a gran velocidad a la ex República Democrática y exportaba inflación a sus socios de moneda única. Los superávits alemanes financiaban ladrillo en el Sur. Con el cambio al euro, en Alemania un euro fueron dos marcos y en España los 20 duros fueron 100 pesetas. Miren la evolución del Deutsche Bank y extraigan conclusiones.

La producción de vehículos en Europa está en mínimos históricos. En diciembre del 2022 se fabricaron los mismos que en 1993. La industria no para de resentirse, por los costes, por la energía, por la demanda que depende del coste del dinero. Las subidas de tipos están paralizando la industria de bienes de equipo, uno de los motores de Europa.

El INE dice que en Enero, la variación anual del Índice de Producción Industrial se situó en el -0,4% , muy lastrado por la Energía -3,8% y les bienes intermedios -4,1%. En el último trimestre de 2022 el número de ocupados de la Encuesta de Población Activa del INE se recoge una disminución de 81.900. Los ocupados han crecido desde el segundo trimestre de 2020 y hasta el mismo trimestre de 2022, desde entonces se ha estancado y la pendiente ahora es negativa. Vamos cuesta abajo. Alemania redujo su PIB un 0,2% en el último trimestre de 2022.

El lunes nos desayunamos con que Amazon Web Services despedirá a 9.000 trabajadores más. El 29 de enero, en Semiconductores, ya anticipé que las tecnológicas llevaban despedidos más de 154.000 trabajadores, lo de Ford en Valencia y resto de Europa son 3.800 directos, esta semana, en CNN Business leemos que a los trabajadores de la General Motors se les está incentivando -“strongly encouraged”- para dejar la compañía voluntariamente.

La que una vez fue el mayor fabricante del mundo de automóviles, anunció en enero que tiene que bajar costes por 2.000 millones de dólares. Waymo, la líder en tecnologías de vehículo autónomo añadirá más despidos a los 12.000 que su matriz Alphabet (la dueña de Google) anunció. La información la pueden ver en layoffs.fyi La tendencia desde enero del 22 tanto en empleados despedidos como en empresas que están despidiendo es importante en el sector tecnológico también. Sólo en los EEUU, 505 empresas han despedido a 148.180 empleados en 2023 según este portal. No es solo la tecnología, sectores como los equipos de redes de comunicaciones, Ericsson -8500, o Cisco -4100.

El llamado Quantitative Easing (QE) o expansión monetaria, que yo llamo la lata de gasolina, esperando la cerilla. La QE crea depósitos: cuando el banco central o la reserva federal compra un bono de un fondo un banco actúa de intermediario de la transacción. La cuenta bancaria del fondo crece y también las reservas del banco a efectos de test de estrés. Desde 2020 hasta que se ha parado la QE, los depósitos de los bancos americanos crecieron 4,5 Trillones ingleses de dólares, casualmente lo mismo que el balance del banco central. Cuando esto se desinfle, y el miedo es un buen motor, los fondos pueden buscar refugio en la propia Fed que retribuye ahora al 4,55% la facilidad de overnight- reverse- repo frente al 0,4% hace un año drenando de liquidez los bancos. Esto está llevando a que en 2022 los bancos comerciales perdieran depósitos por medio trillón de dólares según The Economist. Todo el mundo pone el dinero en el refugio. Recuerden lo de las barbas del vecino y las meteduras de pata de Trichet.

El sector del Private Equity tiene el freno de mano puesto y Larry Fink, el CEO de Blackrock, uno de los mayores fondos del mundo, avisó la semana pasada en USA Today de que estamos asistiendo a una crisis a cámara lenta. En los EEUU quebraron más de 1.000 instituciones financieras entre finales de los 80 y principios de los 90. La onda expansiva también llegó a Europa con una crisis en 1992 que en España nos la retrasó la Expo y las Olimpiadas.

Los despidos y recortes de empleo no son el único indicador. Las empresas están revisando a la baja las ambiciones. Meta o Disney que revisa sus inversiones en activos fijos a la décima parte para 2023. El indicador de Goldman Sachs para inversiones muestra ahora un nivel 0 tras haber tocado el 10% en el 2021. Un análisis sobre 700 empresas europeas y americanas conducido por The Economist (Is the global investment boom turning to bust? 16/03/23) indica que la inversión en activos fijos e I+D caerá un 1% en 2023 pero en particular las grandes tecnológicas recortarán un 7% .

La potente recuperación por la demanda embalsada y el ahorro tras el Covid puede habernos llevado a una “euforia irracional” como recordó Alan Greenspan antes del batacazo de Lehman Brothers.

Nuestras autoridades conocen muy bien todo esto. Tenemos magníficos economistas del estado. Mirar para otro lado, hacer la del avestruz, porque hay elecciones a la vuelta de la esquina puede ser un error garrafal. Cuanto antes actuemos, menos daño provocaremos a la prosperidad compartida, a la confianza y a la credibilidad, que en definitiva, son las bases de la economía. La última vez, la broma costó 100.000 millones, mucho sufrimiento y una década perdida, tal y como nos contaron E. Segovia y D. Grasso, en junio del 2017, en un relato de miedo en El Confidencial. El rey va desnudo.