Dijo Olona hace unos días, en plena vorágine de la campaña de las andaluzas, que lo que ella iba a protagonizar podría denominarse ‘Macarenazo’. Realmente, no sé si lo llegó a decir ella, pero su partido lo aplicó con rotundidad en cada mensaje en redes sociales, haciendo ver que el golpe encima de la mesa tenía calificativo propio con sangre alicantina y firma de Salobreña.
Esto de venirse arriba, apelando a una cuestión futura que no siempre queda en nuestras manos tiene su riesgo. A los madridistas no se les olvida (creo que a los del bando contrario, tampoco) aquella vez en que un presidente interino llamado Vicente Boluda dijo, horas antes de una eliminatoria contra el Liverpool, que su equipo iba a ‘chorrear’ a los de rojo. Una fanfarronada que le salió por la culata, ya que en el partido de ida el conjunto inglés venció por 0-1 y en la vuelta, el Real Madrid sufrió una de sus peores derrotas en Europa de su historia, al caer por 4-0 y formar, sencillamente, un partido ridículo.
Las petulancias y su precio. Pasarse de frenada y no tener seguro. Lo que le pasó a Boluda (valenciano) bien sirve para entender el peso de la palabra y cómo una boca puede, a veces, ser mucho más valiosa por lo que calla que por lo que dice. ¿’Chorreo’ o ‘Macarenazo’? Ni uno, ni otro. Ni allí goleó el equipo blanco (sucedió al revés), ni en la cita regional los postulados del partido de Abascal pintó tanto como su candidata impostada prometía. VOX ha hecho de Olona una caricatura. En sí mismo, la de Salobreña (ejem) se ha hecho a sí misma como una caricatura.
Y es cierto que VOX se ha convertido ya en la tercera fuerza en Andalucía. Y es cierto que ha logrado, casi sin gastar un duro en campaña, que el resto de partidos (no solo los de la bancada contraria, sino los de su propio lado) hablen de ellos, le metan en el discurso y lo pongan, por tanto, en el foco mediático que tal vez no lograrían por sus propios méritos, incluso cuando no toca. Y es cierto que su candidata ha hecho más ruido que el resto, incluso antes de empezar la campaña. Todo eso es cierto, pero lo es también que el globo nacía grande y cada vez se ve más pequeño, y que su candidata sonaba a lobo feroz que se come lo que encuentra y ha terminado por ser la niña de la curva, que asusta mucho pero luego termina por ser mentira. Macarena de Graná, que ni fue revulsivo ni fue ná.
Semana de resaca, que para algunos sirve para recuperarse del atragantamiento. Desde la izquierda, aún asumiendo que el golpe (¿inesperado?) requiere de algo más que un mensaje apelando a la escasa participación, que por otra parte fue mayor que la de los anteriores comicios. Y por cierto: cada vez es mayor la sensación de que tanto hablar de ese lobo que venía a estropear el cuento no hizo sino alimentar a quien de verdad contaba, desde el primer minuto, con las mayores opciones de éxito.
Y mientras, el Partido Popular aún celebrando a esta hora. Gana, y por goleada, la política calmada y amable, apartada de la gresca y de la descalificación al adversario. “¡Se puede!”, decían algunos hace no mucho. “Se pudo”, les dijeron las urnas este domingo. Y se pudo, desde la moderación y huyendo de calificativos que no hacen sino reflejar que vas ‘sobrao’, que diría un castizo.
Pasó el 19-J y Andalucía ha pasado del supuesto ‘Macarenazo’ al ‘Morenazo’. Se llama Juanma y es de Málaga. Elegante en el mensaje y certero en las decisiones, su hoja de servicio le vale para revalidar el cargo, haciendo historia en una comunidad catalogada (con motivos) como “históricamente de izquierdas”. Inapelable resultado, el del domingo para un partido que ha caminado con socio estos tres años y medio y que ahora seguirá andando solo, siguiendo el mandato del pueblo y de un presidente adulado estos días por su propia dirección nacional, al que más que ‘barón Moreno’ ven ya como el ‘Morenazo’ del sur.