María, con la pequeña Valeria, sana y salva.

María, con la pequeña Valeria, sana y salva. Cedida por la familia de Valeria.

Marbella

Así es María, el "ángel" que ha salvado a la pequeña Valeria en Marbella: "Es una heroína, ha ayudado a dos niños en un año"

David, el padre de la menor, de solo 21 meses, reconoce estar más que agradecido con la joven enfermera, una vecina de su bloque que no dudó en ayudarles en cuanto pegaron a su puerta.

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El reloj marcaba las 16:15 del pasado viernes, 19 de septiembre. David, un trabajador marbellí, acababa de llegar a casa tras una larga jornada laboral sin saber que lo que de inicio iba a ser una tarde de descanso en familia se iba a convertir en una de las peores de su vida.

Su hija Valeria, de apenas 21 meses, estaba en brazos de su madre, con fiebre y algo apagada. Le dieron el Dalsy, un jarabe infantil, para intentar que le bajara la temperatura y a continuación procedieron a limpiarle con suero, porque la pequeña tenía mucha mucosidad acumulada con el resfriado.

Lo que parecía un episodio viral común se convirtió en cuestión de segundos en una pesadilla. Mientras David hacía en la cocina un biberón para que Valeria se lo tomara antes de dormirse una siesta, su mujer le alertó a gritos diciendo que la niña no reaccionaba.

El padre cuenta todo con la voz entrecortada y a punto de llorar. "Salí corriendo, la cogí en brazos y estaba desmayada, los ojos abiertos, totalmente lacia… No sabíamos qué le pasaba. Sus labios comenzaron a ponerse morados y ahí ya sí que nos pusimos atacados. Solo pensaba que se me estaba ahogando", declara.

Sin tiempo para pensar, salió corriendo escaleras abajo para pedir ayuda en la calle o llevarla al hospital. Ellos viven en un tercer piso y bajando a toda prisa por las escaleras, a David le vino un golpe de lucidez.

"Me acordé de que en el primero vive una muchacha que se llama María, que es enfermera. Toqué el timbre y, cuando abrió, respiré algo más tranquilo, María es nuestro ángel", expresa el padre de Valeria.

Al abrir la puerta, María se encontró con una escena que la puso en alerta de inmediato. "La vi blanca en brazos de su madre, con los labios morados, echando agua por la boca", cuenta la joven enfermera, de 30 años. "El chip se me activó y empecé a actuar en cuanto pude".

Primero la puso boca abajo y le dio golpes en la espalda para intentar que expulsara lo que le estaba obstruyendo la vía aérea. "Pero no arrancaba a llorar. Entonces la puse en mi sofá, boca arriba, y le hice un poco de masaje en el pecho, como una pequeña RCP, para que respirara. Masajeé mucho hasta que hizo algo".

Fueron dos minutos de angustia, que para todos parecieron eternos. "Yo estaba al teléfono con la ambulancia, pero no podía ni hablar del nervio. No entiendo por qué tienen que hacer tantas preguntas en un caso así", recuerda indignado David.

Pero los nervios duraron hasta que sonó el mejor de los sonidos: el llanto de Valeria. "Cuando empezó a llorar, respiramos todos", confiesa María. La pequeña volvió poco a poco en sí. Minutos después llegó la ambulancia y la familia decidió trasladarla al hospital, donde pasó la noche en observación.

El diagnóstico fue un síncope febril —un desmayo provocado por la fiebre— con la mala suerte de que le ocurrió mientras bajaba aún por su pequeño cuerpo el jarabe y el propio suero. Todo se le atrancó con la propia mucosidad acumulada que tenía.

"No sé qué habría pasado si no llega a estar María"

David no puede dejar de pensar en lo ocurrido. "Lo mínimo que podía hacer era contarlo para que se sepa lo que hizo por mi hija. Es nuestro ángel, la heroína del barrio. Si no llega a estar María… no sé qué habría pasado".

La historia ha conmovido al barrio de la Divina Pastora, donde todos los protagonistas de la historia residen y donde todos conocen ya a esta enfermera, que no es la primera vez que se ve en una situación igual. "Hace unos meses, sería marzo o abril, también ayudé a otro niño de dos años que estaba con un broncoespasmo en la calle y no podía respirar", explica María.

La chica acababa de llegar a casa de trabajar durante toda la noche y escuchó los gritos desconsolados de una madre pidiendo ayuda desde la calle. Su hijo tampoco reaccionaba. Era una situación similar a la de Valeria y también tuvo un final feliz. Consiguió estabilizar al menor con mucho temple. "Reaccionó incluso algo más rápido que Valeria, sufrimos algo menos", declara.

Dos vidas en menos de un año. Ni el mejor de los héroes de Marvel tiene esa estadística. Y las dos, casi por casualidad, llamaron a su puerta. "Ambas las viví con mucho nervio, porque estaba sola, no es como en el hospital, que tienes compañeros preparados a tu lado y todos los materiales a tu disposición", admite.

Aunque David se ha empeñado en que el mundo se entere de lo que hizo María, la joven reconoce que no hay mayor regalo para ella que poder ver a Valeria sana, sonriendo. "Su llanto aquel día me puso muy feliz. La vida de un niño está siempre por encima de todo", expresa la enfermera, que tiene siete años de experiencia y siempre había soñado con estar dentro del sector de la salud.

"Ellos me dieron las gracias de corazón, pero de verdad que yo solo hice lo que cualquiera habría hecho en mi lugar", insiste la enfermera, mientras que para David y Tatiana, en cambio, lo que hizo fue mucho más que eso. "Es nuestro ángel. Siempre lo será y no sabemos cómo agradecer lo que ha hecho", concluye David.